Al día siguiente después del incidente que tuve en el bar...
Me dirigí a buscar a Brianna, tenía que saber por qué me había dejado plantada. Salgo de mi apartamento y al llegar a la calle me encuentro al chico de ayer.
-¿No te bastó con la paliza que te di?
-La verdad es que no -sonrió-. Vine a disculparme, por haberte tocado, no quería que te sintieras incómoda.
-No me gusta que me toquen, al menos sin mi consentimiento -expliqué.
-Te traje esto -me ofreció seis flores columbine rocky mountain-, espero que te gusten.
-¡Santa Catalina! Están hermosas -las acepté-. Gracias, son mis flores favoritas. ¿Cómo te enteraste?
-A las chicas rudas les gustan los detalles personalizados -me lanzó una sonrisa pícara.
-¿Cómo supiste dónde vivía?
-Te seguí anoche -me miró con nerviosismo-. No podía dejarte ir así.
-Ni siquiera sabes mi nombre -susuré.
-Pero sé que bailas muy bien -me guiñó un ojo-, me llamo Tock Daniells, tengo veinte años y me encuentro en una situación complicada.
-¿De qué situación hablas?
-Creo que estoy enamorado de ti -quedé en shock, hay San Patricio que la tierra me trague ya mismo- ¿estás bien?
-Debes alejarte de mí -le sugerí.
No sé cómo, pero quedé atrapada entre el cuerpo de él y la pared.
-Solo quiero a la sirena de anoche -me acarició la nariz con la suya-. Quiero qué te sientas segura cuando estés conmigo, deseo que me desees como yo te deseo.
-Pues esa sirena se perdió -dije pasando por debajo de sus brazos-. Gracias por las flores, están hermosas. Bueno, adiós -mientras miraba las flores e iba caminando, sin darme cuenta un ciclista venía hacia mí.
-¡Cuidado! -lo escuché gritar, cuando miré hacia delante ya era tarde. El golpe fue un poco fuerte lo que provocó que cayera en la acera.
-Dios mío, ¿te encuentras bien? -se acercó corriendo.
-Sí -me reí a carcajadas-, solo me saldrá un raspón en el brazo.
-¿De qué te ríes?
-De ti -me reí más fuerte-. Tienes que ver tú cara es la más graciosa que he visto.
-Me he asustado, ¿segura que estás bien? -se notaba su preocupación.
-Que sí, las chicas rudas también somos fuertes.
-Eso no lo dudo -me ayudó a ponerme en pie y me rodeo la cintura-. ¿Me dirás tú nombre?
-Rebecca, Rebecca Reynolds, tengo dieciocho años y estás invadiendo mi espacio personal -sonreí.
-No me has atacado así que asumo que tengo tú consentimiento -me miró a los ojos.
-Te aprovechas de la situación -me quemaban las mejillas.
-Y lo seguiré haciendo.
-Llegaré tarde a la universidad.
-Te llevaré... Sólo si me prometes una cosa.
-¿Qué?
-Que cenarás conmigo esta noche.
-No puedo Tock. -bajé la barbilla-. Tengo que estudiar, se acercan los semestrales.
-Entonces vendré aquí y cenaremos en tu apartamento. Prometo portarme bien y ayudarte a estudiar.
-No te rindes ¿verdad?
-No conozco esa palabra, vamos Becca di que sí invito las risas -sonrió-, traeré la comida será especial.
-Me temo que no puedo decirte que no. Ahora llévame a la universidad.
-Vamos, preciosa.
Llegué a la universidad a tiempo el Veloster de Tock -su auto- es súper rápido. Las clases transcurren lentamente deseo irme a casa, tengo todo en desorden. Decido que es hora de marcharme, debo arreglar mi jungla sino moriré de vergüenza.
Al salir de la facultad escucho sollozos, me dirijo hacia el sonido y veo a una chica con el rímel corrido.
-¿Qué tienes? -le pregunto.
-Mi novio me acaba de dejar por otra chica.
-¿Es enserio? Nena, un hombre no merece tus lágrimas. Mírate, eres hermosa. Si Dios lo alejó de tu vida es porque vendrá algo mejor para ti. No necesitas a nadie para ser feliz, la felicidad la obtienes de tus logros. Si no te quieres ¿quién lo hará? -la miré a los ojos- Es momento de qué te des cuenta que la vida es muy corta. Si no vives el ahora lamentarás el mañana. Ánimo, mejores cosas vendrán.
-Gracias por tus palabras -se levantó y me abrazó-. Te debo una.
-No me debes nada, solo disfruta cada momento de tu vida ¿entendido? -le pregunté.
-Entendido.
Llego a mi departamento y esto parece la búsqueda del tesoro. No sé ni por dónde empezar, la sala de estar será mi primera víctima. ¡Hay San Clemente que no me aparezca una serpiente!
Han pasado dos horas, solo me falta el cuarto. Me dirijo a Whole Food Market porque necesito mi ración diaria de Sopa Nissin. Luego de tenerla en mis manos voy a mi departamento a preparármela. Dios, que delicia... Me la termino y continuo limpiando. Cuarenta minutos después todo está impecable solo me queda ducharme y comenzar a estudiar para el semestral.
Son las 6:50 p.m. Tengo mucho sueño, decido ir a la cama, pero escucho el timbre y me dispongo a abrir. Me encuentro a Tock parado ¡está tan guay!
-Pasa -le digo sonriendo.
-Bonitas piernas -miro hacia mis extremidades y descubro que solo llevo una camiseta encima ¡por amor a Dios, estoy en bragas!
-Tock, ¡voltéate ya mismo! -le grito.
-Espera dame cinco minutos más.
-¡Tock! -le lanzo el almohadón del sofá en la cabeza.
-Está bien, está bien -se volteó.
Salgo corriendo hacia el cuarto, no puedo creer que haya abierto la puerta en paños menores. ¡Muero lentamente! ¿Qué pensará de mí? Tengo mucha vergüenza, me quedaré aquí encerrada. No puedo mirarlo a la cara.
-¿Becca?
-Vete.
-Pero acabo de llegar -sonrió-. Vamos Becca, sal de ahí.
-No, tengo demasiada vergüenza. No puedo ni mirarte a la cara.
-Bueno entonces sal y tapate los ojos.
Abrí la puerta y lo encontré con las manos en los bolsillos -un gesto tan propio de él- me atrajo a sus brazos y me besó el cabello.
-No tienes por qué avergonzarte, eres hermosa lleves lo que lleves -me agarró la cara e hizo que lo mirara-. Aunque esos pantalones de osito, te quedan mucho mejor -se burló.
-Gracias -sonreí.
-Ven vamos, tengo mucha hambre y si no me alimento te comeré a ti.
-Ah no, eso sí que no.
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Regresa a mí de Ana G. Best [Parte I]
General FictionSumérgete en esta historia que desatará todos tus sentidos, mantente alerta, porque lo que viene te sorprenderá. Mí nombre es Rebecca Reynolds o eso creía. Una historia fuera de lo común. ¿Crees que podrás leerla? -Formo parte del movimiento #EDLR...