Capítulo 31

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-¡Davon, cálmate! No te hace bien ponerte así.

-¡Tú me dañaste! Te di todo de mí y lo tiraste a la basura. Me dejaste y ahora vienes a burlarte de mí.

-No me estoy burlando, eres importante en mi vida y me preocupo por ti.

-¡Ahórrate toda esta mierda! ¡Desaparece! Espero que seas muy infeliz, no quiero verte nunca más.

-Davon... Creo que estás muy alterado.

-Eres la peor persona que he conocido, no entiendo cómo me enamoré de ti. No valoras nada, tienes tantos problemas que ya perdí la cuenta. Haré que mi lo que sea, vuelva a funcionar sin ti. No menciones ni una palabra más, soy capaz de sacarte del hospital por las creñas -doy media vuelta. Me escabullo entre los auxiliares y pacientes.

Recibo un mensaje de texto.

Tienes que estar a las once de la mañana en el edificio de los Hummer. ¡Es una orden! Brianna.

No es el mejor momento, mi cerebro aún no procesa la reacción de Davon, no creí que se sintiera de esa forma.

Valiente no es aquel que se da golpes de pecho y se llena la boca diciendo lo perfecto que es, valiente es aquel que a pesar de sus errores levanta la frente muy en alto y enfrenta sus miedos, aunque muera en el intento.

Cuando en una relación se pierde el respeto y es reemplazado por el odio o el rencor lo más sano es dar vuelta de hoja.

Lo mejor para ambos es olvidarnos y comenzar a vivir con el dolor. Sé que soy la causa principal así que no es necesario que finja.

Espero que pueda recompensar cada lágrima que ha brotado de su rostro.

-Tengo una cita con el señor Collen -estoy como nueva: coleta alta, blusa de tirantes roja y encima llevo un blazer blanco ajustado, acompañado de una falda con pliegues estampada que combina a la perfección.

-¿Me permite su nombre? -se ve que le gusta su trabajo, sonríe con naturalidad y yo le correspondo de igual manera.

-Soy la intrusa.

-¿Perdone?

-No se sorprenda, hágale saber que ya llegué. Adviértale que no pretendo esperar más de cinco minutos. Estaré por allí -caminé hacia el sofá color limón. Muy escandaloso para mi gusto. Estoy a punto de sentarme cuando...

-¡Zulayn! Tu visita me ha caído por sorpresa.

-Teníamos una cita, querido.

-Claro, claro -me alcanza y coloca su mano en la parte baja de mi espalda, me freno en seco.

-Vuelves a ponerme una mano encima y te la parto -me mira con deseo, cuadra los hombros y me invita a continuar.

¿Por qué estoy haciendo esto? Veamos, le debo un favor a Brianna. Y sé que después de esto desaparecerá de mi vida para siempre.

-¿Algo de tomar?

-Un frappe de chocolate, si no es mucha molestia.

-Está bien, ¿me acompañas a la cocina?

-No, puedo esperar en tu despacho.

-Al fondo a la derecha, gira a la izquierda, baja las escaleras, arriba en la repisa está la llave. No toques nada -estoy mareada, las direcciones no se me dan y obvio no voy a decirle que me repita lo que dijo.

Una dama jamás debe perder el glamour. Elevo mis plegarias al cielo, miro al suelo y descubro que hay huellas. Están pintadas de verde, ¿al señor dinero también se le olvida llegar a su despacho? -sonrío con ironía- sigo las mismas, alcanzo el estante y la llave me deja atónita.

Es idéntica a la que llevo colgada en mi cuello, la mía tiene grabado:

Rebecca.

Y la de él dice:

Reynolds.

-¿Estás bien? Te veo algo pálida -dijo a mi espalda.

-¿Qué haces tú con esta llave?

-Es la que abre mi oficina.

-Collen, déjate de rodeos. ¿Qué haces con la llave? ¿Y por qué dice Reynolds?

-Más vale que entres Rebecca Reynolds. Tenemos muchas cosas que aclarar, ¿qué se siente ya no tener el control? Dime, ¿debilidad o miedo? Te dije que entraras -me empujó.

-¡Siéntate! -no me dominas Collen- ¡Te dije que te sentaras! -me agarra por el codo, ejerce presión sobre él provocando que me siente- Sé quién eres, mas no lo que pretendes. Te conviene hablar, pareces muy inocente como para querer conocerme. ¿Ostras? No se te ocurrió algo más ¿genuino? ¡Habla!

-No diré nada, hasta que me expliques ¡cómo carajo conseguiste esa llave!

-Fácil, fui el mejor amigo de tu abuelo. Conozco las "cartas" -hizo las comillas en el aire, mientras caminaba por la habitación- a la perfección, ¿cómo piensas que llegaron a ti? ¿Por la divina misericordia? ¡No seas patética! Tu querido abuelo te dejó una cuenta bancaria muy jugosa, que por cuestiones de la vida tuve que utilizar. Gracias a ese ingreso hoy puedo gritar a los cuatro vientos que soy millonario -dijo esta última con orgullo.

-Basura.

-¿Yo soy basura? ¡Ja! Lo dudo mucho, solo aprovecho oportunidades. Estuviste con él... ¿Te habló de la caja? -se acerca a mí. Me mira con determinación- ¡Responde! -siento el escozor en mi mejilla.

-¡No vuelvas a ponerme una mano encima!

-Entonces has lo que se te dice y así nos evitamos malos entendidos. ¿Te habló sobre la caja?

-Sí.

-¿Sí, qué?

-Collen no estoy para tus absurdos juegos mentales.

-Bien. La caja tiene tesoros de tu infancia, también hay algo para tu hermana. Y está el sobre que contiene los datos de la cuenta bancaria. Nada relevante... Para abrirla necesitas ambas llaves. ¡Dámela, esta es de mi propiedad! -la arranca de mis manos- Ahora tienes que contarme ¿quién es Zulayn Mitch y para qué me busca? -le cuento que es un nombre falso; además de que quiero que firme un contrato- Interesante, ya imagino el fin del resort. ¿Quién te mandó?

-No quiero decirte, si vas a matarme hazlo. -me acarició el mentón.

-Rebecca, no juego de ese modo. Dime quién está detrás de todo esto.

-Brianna Reynolds.

-Vaya, vaya -arrastró una silla y se sentó frente a mí-. Esto promete, ella te ha hecho mucho daño a lo largo de tu vida. Sé muchas cosas quiero que me detalles todo, es momento que pague todo lo que ha hecho.

Regresa a mí de Ana G. Best [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora