Capítulo 21

389 36 1
                                    

No puedo evitar reír cuando escucho las voces de Carlos entrando en la casa mientras que Blas intenta callarlo a base de susurros. Yo, por mi parte, me limito a mandarle un whatsapp a David.

Yo: Dos polvos en un día... ¿estás seguro de que no quieres tú uno?

David: ... ¿Blas?

Yo: Soy irresistible, nene.

David: Lo imaginaba.

Vuelvo a reír y me duermo un rato. Echaba de menos estar en esta habitación.

Sé que llego incluso a soñar, y sueño con un niño de ojos azules que tiene en sus manos algo más que mi cabeza. Y, aunque no es una pesadilla, me despierto cuando está anocheciendo, sudando y alterado. Escucho risas en el pasillo e intuyo que Carlos se va ya. Poco después, oigo la puerta de la casa cerrarse y cómo Blas sube de nuevo y se para en frente de mi habitación. 

No falla. A los tres segundos llama a mi puerta.

-¿Qué quieres? -Gruño, aunque estoy conteniendo una sonrisa.

-Mi madre y tu padre llegan en una media hora, no creo que quieras que te vean aquí -Dice.

-No es asunto tuyo -Replico, y me doy la vuelta en la cama.

Pongo música y me meto en la ducha para relajarme con los acordes del último disco de Coldplay sonando de fondo. 

Cuando termino, voy a mi armario y saco un pantalón de chándal ancho y una camiseta de tirantes. Me revuelvo el pelo y me miro al espejo, y me veo a mí. Y no al mí de Blas, al que cambió por él, al que lo dejó ponerse encima, al que le confesó que lo quería y al que se jugó por él; me veo a mí mismo, al de siempre, al de "mírame y no me toques", al que juega con las personas a su antojo y no quiere a nadie más que a sí mismo. Y no sé si eso es bueno o malo, pero a pesar de todo, yo me siento bien, o al menos empiezo a volver a sentirme bien, casi tan bien como cuando estaba con Blas, aunque eso sería un eufemismo, porque estar con Blas era como estar en el paraíso. Solo que no fui a enamorarme precisamente de un ángel.

Bajo las escaleras y voy directo al comedor. Me encuentro con mi padre, con la madre de Blas y con el niñato, lo tres cenando.

Mi padre me ve y sonrío, y él sonríe, se levanta y viene a abrazarme. 

-Gracias, papá -Susurro.

-Solo espero que lo que tu madre me ha dicho sea verdad y seas el que eras antes -Responde, también en un susurro, y yo asiento, aunque pienso que si él supiera lo que hago no estaría tan contento con que volviese a ser como antes- Ven a sentarte, anda -Añade.

Lo sigo hasta la mesa y me siento al lado de Blas, de que me mira con la confusión escrita en la cara.

-Cariño, Blas... Álvaro va a volver a vivir aquí -Anuncia mi padre, y el orgullo es casi palpable en su voz- He estado hablando con su madre y con él, ha recapacitado, y la verdad es que es una locura tanto ir y venir de Alcalá para la universidad. Estando aquí, al menos va a ir y no va a perder el curso.

-Gracias, papá. Por dejarme volver, digo -Digo mientras juego con el plato de comida.

-No tienes que dármelas, Álvaro, pero ya sabes cuáles son las condiciones.

-No tienes que preocuparte... -Respiro hondo- Lo de Blas fue un error, un calentón tonto y, sobre todo, algo que no va a volver a pasar -Miento, aunque lo hago tan creíble que incluso yo dudo por un momento- Tú más que nadie sabes que no quiero un novio, no por ahora, que estoy tan bien con la universidad y con mis amigos. Además, yo a Blas solamente lo veo como a un hermano.

Escucho a Blas atragantarse y me doy cuenta de lo buen actor que soy cuando incluso a él se la he colado. La única que parece no haberme creído es su madre, y a veces pienso que esa señora es capaz de leer las mentes, pero no le doy más importancia.

Sin embargo parece que Blas se la da, porque cuando lo miro a él tiene lágrimas en los ojos, y cuando me ve mirarlo se levanta de la mesa de un golpe y murmura un "no tengo hambre" antes de salir corriendo.

La mirada de ambos adultos sigue puesta en mí y yo me encojo de hombros.

-Es solamente un crío, ya se le pasará el capricho -Digo, aparentando que me importa menos de lo que en realidad lo hace. 

Cuando escucho el portazo de la habitación de Blas me queda claro que sí, también ha escuchado esa última parte.


Hermanastro | blálvaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora