Capítulo 21

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Me volteo. Pongo mi cara de pocos amigos y me concentro en evadirlo.

-Discúlpame.

-No, no lo haré. No puedo permitir que me sigas tratando como un trapo sucio.

-Trato, de ser más cordial contigo y termino arruinándolo todo, no sé qué te hayan hecho -no toques esa llaga, Davon-, la verdad siento que puedo destruirte con solo mirarte.

-Quiero que te alejes hay una línea muy fina y no te dejaré cruzarla.

-¿Me estás retando?

-Tómalo como quieras.

-Así que solo huyes de los rufianes -hizo las comillas con los dedos- como yo, ¿a eso te dedicas?

-Mira pedazo de animal, no es mi culpa que no tengas una novia con la que puedas follar veinticuatro horad al día, los siete días de la semana. Busca algo mejor que hacer y déjame en paz.

-¿Dijiste orad? No entendí, ¿tengo que orar para follar o follar para orar?

-Se me enredó la lengua.

-Yo puedo desenredártela.

-Primero me quito un ojo antes que besarte a ti.

-Eres una pervertida, nadie habló de besos. Yo puedo darte uno por dos dólares -me tiró uno.

-¡Que patético! -da un paso hacia mí y me echo a reír a carcajadas.

-Acabas de pisar popó, me siento tan feliz...

-Nunca te han embarrado de popó ¿verdad?

-No juegues con la suciedad -se acerca lentamente a mí-. Davon... -sentencié.

-Te propongo un trato: Quédate en la casa de mis abuelos, prometo no mirarte, ni respirar cerca de ti. Cuando estés con ellos no sabrás nada de mí, te lo prometo y yo cumplo mis promesas. No tienes a donde ir, me preocupa que no te alimentes o que alguien te encuentre y te aleje de mí, tienes que... -lo interrumpí.

-Disculpa, ¿qué?

-¿Qué de qué?

-Dijiste que... Mejor olvídalo. ¿Qué ganas tú con todo esto?

-Sé que estarás segura aquí, estable.

-Mira guapo, yo estoy hastiada de tus cambios de humor. Me hablas bonito como todo un poeta y luego me tratas como un sapo aplastado. No quiero tener ningún tipo de contacto contigo.

-Y no lo tendrás sí te quedas aquí. Te advierto que si decides marcharte me volveré tu sombra.

-¡Bueno, bueno que pesadito eres!

-Vosotros dos entráis de una buena vez, no me hagáis usar las chanclas -sinceramente no entendí que dijo la abuela.

-¿Qué dijo? -pregunté.

-Que me dieras un beso -caminaba con paso seguro de vuelta a casa.

-Creo que tendré que aprender a hablar castellano.

Entro a la casa y dejo las maletas en la sala. Aparece Davon y las agarra.

-¡Hey! ¿A dónde las llevas?

-A mí habitación.

-Ni sueñes que voy a dormir contigo.

-Cariño, sé que necesitas que alguien como yo te haga el amor, todo a su tiempo. No luzcas desesperada.

-Eres un...

-Hija mía, nosotros tenemos un trato con él. Mantén la calma. Sube a la habitación de él será la tuya por ahora.

Al llegar a la habitación quedo asombrada porque tiene todo en orden, me siento como si estuviera en el ejército me refiero a que allá todo está impecable. Me empapo de todo lo que veo, guardando cada pieza en mi memoria.

Me acerco a su cómoda y veo un reloj de oro muy hermoso. Lo tomo con suma delicadeza y aprecio su forma miro cada detalle. Él está detrás de mí.

-¿Acostumbras a tocar lo que no es tuyo? -me susurró al oído.

-Invades mi espacio personal -dije muy bajito.

-Todo lo que esté dentro de esta habitación me pertenece, incluyéndote a ti.

-No soy un objeto.

-No, no lo eres -me hizo girar-. Solo eres una niña que no ha recibido todo lo que se merece, alguien que no ha reído lo suficiente, alguien que no sabe qué es divertirse a lo grande. Escucha Hayli, cuando te vi en ese avión, me sentí el idiota más afortunado, cantabas cada letra como si fuera la última vez que lo harías. Y qué decir de tu sonrisa, me dejó fuera de control; ya no supe que hacer ni que decirte.

-Me prometiste algo.

-Eh, eh, dije solo cuando estés con mis abuelos. No dije nada de cuando solo estuviéramos tu y yo...

-Davon...

-No soy un ogro, Hayli. Ambos tenemos que conocernos y tratar de que -alzó los brazos al cielo- nos llevemos bien. Ahora, prepárate.

-¿Qué? ¿Para qué?

-Dejaré caer mi toalla sexymente...

-Eso sí que no.

-No tengo opción, no puedo andar con las bolas guindando. Debo ponerme el sostén.

-¿Usas bra?

-Hablo de los calzones. No entiendes mi léxico, hieres mi corazón, mira como caen los pedazos.

-Ya entendí, me voy ─camino hacía la puerta.

─Hayli...

─¿Sí? ─volteo.

─Eres muy hermosa. Hablo enserio.

«Que dulce es» pienso. Al salir, me recuesto a la pared y me dejo caer.

Soy una persona infeliz, cada día recuerdo el momento justo cuando abusaron de mí. Siento que Brianna vendrá a por mí uno de estos días, tengo miedo de arrastrar a los abuelitos y a Davon a mi perdición. Ellos arruinaron mi vida, no pude continuar mis estudios de Medicina, perdí amigos y gané a muchos enemigos. No puedo ceder con Davon; debo protegerlo, mantenerlo a raya. Procurar que sea feliz.

Gracias Diosito por mandarme a estos ángeles, ellos me rescataron.

Les devolveré el favor solo dame la fortaleza necesaria para seguir adelante y enfrentar todo lo que está por venir ─las lágrimas corren libremente por mis mejillas─. Ya no quiero sufrir.

Saco mi teléfono y me voy a la carpeta que hice. La misma contiene las canciones que me pasó Davon en el avión. A pesar de que solo hablo inglés, me gustan las canciones en español. Le doy clic a: Creo en mí de Natalia Jiménez.

Ya me han dicho que soy buena para nada

y que el aire que respiro está de más

me han clavado en la pared contra la espada

he perdido hasta las ganas de llorar.

Pero estoy de vuelta estoy de pie y bien alerta

eso del cero a la izquierda no me va.

Creo en mí, es mi obligación hacerlo. Sí he sobrevivido todo este tiempo, puedo seguir peleando por encontrar la estabilidad que tanto anhelo. Recibo un mensaje:

Davon es un Dios en la cama.

Atte: Brianna.



Regresa a mí de Ana G. Best [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora