Capítulo 13.

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Primer día de clases. Empieza mi tercer curso en Periodismo. No estoy nervioso. Mismos profesores, misma clase, misma gente. David, Dani y Jose entre ellos.

Lo de Blas es otra historia. Empieza Publicidad, y está acojonado. No me ha dejado dormir en toda la noche y voy a empezar el primer día durmiéndome en clase. Genial. Se tranquiliza un poco cuando se encuentra con Carlos, que va a estar en su clase, y ambos se van.

Yo entro más tarde, pero he acompañado a Blas, así que me meto en la cafetería y busco alguna cara conocida. Jose está sentado solo en una mesa, así que me dirijo allí y me siento con él.

-Necesito un café -gimo como saludo.

Sonríe, se levanta y, después de darme un beso rápido, se va y vuelve a los pocos minutos con el café en la mano.

-¿Mala noche? -Pregunta.

-El mocoso estaba de los nervios. Ni ha dormido ni me ha dejado dormir.

-Vaya primer día va a tener entonces.

-No -me quejo.- No sé cómo, pero él está como si hubiese dormido dos días seguidos. Y yo solamente quiero pedirle matrimonio a mi cama.

Jose se ríe y yo le doy un sorbo al café. Igual tenía que haber pedido Redbull.

-Oye -dice de pronto.- Pues el mocoso no está nada mal.

Olvido el Redbull. Ya estoy despierto del todo.

-¿Qué? -Pregunto, esperando haber escuchado mal.

-¿Te daría mucho asco tirarte a tu hermanastro? He estado pensando que...

-Ni lo pienses -lo interrumpo.

-¿Por qué no? -Pegunta.

-Mira, Jose, él no es ni como tú ni como yo. Aún le queda algo de inocencia y no seré yo quien se la quite -O sí, pero no contigo en medio, pienso.- Así que solamente te diré esto una vez. No te acerques a Blas. No en ese sentido, al menos.

-Pero...

-Jose -vuelvo a interrumpir- Es muy temprano, estoy muy cansado y no tengo ganas de discutir.

-Ya veremos. Es mayor de edad -Masculla.

Bufo, pero decido hacer caso omiso a esa última frase.

Por algún extraño milagro Dani y David deciden aparecer en ese momento por la puerta de la cafetería, dando voces y riéndose. Vaya dos.

-Buenos días -Dice Dani, dejando el casco de la moto encima de la mesa.- ¿Y Blas y Carlos?

-Ya han entrado -Respondo.- Y no me habléis del mocoso, que esta cara es culpa suya.

David me mira y alza una ceja. Maldita gente que hace que parezca fácil eso de levantar solo una. Suspiro.

-Voy al baño a echarme agua en la cara, ¿vienes, David?

Él asiente y me sigue, mientras que Dani se queda con Jose.

Una vez que llegamos al baño le cuento todo lo que se ha perdido y por los saltitos que da y la sonrisa que tiene se podría decir que le ha pasado a él.

-Entonces, ¿te dijo que te quería y no le respondiste? Vaya palo... -Murmura.

-No sé si lo quiero, David.

-Pero yo sí lo sé, Álvaro. Y él no va a estar esperando toda la vida, y menos ahora con la cantidad de tíos que va a conocer en clase.

Suspiro y miro el reloj. Salvado por la campana. Tiro de David hasta la cafetería y los cuatro nos vamos a clase.

Menos mal que el día pasa rápido y antes de lo que pensaba estoy en mi taquilla soltando algunas cosas.

Salgo por los pasillos buscando a Blas y lo que veo no me gusta. Está apoyado en una pared. Y quién está acorralándolo no es otro que Jose. El niñato sonríe, pero se nota que es forzado. Al menos eso quiero creer. Es como un animalillo acorralado.

Que conste que yo no quería llegar a esto.

Me acerco a ellos y aparto a Jose de un empujón, quedándome entre ambos. En menos de tres segundos le he estampado el puño a Jose en la boca. Le sangra el labio. Ups.

-¿Qué coño haces, Álvaro? -se queja, tratando de limpiarse el labio con el dorso de la mano.

Carlos, David y Dani llegan en ese momento y sé que Dani quiere hablar, pero David lo para.

-Te dije que no te acercaras -le digo a Jose, encogiéndome de hombros.

-Nos vemos mañana -Bufa y se va.

Me giro hacia Blas, agarro sus manos, las pego a la pared y lo beso. Con fuerza, casi con necesidad. Y me la suda quien nos vea. De hecho, sé que cuando me gire me voy a encontrar a Carlos y Dani con la boca abierta, pero me da igual. Me dejo llevar y Blas me sigue el ritmo.

Cuando me separo de él es solamente por falta de aire. Junto mi frente con la suya y suspiro, dándome cuenta de lo que acabo de hacer.

-¿Por qué has hecho eso? -Pregunta.

Porque te quiero. Pienso.

-Porque sí -Respondo.

Y casi puedo notar cómo David rueda los ojos a mis espaldas.

Hermanastro | blálvaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora