Epílogo:

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―Jass Danielle Ryder.

Ella no respondió.

―Psicóloga con consulta propia, terapias patentadas... Una mujer exitosa.

No le sorprendió escuchar lo mucho que sabían de ella.

―Muy impresionante, señorita Ryder o debo llamarla ¿doctora? ―se burlo la voz a su lado.

Cerro los ojos, bajo la cabeza y apretó lo puños otra vez, una postura tensa, dura, no dejaría que la vieran débil, incluso con lágrimas en los ojos seguía luchando.

―Vamos, habla, no quiero que sea un monólogo.

Se negó a darle la satisfacción de mostrar la mínima expresión en su cara, no, no lo dejaría ganar.

―¿Acaso estas sorda?

Ella había texteado, si solo hubieran esperado un poco, solo un poco, Ethan Price se fue por esa puerta y perdieron la oportunidad, texteo por ayuda y aunque esta tardó, al final llego.

Phil se paseo con carpeta en mano y rodeo a Jass, camino por el lugar, le dijo cosas, la empujó, se rió y burlo, ella se mantuvo en silencio, cuando la puerta se abrió con un gran estruendo, levantó la cabeza y empujó al abogado.

―¿Estas bien?

Albert Browen, un hombre promedio, al atravesar la puerta se convirtió en un héroe.

―Si ―le respondió ella.

Albert apunto su vieja escopeta a Phil, quien soltó la carpeta y salió corriendo a su oficina.

―Cobarde ―murmuró él―. ¿Dónde está Ethan?

Jass no había podido pensar en ello, Ethan le dijo una vez que si llegaba a hacer una emergencia, la que fuera, lo llamara a él, ella lo texteo por ayuda y él vino en cuanto pudo.

―Él...

Tembló, lágrimas, un montón de ellas, brotaron como cascada por su rostro.

Él tomó su mano y la llevó a la salida, antes de cerrar la puerta volvió por la carpeta tirada en el suelo y se fueron.

Jass lloro todo el camino, se detenía a mirar a su alrededor a ratos, él tomaba su mano reconfortándola y ella volvía llorar.

―¿D-d-dond-de est-t-tamos? ―Hipeo.

―Tranquila, un lugar seguro. Lo arreglaremos Jass, te lo prometo.

Ya tenía suficiente de promesas ella, la última le costó al amor de su vida, ya no se fiaba.

―Llegamos, baja.

―¿Qué... Es este lugar? ―Jass trato de sonar normal.

―Mi casa, es hora de que conozcas a alguien.

Una enfermera, esa que tanto la miraba mal, se encontraba en la puerta de la casa.

―Hola Jass, te estaba esperando.

Fin.

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora