Lunes: una mañana común.

5.2K 482 80
                                    

Zeref.

—¡Zeref, el desayuno está servido! —ese fue el grito mañanero de mi padre, llamando desde la cocina pidiendo mi presencia. Rápidamente terminé de atar los cordones de mis zapatos y salí corriendo de la habitación que compartía con Natsu.

Corrí por todo el corredor del departamento y llegué hasta el pequeño comedor de madera de cuatro sillas situado a lado de la sala y cerca de la puerta principal.

—¿Durmió bien, jovencito? —preguntó Natsu saliendo de la cocina con un delantal colgando de su cuello y amarrado en su cintura, dos platos de comida en ambos brazos y su alegre y reluciente sonrisa que me regalaba todas las mañanas. Que buena manera de empezar el día.

—¡Claro que sí! —le contesté tratando de formular una sonrisa igual de radiante que la suya para responder su acción de nobleza.

—Espero te guste el desayuno. —dijo mi padre con un poco de esperanza en su voz, como si fuera un pésimo cocinero, cuando en realidad era uno genial. Natsu dejó un plato con dos huevos estrellados acompañados de tocino sobre la mesa, sonreí en aprobación al desayuno y me senté en la mesa para comenzar a comer.

Mi padre se sentó frente a mí y empezó a comer su desayuno acompañándome en la mesa.

—¡Buenos días! —saludó el abuelo Igneel apareciendo por el umbral de la puerta del comedor con un periódico en manos y una enorme mirada de sueño apoderándose de él.

—¡Buenos días! —saludamos Natsu y yo al unisono y al segundo que terminamos de saludar, nos miramos a los ojos para después terminar llenando el departamento de nuestras sonoras carcajadas.

—Zeref, apúrate a comer que se me hace tarde tarde para ir a la preparatoria. —dijo Natsu de la nada, después de revisar la hora en su reloj de mano al paso de unos minutos.

Cuando estaba por pinchar un trozo de tocino con el tenedor, los golpes de la puerta principal del departamento hicieron que todos dejáramos de hacer nuestros labores para mirar hacia la puerta de donde venían los ruidos. Natsu se levantó de la mesa aún con el delantal y se dirigió a abrir la puerta, al llegar giró la perilla para dejar ver a un Gray parado en el umbral de la puerta con una enorme sonrisa, igual de grande como las de Natsu.

—¡Tío Gray! —grité emocionado y corrí hasta a él para abrazarlo. Gray y Natsu son mejores amigos desde que tengo memoria, que es más o menos desde los diez años. Gray es considerado de la familia desde hace mucho, creo que mucho antes yo; me regala juguetes en mi cumpleaños, juega conmigo y muchas otras cosas con la condición de que lo llame tío. Claro que iba a aceptar el trato. 

—¡¿Cómo estas, cabezón?! —me preguntó él con voz juguetona mientras revolvía mi cabello con una mano.

—¡De maravilla! —le contesté con demasiada energía dándole a entender que sí estaba bien.

—¿Qué haces aquí, hermano? —preguntó Natsu interviniendo nuestro reencuentro haciéndole un ademan para que pasara y Gray así lo hizo.

—Soy el chofer oficial de esta familia y todavía lo preguntas. —dijo Gray en un tono obvio que hizo reír a Natsu.

Gray es hijo único de los dueños de la empresa Fullbuster que es muy importante en el país. Hasta ahorita sus padres están colocados como unos de los más ricos e importantes del país y fueron ellos quienes marcaron y sobresalieron a Magnolia del mapa. Me sorprende que Gray no sea el típico estereotipo de niño rico porque él es muy simpático y amistoso con nosotros que somos considerablemente pobres.

—¡Muévanse sino quieren llegar tarde! —gritó Gray golpeando sus palmas sobre el aire indicando así que él estaba poniendo el orden en el departamento. Era algo egocéntrico, sólo un poco. 

Natsu se fue a la habitación y salió sin delantal. Sustituyó aquel trapo de cocina por su ropa deportiva de fútbol americano, que consistía en una sudadera azul marino con el logo de la escuela en el lado izquierdo del pecho y el número de jugador en la espalda junto con su apellido, una playera blanca de cuello redondo debajo de la sudadera, unos pantalones gastados de mezclilla y unos converse azul marino; el anticuado gusto para vestir de Natsu, pero no se ve mal, al menos no en él.

—¿Estas listo, Dragneel? —preguntó el Fullbuster.

—Sí, ya vámonos. —dijo mi padre y tomó su mochila del sillón de la sala.

—¿Y tú, Dragneel menor? —me pregunto esta vez Gray.

—Sí, ya vámonos. —dije copiando la acción de mi padre de tomar la mochila de la sala y salir del departamento.

—Pórtense bien los tres. —alcancé oír gritar a mi abuelo en cuánto cruzamos el umbral de la puerta.

Al salir caminamos por el pasillo que dirigía al elevador del edificio, y en el cual nos montamos para llegar a la recepción del primer piso. Cuando llegamos a la primera planta vi el deportivo de Gray estacionado frente a el edificio; un corvette azul que brillaba con el más mínimo reflejo. Y así piensa en no llamar la atención.

—¡Wow...! —se salió involuntariamente de mis labios ante el escultural carro de Gray como siempre que veía algunas de sus naves. Maldito niño rico.

—Súbete, hijo. —me ordenó mi padre que se sentó como copiloto, yo por mi parte me brinqué en la parte trasera a esperar a Gray que estaba coqueteando con una vecina del edificio—. ¡En 15 minutos cierran el kinder de mi hijo! —gritó Natsu parándose un poco en el auto para que Gray pudiera verlo.

El susodicho vio de reojo a Natsu y pareció decirle algo a la vecina ya que ella le dio una nota, Gray ante la acción corrió ya satisfecho hasta el auto mientras la vecina le gritaba su nombre.

—La vecina del tres G esta buena. —dijo Gray en cuanto entró al auto mientras sonreía.

—¿Podrías callarte? Mi hijo está atrás. —dijo Natsu con un poco de molestia en su voz, que era más una de advertencia.

—Él es un hombre, tarde o temprano sabrá lo que es bueno y lo que no lo es. —dijo Gray y arrancó el auto.

—Espero y sea tarde, Zeref sólo tiene cuatro años. —contestó mi padre en tono obvio.

—Claro, olvide que eres el mejor padre del mundo, incluso eres mejor padre que él mio ¿Zeref, te importaría que compartiéramos a Natsu como padre? —dijo Gray burlándose de Natsu mientras me miraba por el retrovisor, para al terminar, guiñarme un ojo de manera cómplice. Natsu solo rió y golpeó su hombro en son amistoso.

—Idiota.—resopló Natsu en un suspiro.

—¡No! —ironizó Gray—. ¡Groserías frente al niño no! ¡Sólo tiene 4 años! —siguió gritando Gray imitando a una madre desesperada lo cual me causó gracia.

El resto del camino seguimos haciendo bromas y al llegar a mi escuela, la mirada de todos los niños se dirigió al auto de Gray y yo me sentí algo superior por llegar en esa nave. 

—Te portas bien, te cuidas y te comes todo. Paso por ti en la salida. —dijo Natsu en son fraternal mientras me abría la puerta del auto.

—¡Todo menos las espinacas!—ironizó Gray de nuevo desde su lugar y eso causo que yo riera.

—Te cuidas. —dijo Natsu y me dio un abrazo el cual correspondí al instante—. Adiós.

—Adiós, papi. —contestó Gray por mi imitando mi voz, una pésima imitación de mi voz a decir verdad.

—Adiós papi, te quiero. —contesté esta vez yo y besé la mejilla de mi padre.

—Yo más. —contestó Natsu y besó mi frente.

—Adiós, tío Gray. —me despedí de él y Gray sólo me tiro un beso en son de burla.

—Adiós, cabezón. —contestó por fin el Fullbuster mientras yo caminaba hacia el umbral de la puerta de mi escuela, haciendo un ademan de manos de despedida que fue respondido con un ''te quiero''  de parte de Natsu y un''no comas las espinacas''  por parte de Gray.     





Un Papá Con...16? [NaLu]. Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora