Capítulo 8

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Al llegar a mi departamento me encuentro a Tock, mi día parece empeorar. Si piensa que me va a convencer con sus excusas está muy equivocado.

-Hola -dijo con cautela.

-¿Qué quieres? ¿Ya dejaste de coquetear con Lissie? O espera ¿Ya no tienes con quién divertirte?

-Becca, yo... -lo interrumpí- No quiero volver a verte, eres destructivo. Y no estoy lista para esta montaña rusa de emociones.

-Me gustas.

-¡Que bueno! -dije con sarcasmo-, pero resulta que tú a mí no.

-Demuéstralo -se acercó a mí-, dime que no necesitas mis caricias, que no te erizas cuando te hablo al oído, que no te pierdes en mi mirada.

-Tock, basta -susurré.

-Mírame Becca -eso fue lo que hice-. No hay nadie que me importe más que tú. No me alejes de ti, dame el privilegio de contemplar tu presencia. Prometo serte fiel hasta que la muerte nos separe -me dedicó una sonrisa esperanzada.

-Es fácil prometer, ¿qué me dices del cumplir? Tock, no le doy mi corazón a cualquiera. Tienes que luchar por mi amor, hacer que confíe en ti sino haces eso no eres digno de mí -dije.

-No me pidas que me aleje porque no lo haré, no te dejaré escapar -me aseguró- ¿Quieres a alguien cursi, patético y romántico? Lo tendrás, pero no me digas que me aleje. No puedo hacerlo.

Di dos pasos hacia atrás, no puedo tenerlo cerca me desestabiliza.

-Debes marcharte, Tock -afirmé.

-¿No hay un beso para mí? -preguntó. Sonreí y le lancé un beso. Hizo como si lo hubiera atrapado, se llevó la mano al corazón.

-Te Quiero, preciosa.

Cuando entré a mi hogar, me sentí feliz. Tock es... Impredecible. Decido acostarme un rato.

Unas cuantas horas después...

Me levanto de golpe, estoy empapada en sudor, tuve una pesadilla. En mi sueño estaba en un callejón y una mujer me apuntaba con un arma. Me acusaba de haberle robado todo lo que ella deseaba, y que se tenía que vengar de mí. Para luego hacer lo mismo con mi abuelo.

No recuerdo que haya tenido abuelo, que extraño. Me levanté de la cama ha sido un susto tremendo; caminé a la sala de estar y vi que hay alguien sentado en el sofá. Mi pulso se aceleró mucho más.

-¡Jesús! ¿Qué haces en mi apartamento? Vete de aquí ahora mismo, llamaré a la policía -dije mientras encendía la luz.

-¡Hola muñeca!

-Santa Madre, casi me matas de un infarto. ¿Qué haces aquí, Tock?

-Quería verte en persona.

-No entiendo de que me hablas, nos vimos hoy en la tarde. ¿Recuerdas?

-Sí, tienes razón. Sigues teniendo unos hermosos ojos- Tock, está extraño. Me mira como si no me reconociera.

-¿Estás bien? -recuerdo que le pregunté.

-Ahora estoy mejor, necesitaba verte y mágicamente saber la razón por la que te quiero tanto... -articuló en tono pensativo.

-Será mejor que te marches -susurré.

-Te diré algo pequeña, no quiero tenerte cerca. Es más, debes prometerme que te alejarás de mí. Soy una basura que puede llevarte a la catástrofe de tu vida. Si piensas que voy a darte amor, besos y abrazos te equivocas. Sentirás mucho dolor, te destrozaré tanto que lamentarás haber nacido. Te doy la oportunidad de qué seas libre, te protejas y seas feliz.

-Me confundes, Tock. No logro entenderte -alcé la voz-. Vete de aquí ahora mismo.

-Solo vine a decirte eso, descansa pequeña.

Salió de mi apartamento, nunca imaginé que presenciaría a alguien ebrio. Es ultra desagradable. Necesitaba calmarme, busqué en la nevera un poco de Ben & Jerry -mi helado de vainilla-. Y una cuchara de la gaveta y me rendí a su delicioso sabor. Mientras degustaba de mi postre, noté una caja verde esmeralda en el librero; la agarré y me senté en el suelo. Al destaparla descubrí fotos mías y de Brianna en ellas también se encontraba un señor mayor. Reíamos, pero yo en todas las imágenes salía con el Señor y en las de Brianna su expresión era de rabia incluso odio. ¡Qué extraño! ¿Quién será ese Señor? ¿Cómo habrá llegado esta caja al librero? Se me veía tan feliz. Miré de cerca la fotografía y descubrí que llevaba mismo collar que poseo ahora. Tengo dolor de cabeza, necesito descansar.

Estaba lista para ir a la universidad, fui a la mesa a recoger mis llaves y fue extraño ver un cuadro de papel. Al parecer era una nota, la tomé entre mis manos y leí:

PEQUEÑA ZORRA, ME HAS ROBADO TODO. ES MEJOR QUE CUANDO CAMINES TE CUIDES LA ESPALDA, PORQUE VENDRÉ A POR TI.

¡Santa mierda! ¿Quién pudo dejar esta nota aquí? Estoy segura que no tengo enemigos, toda mi vida o lo que me acuerdo de ella. He tratado de llevarme bien con todo el mundo. Respeto sus opiniones, los alago es más hasta le doy ánimos para que persigan sus sueños. Está súper raro, tendré más cuidado y no puedo fiarme de cualquier persona que dice llamarse "mi amigo".

Sonó mi móvil...

-¿Hola? -respondí.

-Una voz muy linda para alguien tan cruel- no sé quién es, escucho una voz distorsionada.

-¿Quién habla?

-La persona que te matará sino haces lo que te digo -Dios mío, no sé qué hacer, me erizo de inmediato.

-Escucha no sé quién seas, así que voy a colgarte.

-No te atrevas hacerlo, porque sé mucho de ti. Puedo pegarle un tiro a tu hermana. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí... Brianna.

-No le hagas daño -rogué-. Entonces... ¿Qué estarías dispuesta hacer? -me preguntó.

-Lo que sea, mi hermana es la única familia que me queda, por favor no le hagas daño.

-Bueno.... Te espero en la estación del metro que está cerca de tu casa en treinta minutos, donde le avises a alguien lo lamentarás ¿Entendido?

-Sí.

-Quiero que te pongas un suéter naranja, una falda negra, unas bragas de encaje y no olvides tus tacones.

-¿Por qué me tengo que vestir así?

-Porque yo lo digo. Sé puntual-colgó.

No puedo llamar a nadie. Iré a cambiarme, no tengo mucho tiempo.

Veinte minutos después estaba vestida como me indicaron. Estaba demasiado inquieta, solo quería mantener a Brianna a salvo. Me dirigí a la estación. Al entrar miraba todo y a todos. De repente sentí a alguien detrás de mí, el desconocido colocó su arma en mi espalda.

-Ni se te ocurra gritar, preciosa -era la voz de Tock.

Regresa a mí de Ana G. Best [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora