Parte XXX

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Nico estaba decidido a comenzar la masacre que nadie jamás habría visto, quería ver sangre bañando las calles de la ciudad, atacaría las casas y todo lo que estuviera en su camino. Enio estaba junto a él y le había dicho que tendría su bendición para acabar con todo lo que se moviera.

Empezaría con el lugar donde empezó todo: el instituto, así que convocó al primer grupo de esqueletos, gracias a la ayuda de los dioses sus fuerzas le permitían convocar a un gran número de guerreros dispuestos a todo. Conforme salían de la grieta que Nico había creado, los esqueletos comenzaron a destruir el edificio que estaba vacío, pronto comenzaron a surgir más grietas del suelo que hacían temblar a la calle entera y las ventanas del instituto comenzaron a quebrarse.

Nico veía todo con una increíble indiferencia desde su carro, incluso cuando el edificio colapsaba y quedaba hecho escombros.

-Nico, creo que esto no tiene sentido- Peito le hablaba desde otro carro- la ciudad está a tu merced, si quieres una guerra tienes que tener un rival al cual vencer.

-Ella tiene razón Nico, tu poder ha debilitado a casi todos los seres vivos de este lugar, será una masacre sin sentido y ninguno de los dioses volteará a verte- ahora era Enio quien le hablaba

-Acabas de decir que he podido debilitar a casi todos, ¿quiénes siguen de pie? ¡Quiero nombres!- Nico comenzaba a sentirse furioso, su plan no estaba saliendo como quería, tenía que hacerse notar más que nunca.

-Es un lugar que tal vez conozcas, pero te aseguro que si lo atacas, los dioses te pondrán toda la atención que quieres

-Dije que quiero nombres Enio- Nico mantenía la mandíbula apretada debido a la ira que se estaba apoderando de él, mientras que la diosa sonreía.

-El campamento mestizo- respondió finalmente la diosa

-Ataca el campamento, haz que se presenten los hermanos de Enio y obliga al mundo a rendirse ante ti, que sepan que nadie puede ser más fuerte que el rey de los fantasmas- las palabras de Heracles llegaban de manera lenta a la cabeza de Nico- ataca al Olimpo en su punto más débil y sensible: sus hijos.

"El campamento mestizo", algo en su cabeza le decía que ese lugar significaba algo pero estaba cegado por la furia, así que se puso a pensar en sus opciones, podía retirarse pero eso significaría que se rendía y eso no era lo que quería, o podía hacer lo que le decían y atraer la atención de los dioses y sobretodo de dos dioses que se habían burlado de él todo este tiempo.

-Nico, no los escuches- era Hazel quien corría sobre Arion hacia su dirección, era extraño verla, por momentos creía que se había imaginado que tenía una hermana, mejor dicho, otra hermana, una que estaba viva. Esos pensamientos se volvieron confusos y Nico volvió a sentirse furioso.

-Quítate de mi camino- respondió el hijo de Hades

-No

-Como gustes- con una mueca, Nico comenzó a crear una grieta justo bajo los pies de Arion, pero el caballo era rápido así que logró evitar caer y siguió avanzando hacia Nico. En ese momento flechas pasaron cerca de la cabeza de Nico, cuando volteó se dio cuenta que era Frank disparando desde un edificio.

En el momento en que iba a mandar esqueletos hacia Frank, sintió como algo lo golpeaba en el hombro y de nuevo una flecha pasó junto a él. Esto era un juego de niños, y él ya se estaba cansando, sobre todo cuando sintió un segundo golpe que lo hizo tambalearse.

-Suficiente, si quieren pelear, hagámoslo- Nico hizo el ademán de bajarse del carro pero Enio lo detuvo- déjame, es algo que tengo que hacer- Enio miró a Peito quien asintió y soltó a Nico que se bajó del carro- son míos y que nadie se meta.

El ascenso y caída de Nico di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora