Un segundo de shock.

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Natsu.

Lucy y yo estábamos estacionando el auto en la cochera de Gray. La fiesta había comenzado hace unas horas, pero aún así estaba por reventar la mansión de toda la gente que había. En pocos minutos la fiesta de Gray había pasado a ser histórica y a acaparar la mayoría de las próximas pláticas. 

Desde manzanas atrás se oía cómo la música reventaba los oídos de los estudiantes y cómo la fila de autos cada vez parecía ser cada vez más infinita. Los lujosos autos que pertenecían a Fairy Tail decoraban todas las cuadras a la redonda y las chicas paseándose con diminutos vestidos parecían querer habitar los alrededores.   

Cuando Lucy pareció haber terminado de aparcar el coche, salimos de la cochera y nos adentramos a la gran mansión mientras combatíamos juntos a las avalanchas de estudiantes que se formaban para entrar. 

Sin embargo, nada era mejor que afuera. La gente sobraba en ese lugar junto con el alcohol, la música resonaba en todo el lugar junto con el olor a droga y justamente a estas alturas recordaba el porqué no había asistido a una fiesta que Gray ofreciera. 

Lucy se abrazó a mi brazo mientras empujábamos a el montón de personas que bailaban en la pista improvisaba que al parecer aparcaba todo el primer piso. Juntos abatimos contra las personas que restregaban sus cuerpos sudorosos entre sí.

—¡Lucy! —gritó alguien entre el montón de gente y después de unos segundos buscando entre todas las personas, encontré a Erza estirando su mano despavorida para llamar la atención—. ¡Lucy! —volvió a gritar y en un momento ya se encontraba con nosotros—. ¡Las chicas ya llegaron! 

—Hoy vine con Natsu. —respondió la rubia a mi lado y Erza después dirigió su mirada a mi, como pidiendo permiso para arrastrar a la Heartfilia consigo.

—Sólo cuídate. —la solté y dejé que la pelirroja se la llevara a algún lugar de la mansión.

Volvía a caminar entre la multitud y así llegué a las escaleras, que daban al segundo piso. Subí y en el último peldaño puede ver a Gray repartiendo besos sin descaro alguno a dos chicas que se restregan con menos vergüenza que él sobre su entrepierna. Carraspeé incómodo. 

—¡Dragneel! —grita el chico en cuanto me ve y con ambas manos me indica que me acerque. A simple vista notaba que las copas se le habían pasado y sin embargo, respondí a su saludo de una manera muy similar: 

—¡Fulllbuster!

—Pensé que te quedarías en tu departamento viendo las telenovelas con una taza de café y el periódico de tu padre. —me contestó de vuelta y supe que no sólo se le habían pasado las copas, también los barriles. 

—Ya ves. —extendí mis brazos indicando el lugar y situación en la que me encontraba—. Estoy en tu cárcel. 

—Siempre fuiste muy romántico. —dijo y después volvió a dirigir la mirada a el par de chicas que seguían paseando sus manos por el torso de mi amigo—. Chicas, lamento decirles que la única perra en mi corazón es Natsu, así que les pido de la manera más delicada que se larguen a mamar penes a otro lado, gracias. —terminó arrastrando las palabras y ambas morenas se fueron a regañadientes, pero sin mostrar ofensa alguna.  

Todos seguimos festejando nuestra victoria de hoy, al estilo Fairy Tail o al estilo de Gray que a estas alturas suponía que se encargaría de demandar cuál sería el estilo del instituto. No bebí en ningún momento y tampoco vi a Lucy pasearse en donde yo me encontraba, ahora sólo estaba sentado en la enorme mesa de la cocina con todo el equipo de fútbol y los invitados y demás estudiantes nos rodeaban en una gran multitud que cada vez gritaba más eufórica. 

Después de tantas peleas y discusiones, hoy confirmaríamos quién era en verdad el más fuerte del equipo con una ridícula ronda de vencidas. En la primera ronda salieron Sting y Orga, junto con Gajeel, que después de estar diez minutos con Gray sin que se decidiera el vencedor, fue eliminado ya que su brazo estaba a centímetros de tocar la mesa. Sólo quedábamos Laxus, Gray y yo.   

—Sabía que quedaría ustedes. —nos animó alguien del público y me di por aludido. 

Iba a empezar mi partida contra Laxus, debía prepararme si quería vencer al ex-luchador del instituto, sin embargo, sólo pasé la mirada por los cientos de personas que nos rodeaban y busqué a Lucy entre la multitud. En ese instante el tiempo se detuvo y pareciera como si la ley del hielo se aplicara para encontrar a la Heartfilia, aún así ella no se encontraba. Me levanté de mi asiento de la mesa y me hice campo entre todos los invitados que gritaban apoyando a la batalla que se estaba dando. Corrí por el corredor que conducía a la pista de baile y busqué nuevamente su cabellera y la encontré al otro extremo de la pista bailando pacíficamente con Erza.

—¡Lucy! —grité pero la música hizo de mi llamado un susurro.

Empecé a hacerme paso entre la gente y cuando Lucy estaba a unos metros de mi, un chico de llamativo color naranja se posa a su lado y coloca ambas manos de las caderas de Lucy. Pero lo que más me sorprendió fue que ella no se moviera, retirara sus manos o siquiera se diese el tiempo en molestarse, sólo entró en un tipo shock y dejó abiertamente que el desconocido paseara sus manos sin cuidado por su cuerpo. Pero para hacer aún mayor mi sorpresa, lo pasó después me dejó sin palabras. Justo cuando llevaba el puño en alto para golpear al chico, alguien se me adelantó, alguien impactó su puño en su mejilla izquierda y por si fuera poco lo derribó al suelo.

—¿Acaso estas loca? —le gritó el chico desde el piso haciendo presión en su nariz. Lucy sólo permaneció inmóvil y con su puño aún en el aire, se veía asustada, como acorralada y sin salida. Me sorprendía lo desconcertada que parecía estar por el simple hecho de golpear a quien quería abusar de ella. 

—¡Lucy! —corrí a su lado y sin previo aviso tomé sus hombros para que me mirara y se diera cuenta que estaba aquí con ella.

—Natsu... —susurró y sus ojos se humedecieron. 

No pude evitar abrazarla al verla tan débil y sentí una necesidad inhumana de protegerla. Pero que el chico siguiera aquí después de lo que había pasado, me cabreaba; yo también quería hacerle pagar lo que había hecho, sin embargo sólo le grité: 

—¡Lárgate de aquí! —y con ese bastó para que él desapareciera. 

—Natsu... —volvió a susurrar contra mi cuello y por impulso la abracé aún más fuerte. No entendía porque su existencia había bajado tan rápido en tan poco tiempo—. Sácame de aquí... —murmuró de nuevo y no la cuestioné, la saqué de ahí tan ŕapido como pude, yo sin soltarla y ella sin soltarme. 

Caminamos apurados por ir a casa hasta la cochera, pero para mi suerte, ya estaba bloqueada de autos que impedían la salida. Mi departamento no estaba lo suficientemente lejos, por lo que empezamos a caminar con rumbo hacia allá en un intento de abandonar la fiesta.

—¿Qué fue lo que pasó hace un momento? —pregunté después de un silencioso recorrido de algunos diez minutos. 

—S-su tacto. —balbuceó y la abracé—. Me recordó a mi violación. —y la abracé más fuerte. 



Un Papá Con...16? [NaLu]. Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora