Capítulo Treinta y Nueve

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Narra Jass.

Esto debe ser lo más insólito que me ha pasado ¡me drogaron! Rose me drogo, un segundo estaba tirada en el suelo llorando miserablemente y al siguiente estaba siendo cargada a mi cama.

Cuando desperté sentía mareo, estaba desorientada.

―¿Jass?

Rose me extendió una pastillas y un vaso con agua, negué y me abrace las piernas, quería mantenerme lo más lejos de ella.

―Por favor, soy tu amiga.

―Eres una traidora.

―Lo que te di no era ni la mitad de tóxico que lo que estabas bebiendo, que vergüenza Jass, le prometiste a Andrew no volver a beber así, tuve que prohibirle entrar al pobre.

―No quiero saber.

―Me vas a escuchar. ―Dejo de golpe el vaso en mi velador y las pastillas a un lado―. No te imaginas el miedo que tuve al recibir una llamada de tu papá diciéndome que no contestabas sus llamadas ¡pensé lo peor! No me contestabas a mi, ni a Andrew, le saque la verdad de un golpe a Pepe y sabes que no soy de golpear, dijo algo sobre la esposa de Ethan y de inmediato vine aquí con Andrew, Pepe esta vetado de aquí hasta nuevo aviso, por permitir que esa perra viniera, me contó lo que te dijo, eso no explica que pasó entre Ethan y tu, ilumíname amiga.

Rose enojada era todo un espectáculo, lo admito, la chica no perdía los nervios, cedí a lo de las pastillas y el vaso de agua pero no a hablar.

―Ya estoy bien, gracias.

―No creas que te desharás de mi tan fácilmente, vístete o te sacare a la calle tal y como estas.

―¿Por qué habría de salir?

―Tienes que hablar con Ethan, debe estar despertando y tan aturdido como tu, aprovecha la vulnerabilidad y hablen como se debe.

―No hay nada de que hablar.

―¿Qué pasó?

Parpadee, no quería seguir llorando pero no pude evitarlo, estaba hecha un lío y me dolía tanto tanto.

―Oh Jass.

Me abrazo y llore más fuerte.

―Me odia, lo arruine todo ¿cómo puedo llamarme psicóloga? No puedo ni ayudar al hombre que amo ¡estoy enferma!

Llore y me aferre a Rose, desee que la droga hubiese durado más ¡no quiero estar despierta!

―Shh tranquila.

―N-n-no puedo.

―Si puedes, mírate todo lo que has logrado tu sola.

―¡Arruinar la vida de las personas! Eso es lo único en lo que soy buena.

Beso mi frente y sin soltarme tomo un pañuelo de mi velador, seco mis ojos y me dio otro pañuelo para que me limpiara la nariz.

―Mírate, hasta cuando lloras te ves hermosa.

Aquello que dijo me hizo volver a llorar, sonaba como algo que Ethan diría si estuviese aquí.

Pero no es así, porque por tu culpa ya no volverá más.

Lo perdí.

―Voy a traer algo para comer ¿quieres chocolate?

―No.

―Jass vamos, o me dejas ir o tendré que llevarte conmigo.

Me paso otro pañuelo, seguí llorando pero la solté, ordenó mi pelo y me ayudo a levantarme.

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora