Capítulo Veinticinco

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Narra Ethan.

Tengo algo claro en mi mente y a eso me aferro, la amo. Tanto.

Siento que podría pasar cada segundo con ella y después de acercarme tanto a la muerte no puedo evitar pensar en todo lo que me ha pasado.

Las mentiras, los problemas, lo que viví en ese infierno de prisión, luego como me vi obligado a alejarme de ella... No quería perderla. También estaba consciente de que al salir debía enfrentarme a la realidad, no esperaba que a la primera oportunidad tendría que hacerlo solo.

Había pasado exactamente diez días desde aquella vez que desperté y en que Jass a las pocas horas fue dada de alta ¿qué significaba eso? Básicamente que ella tendría que venir a verme sólo en horario de visita ―de 10:30 a.m. a 13:00 p.m. y de 14:30 a.m. a 20:00 p.m.―.

Mire la hora impaciente, todavía faltaban veinte minutos para que ella pudiera entrar pero yo ya me estaba desesperando.

Las cosas habían ido bien entre nosotros desde ese día y por otro lado tampoco podía decir con claridad que es lo que éramos ¿novios? ¿Amigos con beneficios? ¿Sólo amigos? Pensé un montón de veces en preguntarle y al final no reuní el valor suficiente para decírselo a la cara, una parte de mi tenía miedo de cual sería su respuesta y la otra... También.

―Buenos días señor Price, tiene una visita.

Mi corazón se aceleró y el tren de mis pensamientos se detuvo.

―¿Y la dejarán pasar?

―Con esto estamos rompiendo protocolo del hospital, respecto a tema horario, pero es muy insistente y viene por un asunto oficial... Según parece ―dijo marcando su entrecejo con gesto de duda.

Fue ahí en donde dejé de creer que quien venía era Jass, entonces ¿quién?

No tuve que preguntármelo mucho porque en cuanto ella salió mi visita entró.

―-¿Phil? ―Lo mire sorprendido.

―Hola Ethan, veo que estas mejor ¿cómo te sientes?

―Mejor ―respondí cauteloso―. ¿Qué es lo que quieres? No creo que esto sea una visita casual.

―Lamentablemente no lo es. No creo habértelo contado pero tengo una hermana que era abogada como yo y se retiró porque le gustaba más "ser libre" como decía ella.

―Bien ¿qué tiene que ver esto conmigo?

―Pues ella hace poco se fue a trabajar a un centro de juego de golf y conoció a un hombre llamado Desmond Blake.

Entendí porque me estaba contado esto y no era nada bueno.

―Ella habló con él y escucho el nombre de...

―Ian ―lo termine.

―Si. ―Suspiro cansado―. Las malas noticias no terminan ahí porque ella escucho que el cliente de este hombre le dijo que tendría que acompañarlo mañana al hospital y adivina como se llama ese hospital.

―No puede ser ¿y qué voy a hacer?

―Podría sacarte de este hospital, conseguir que te den alta pero no hoy, al menos no en la mañana.

―No puedo ver a Ian, no puedo quedarme aquí, tengo que...

―¡Ethan! Cálmate. ―Puso ambas manos en los hombros y me presionó en la camilla―. Haremos esto, pediré el permiso para que por el día salgas pero con la promesa de que volverás.

―¿Eso se puede?

―Conozco a tipo que dirige este lugar y me debe un favor, entre tanto yo veré la manera de que seas dado de alta ¿bien?

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora