Capítulo Cuarenta

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Narra Ethan.

Abro los ojos y estoy en el suelo.

Un pasillo blanco, esta silencioso, traigo uno de mis viejos trajes de oficina, miro desorientado a mi alrededor ¿Dónde estoy? Palpo mis bolsillos, no tengo llaves ni billetera ni celular ni esa vieja agenda que solía usar para trabajar, me pongo de pie.

Camino inseguro por el pasillo, no veo la salida, esta frío, mi cuerpo se siente más pesado de lo normal.

... Cuidado...

¿Qué?

Oigo voces más allá, camino más rápido, el pasillo se hace vez más largo, ya se que, un hospital pero ¿cuál? ¿Cómo llegué aquí?

... Ethan...

Hay personas conversando entre ellas, no reconozco las voces, solo oigo frases en el aire, palabras sin sentido.

Sigo caminando, hay una puerta frente a mi, me acerco a leer la inscripción: Becka Adams.

Se me seca la boca y comienzo a sudar más de lo normal, debo estar equivocado ¿Qué hace mi mamá en un hospital?

... No...

Ian, escucho su voz pero no logro entender lo que dice, una voz más suave y en tono bajo le responde.

La curiosidad me gana y abro la puerta, esta pesada y no puedo mantenerla mucho tiempo abierta.

Ethan...

No es a mamá que veo recostada en una cama de hospital con cables conectados a su cuerpo, no es ella quien susurra mi nombre.

¿Jass?

El peso es demasiado y la puerta se cierra haciéndome caer.

―¡No, Jass vuelve!

Me levanto de golpe con ardor en la garganta ¿acabo de gritar eso? Pasos rápidos suben la escalera.

Pepe abre la puerta de golpe y escanea toda la habitación antes de mirarme.

―¿Qué pasó? ¿Estas bien?

No respondo, aún respiro agitado, se sentía tan real, como aquel día en el hospital psiquiátrico, solo que esta vez Jass estaba al otro lado.

Ella esta bien.

No puedo con el miedo y el dolor, solo de pensar en que pudo haber sido ella ahí hace que cueste respirar.

―Hey con calma.

Me ofrece un vaso con agua, bebo de golpe antes de notar la preocupación en sus ojos.

―¿Esto... ―Sueno ronco―... Tiene droga?

―¿Qué? No ¿por qué habría de tener?

―Anoche Andrew me dio agua en un vaso y traía sedantes.

Pepe maldijo en voz baja y marcó un número en su celular, segundos después Andrew estaba entrando en mi habitación.

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora