Capítulo Treinta y Dos

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Narra Jass.

Obseso resultó ser obsesa, al parecer el hecho de estar casado con una veterinaria no hacía que pudieras distinguir que un gato en realidad ¡era gata! Además debía aceptar el nombre que Ethan le había puesto.

El muy gracioso se aprovechaba del muy, muy muy, especial humor de mi papá.

―Nena debes admitir que es gracioso, ahora hay dos obsesas en esta casa.

Le golpee con mi codo esta vez, ya no podía seguir con su pierna, casi había olvidado que seguía con yeso y con ligero estado "delicado".

―Ethan. ―Batí mis pestañas con fingido encanto―. Hoy duermes en tu casa.

―¡¿Qué?!

―Baja la voz, papá esta durmiendo.

Papá entre ronquidos se retorció en el sillón.

―Pero si mira donde lo dejaste dormir.

―No dormirá ahí, le dije "espera a que termine de ordenar el desastre de Obsesa y puedes subir". Él. ―Lo apunte―. Se acomodo por su cuenta.

―Porque es un gran papá y quiere verte feliz, sabe que dormirás conmigo hoy.

Patee el sillón y papá se levantó de golpe, en modo zombie subió al segundo piso, fue casi mecánicos sus movimientos, segundos después volví a oír sus ronquidos desde mi pieza.

―¿Lo ves? Fuera.

―Eres cruel.

―Y tu un mal amigo, Pepe lleva esperándote y tu sigues aquí.

―¿Esperabas que dejará a tu papá con el gato? Ambos son un peligro.

―Ya no, Obsesa tiene su cajita, papá comparte conmigo y tu tienes tu cama. Vete.

Prácticamente lo empuje a la puerta y luego de un beso, uff que beso, mis dedos se encresparon, mi estómago se encogió y mi aire se fue, camino a su casa.

―Buenas noches amor.

―Buenas noches obsesa. ―Me lanzó un beso―. Aah y buenas noches a la gata.

No alcance a lanzarle nada porque ya había cerrado la puerta, oí el tono indignados de Pepe y riendo entre.

En la tranquilidad de mi hogar tome mi celular y llame a Rose.

―¡Jass! Que sorpresa.

―Eeh... ¿Andrew? ¿Qué haces contestando el celular de Rose?

―¿Es Jass? ¡Dame eso!

Rose le gritaba a Andrew una sarta de palabrotas que jamás la había oído decir, la chica sabía maldecir mejor que un marinero.

―Como lo siento, no es lo que parece... O sea si pero... ¡Andrew basta! No sabe cuando estarse quieto.

―¿Muy ocupada? ―bromeo.

Me veía venir algo así, habían estado muy cercanos desde que tuve el accidente, estaba bastante atenta a Ethan en aquel entonces, sin embargo ciega no era.

―Perdón.

―Tranquila, ambos son adultos, o sea tu eres más madura que él.

―¡Te oí!

Divertida me tape la boca para que Rose tuviera un pequeño momento de privacidad donde retaba a Andrew como si fuera un niño y caminaba a otro lado para hablar sola.

―Ahora si, debo decir que no suenas sorprendida.

―No lo estoy, el chico tenía su mirada puesta en ti hace mucho, solo te pido que tengas cuidado, sabes lo mujeriego que es.

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora