Capítulo 8

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Había echado tanto de menos tener a Álvaro tan cerca que apenas me separo de él en toda la noche. Cada vez que me despierto asustado me abraza más fuerte, calma mis sollozos y reparte caricias por todo mi cuerpo.

Como si sus manos arreglasen todo lo que un desconocido acababa de destrozar dentro de mí. Tengo la sensación de que me entiende mejor de lo que yo creo, pero no quiero preguntarle, al menos no aún.

Me levanto y me encuentro solo en la habitación. Corro hasta la cocina donde me encuentro con Álvaro, que me espera con los ojos abiertos.

-¿Cómo estás? –Susurra mientras me abraza.

-Soy gilipollas, Álv... -Sollozo.

-Sh... -Pasa su mano por mi pelo. –Tranquilo. Solo dime una cosa... ¿Por qué lo hiciste?

-Por ti... Porque todo lo que siento cuando estoy contigo es inmejorable, pero solo faltaba eso... Y tú no querías hacer nada conmigo porque yo...

-No, no digas eso. –Suspira. –Es más complicado que eso, Blas.

De nuevo escucharle pronunciar mi nombre hace que me recorra un escalofrío. Me aprieto más contra él que cierra más sus brazos a mi alrededor. ¿Será este el mejor sitio del mundo?

-Anda, vamos a desayunar y a olvidar todo esto, ¿vale? –Sonríe.

Asiento y cambiamos de tema. Me cuesta no pensarlo, pero Álvaro se encarga de distraerme durante todo el día.

Cuando pasa una semana está todo prácticamente olvidado. Álvaro y yo hemos estrechado la relación, ahora sí que parecemos hermanos de verdad. Salvo porque yo sigo pensando en acostarme con él, y porque cada uno de sus movimientos me excita, pero obviando eso...

-¿Estás nervioso? –Sonríe mientras nos sirve la comida. –Solo nos queda una semana para empezar la universidad.

-La verdad es que sí. Me cuesta un poco hacer amigos y el primer día voy a estar solo.

-Yo estaré por allí, nuestros horarios son iguales. Y David también, puedes venir con nosotros. Pero seguro que conoces a mucha gente interesante... -Alza las cejas.

-¿A qué te refieres?

-Ya lo sabes. –Me da un pequeño codazo. –Seguro que conoces a algún chico.

Resoplo. ¿En serio me está diciendo esto? ¿No se da cuenta de que me vuelve loco? Me mira esperando a que le responda, pero tampoco sé muy bien qué decir.

-¿Qué hay de Jose? –Me pongo serio. –Hace mucho que no le veo.

-Está bien... Como siempre.

-¿Os seguís viendo? –Finjo indiferencia.

-De vez en cuando quedamos, sí. Somos... Somos amigos.

Se crea un silencio incómodo. Habíamos conseguido calmar la tensión sexual que había entre nosotros, pero en ese momento todo volvió a salir a la luz. Cada mirada de Álvaro hacia mí era lasciva. No me miraba así desde hacía tiempo, pensaba que había dejado de interesarle.

Intento ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar. Mientras recogemos la mesa me pego a él todo lo posible. Después nos acomodamos en uno de los sofás para ver una película. En lugar de sentarme como siempre, me tumbo sobre su pecho.

-¿Te molesto? –Pregunto pregunto rozando su piel con mis labios mientras siento cómo se eriza la de Álvaro.

-No, para nada. –Pone sus manos en mi pecho.

Pasa toda la película acariciándome suavemente, como si lo hiciera de manera inconsciente. Cierro los ojos y disfruto de ese instante mientras me muevo despacio sobre él. Mi espalda está apoyada en su entrepierna, así que intento llegar a esa zona con cada movimiento.

Cuando la película acaba me giro y apoyo mis brazos a ambos lados de Álvaro, quedando mi cara pegada a su pecho, pero lo suficiente elevada para mirarle a los ojos.

-No ha estado mal, ¿no? –Sonrío.

Álvaro habla mientras yo acerco mi cara a la suya con un sutil movimiento con el que consigo que su pene, que se endurece por momentos, se clave en mi tripa. Cuando estamos suficientemente cerca muevo mi cadera, creando algo de fricción.

-¿Qué estás haciendo? –Gime Álvaro.

-Nada, ¿por qué? –Sonrío lascivo volviendo a moverme.

-¿Quieres jugar? –Álvaro alza las cejas.

-Depende... ¿Cuánto dura el juego?

-Tanto como tú quieras... -Susurra.

Sonrío y le beso. Joder, he echado tanto de menos su sabor, sus labios, su lengua recorriendo mi boca. Los besos se vuelven cada vez más húmedos y me deshago de la camiseta de Álvaro lanzándola al suelo. Él hace lo mismo con la mía y busca mi cuello con sus labios, mordiéndolo despacio.

Siento cómo me arden las mejillas, estoy tan excitado que cualquier roce me hace estremecerme.

-Mira qué cara tienes... -Sonríe Álvaro acariciándome. –Eres un niño.

-Pues mira cómo te tiene el niño... -Sonrío y agarro su erección, arrancándole un gemido.

Comienzo a masajearla despacio, aumentando el ritmo cuando Álvaro lo pide con sus jadeos. Musita mi nombre y cada vez que le escucho aprieto un poco más. Cuando está a punto de derramarse paro y meto su pene en mi boca. Sus gemidos se multiplican, y apenas unos minutos después consigo que culmine.

Me tumba frente a él y se coloca sobre mí, baja por mi pecho depositando suaves besos y mordiscos hasta llegar a mi miembro. Lo introduce de una vez en su boca, chupando cada milímetro. Puedo sentir cómo se ahoga y eso solo hace que me excite aún más. Repite lo que yo le he hecho, cuando estoy a punto de terminar utiliza sus manos. Me corro manchando nuestros pechos desnudos y parte del sofá.

-Nos tocará lavar eso... -Sonríe Álvaro. –Pero ha merecido la pena, ¿no?

-Como si tengo que limpiar toda la casa solo por repetir... -Me acurruco sobre él mientras besa mi frente con suavidad.

Hermanastro | blálvaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora