Capítulo 2 [CORREGIDO]

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Les aseguro que si me nominaran a los Premios Oscar ganaría como mejor actriz —sonrío para mis adentros— fue duro librarme de la profesora Weiskin.
—La impresora se quedó sin tinta; la idea era salir más temprano de casa y presentarle el trabajo, pero como ya le dije, tuve que ayudar a la anciana —vamos chula, no me hagas rogarte—. Hoy no ha sido mi mejor día, si está dentro de sus posibilidades, le entregaré el archivo mañana a primera hora.
—Muy bien, Señorita Reynolds... —me fulminó con la mirada— Que esto no pase otra vez, tome asiento —aseveró mientras continuaba con la clase.
Me acomodé en la parte posterior, la mirada asesina de la profesora me pone enferma. La clase de Oftalmología transcurrió bastante rápido. Y lo peor es que tengo parcial mañana, siento que voy a caer en un coma ultramega-académico, estoy bajo mucho estrés últimamente.
¡Oh Santo Tomás! que no venga el profesor más. Otorrinolaringología es la materia más interesante que conozco; no obstante, el profesor Ricardo Arjona  (esta parte me dio problemas en cuanto a las críticas) habla como si masticara las palabras. Cada treinta segundos pronuncia una palabra, se le olvida la idea vuelve y se acuerda. Es una tortura, esperen eso no es la mejor parte. Cuando suena el timbre se rasca la nariz, estornuda y embarra todos los documentos que reposan en su pupitre.
—Creo... —pausa— Que... —se rasca la nariz y aquí viene la sorpresa final—¡AaaaaaaShuuuu!

Salgo de la universidad y me dirijo a mi puesto de trabajo. Ver el letrero de Subway me emociona. Me dedico a atender a clientes, explicando los ítems del menú y preparando las órdenes. A todos nosotros nos llaman "Los Artistas del Sándwich" sí lo sé es patético, pero necesitaba un trabajo de medio tiempo y allí me dieron la oportunidad.
Al entrar al establecimiento escucho Somebody de Natalie la Rose, empiezo a cantar.
—Walking everybody know what's good... We are only block —chasqueo los dedos.
—¡Alguien está feliz hoy! —grita Bullson.
—Cállate, Bananon —digo sonriendo.
—¡Oh vamos, Gruñoncita! ¿Qué te cuesta decirme que me amas? —afirmó con un guiño.
—Te pondré un ejemplo: preferiría quedarme sin uñas y sin pestañas que besar tu lindo rostro —le sonrío.
—Eres un amor. ¿Qué tal la universidad?
—He tenido días mejores.
—Llegaste tarde otra vez ¿verdad?
Asentí, Bullson era uno de esos compañeros que se desviven por complacerte.


Lo conocí hace más de tres años, cuando estaba en el hospital. Hablaba con mi hermana Brianna sobre su nuevo tinte de cabello.
—¿Me veo cabezona? —se me escapa una sonrisa.
—Pero que cosas dices —puse los ojos en blanco—, solo parece que te hubiera lamido un perro.
—¿Me queda bien este color?
—Umm, nop. El verde fluorescente, te queda mejor.
—Que graciosa Becca, por cierto, ¿cómo te sientes? —preguntó ella.
—No quiero hablar de eso.
—Becca, que hayas consumido drogas no te convierte en un fenómeno —afirmó Brianna.
—Tal vez.
—No seas tan terca, tuviste un bajón emocional y reaccionaste como una cobarde. ¿Cuántas personas no se suicidan? ¿Cuántas no mueren por efectos del alcohol o drogas? Y mírate, estás acostada en esa cama.
—¡Gracias por recordarme lo débil que soy! —me encanta su ayuda emocional, imbécil.
—Hasta acá sentí tu sarcasmo —me miró con indiferencia —. Ya no pagaré más tu alquiler, ya no habrá más dinero para ti. Dentro de dos meses me casaré Gregorie y me vienen muchas responsabilidades encima, creo que ya es hora de que sobrevivas por ti misma.
—¿Te iras a Panamá? —la miré sorprendida.
—Sí, viviré allá —estaba quitándose una pelusa imaginaria del vestido—. Por ende, no estaremos en contacto por unos meses.
—Eres una idiota —le grité alzando las manos—, ¡sabes que Greg te es infiel!
—Eso no es asunto tuyo, tiene dinero es lo que importa ¿no? —dijo irónicamente.
—Me decepcionas.
—¿Qué yo te decepciono? —puso su cara de póker— Por Dios Becca —me apuntó con el dedo—, la drogadicta aquí eres tú, la que atentó contra su vida fuiste tú. La que no recuerda nada de su infancia eres tú, así que no me vengas con sandeces.
—Vete ahora mismo —le dije en voz baja.
—No hace falta que me eches, ya me voy. Tengo cosas más importantes que hacer —dio media vuelta, caminó dos pasos y se detuvo—. Ojalá te atropelle un carro cuando salgas de aquí —me lanzó una sonrisa maliciosa.

Recuerdo que lloré de la rabia que sentía, Brianna es un demonio. A veces se comportaba como mi hermana y otras veces como mi rival. Lo que dijo aquel día me hirió.
—Oye disculpa, tienes algo allí —dijo el joven frente a mí.
—Umm, ¿dónde? —pregunté.
—En la nariz, creo que es un moco —sonrió.
—Demonios —me limpié desesperadamente.
—Tranquila, solo fue una broma —se metió las manos en los bolsillos.
—Muy gracioso. ¿Cómo te haces llamar, Jack Sparrow?
—No necesariamente, puedes decirme bombón o Thor el del mazo —dijo mirándome fijamente.
—Soy Becca —le ofrecí mi mano.
—Bullson —me dio un leve apretón.
—¿Tú mamá te odiaba o algo parecido? —le pregunté.
—No lo sé —se rascó la cabeza—. Eres muy linda.
—Umm, gracias — ruboricé al instante.
—Hablo enserio, las chicas lindas como tú no deben derramar una lágrima por nadie, al menos que te propongan matrimonio o una ocasión especial —me guiñó el ojo—. Las chicas lindas, deben sonreírle al mundo —me limpió una lágrima que resbalaba por mi mejilla.
—No sé qué decirte, Bullson —estaba muy apenada. Se sentó a un lado y acarició mi cabello.
—No sé lo que pasa, pero los ángeles están muy felices hoy —toma un pedazo de papel que tenía guardado en su bolsillo y comienza a doblarlo creando una flor. La coloca en mis manos—. No estás sola Becca, aquí estoy yo para ti.

Y desde ese día ha mantenido su palabra, no me ha dejado sola. No todo el mundo hace eso, pero él no es como los demás.
—Becca, debes cambiar tu alarma —percibí una pizca de enojo en su voz.
—Lo sé, lo sé. Te prometo que lo haré —lo abracé—. No te enojes conmigo.
—Está bien, pequeña —me dio un beso en la coronilla—. Andando ya empezó nuestro turno.

Me dirigí a mi lugar, empecé a trabajar con una sonrisa. Bullson era como un bálsamo que aliviaba mis días. Atendí demasiadas órdenes, era día de pago así que Subway estaba saturado.

De repente siento una intensa mirada dirigirse hacia mí, alzo la vista y me quedo helada no lo puedo creer…

Regresa a mí de Ana G. Best [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora