Capítulo 10.

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Cada día Álvaro me gana un poco más con sus detalles. Siempre está ahí para mí, a veces ni siquiera hace falta que le diga lo que necesito, él simplemente ya lo sabe.

Es nuestro último fin de semana libre antes de comenzar las clases y estoy realmente nervioso, pero una vez más él se encarga de tranquilizarme.

-¿Quieres que vayamos al cine o algo? -Propone. -Así te distraes y dejas de pensar en las clases, que estás obsesionándote.

-Bueno... -Suspiro. -Puede que sea un poco agonías.

Muevo la cabeza en un gesto que hace reír a Álvaro. A lo mejor debería controlar un poco más esto de la pluma, pero no puedo evitarlo.

Subimos a su coche y llegamos al centro, conseguimos aparcar no muy lejos del cine y nos metemos en una película que parece una comedia.

Elijo un paquete de palomitas enorme solo para que mi mano y la de Álvaro se encuentre dentro, como en las películas. Sí, soy muy romántico, pero da resultado. Cada vez que mi mano y la de Álvaro se rozan veo cómo sonríe intentando que no me dé cuenta.

Cuando salimos del cine damos un paseo por Gran Vía. Aún no es de noche y la temperatura es estupenda. Camino mirando todo como si fuera la primera vez que estoy allí, hasta que siento un brazo rodeando mi cintura.

Miro a mi lado y me encuentro con los ojos de Álvaro, que desde hace unos días tienen un brillo diferente. Sonrío sin decir nada y paso mi mano por su cintura, apretándole más a mí. Tenerle tan cerca es como un jodido regalo.

Cuando llegamos a casa me meto en la ducha. El agua cae sobre mi cabeza mientras no dejo de pensar en todo lo que ha pasado este último mes.

Me estoy enamorando de Álvaro. O peor, ya estoy enamorado. ¿Y él? No, él no puede estar enamorado de mí. Sigue viendo a Jose, bueno, ahora no tanto, pero tampoco le ha dejado. A lo mejor no sabe cómo hacerlo. ¿Será eso? No, no puede ser.

Paso una media hora dándole vueltas a lo mismo, hasta que es el propio Álvaro el que me dice que es hora de cenar y que me están esperando.

Cuando bajo están nuestros padres sentados a la mesa. Me siento frente a él y a penas me salen las palabras. Cada vez que me mira siento una punzada en el estómago, no sé muy bien por qué, aunque lo intuyo.

-Voy a salir, ¿te vienes? -Me dice cuando termina de cenar.

-Claro. -Sonrío.

Subimos a cambiarnos. Casi toda mi ropa está en la habitación de Álvaro, no suelo entrar a la mía desde lo que pasó. Entro en el baño para lavarme los dientes y cuando salgo Álvaro está en ropa interior.

No es la primera vez que le veo así, ni mucho menos, pero me pongo más nervioso que nunca. Intento no mirarle y me dirijo hacia mi ropa. Pero mientras me desnudo Álvaro se acerca peligrosamente a mí.

-No te he dicho lo guapo que estás hoy... -Musita acercándose a mi oído.

Capullo, sabe que no soporto que me hable tan cerca de la oreja.

-Vamos a llegar tarde, Álv...

-Me la sopla, niño. -Sonríe mordiéndose el labio. -¿Es que no te apetece jugar hoy?

El tono de su voz ya me enciende por completo. Pero no es el momento, y menos con nuestros padres en el salón. Le doy un calmado beso en los labios y sigo vistiéndome.

-Siempre me apetece jugar contigo, Álv. Pero mejor cuando estemos solos...

Gruñe pero lo entiende. Terminamos de arreglarnos y salimos. Llegamos hasta la casa de David, donde le recogemos y vamos hasta el centro. Dani, Carlos y Jose están esperándonos.

Durante toda la noche, Álvaro se encarga de recordarme lo caliente que está. Lo peor es que me provoca delante de todo el mundo, y no es algo fácil de disimular.

David se da cuenta de todo, y se pasa toda la noche mofándose de la situación. Pero la cosa se pone seria cuando Jose entra al juego.

Estamos en un local de Madrid, la música está tan alta que apenas podemos hablar, nos dedicamos a beber y a bailar sin más. Llevo suficientes copas encima, pero Álvaro se empeña en que sigamos bebiendo. Él está mucho más borracho que yo.

-Deberías parar. -Me acerco a su oído. -No vamos a poder volver a casa.

-Cuando nos vayamos ya se me habrá pasado. -Mete su lengua en mi oreja. -O nos quedamos a dormir en el coche...

-Álvaro, se van a dar cuenta. -Intento sonar serio, pero se me escapa un gemido que le hace sonreír.

Sin decir nada más, coloca sus manos en mi cadera, pegándola a la suya, y comienza a moverse al ritmo de la música. Estamos tan pegados que puedo notar cada centímetro de su cuerpo. Nuestros labios prácticamente se rozan, puedo notar el sudor en su frente.

-Eh, cortaos un poco, ¿no? -David se acerca a nosotros y nos separa.

Me lleva con él mientras Jose se acerca a Álvaro. Ahora es con él con quien baila, tan pegados como lo estábamos él y yo. Mientras se restriega contra él clava sus ojos en mí, que me muerdo el labio desesperado.

Cuando le besa siento que estoy a punto de reventar. Sé que esos besos llevan mi nombre, que es en mí en quien está pensando. Mi erección está a punto de sobre salir del pantalón, necesito salir de allí. Me dirijo hacia la puerta y David me sigue.

-No te voy a preguntar qué te pasa porque puedo verlo yo mismo. -Ríe y mira mi pantalón. -Blas, ¿a qué esperas?

Me sonrojo y agacho la cabeza.

-No lo sé, tengo miedo.

-La primera vez asusta un poco, pero...

-No, David. -Le interrumpo. -No es eso lo que más me asusta. Es mucho peor.

-¿Quieres a Álvaro?

-No lo sé. -Susurro. -Y tampoco sé qué hacer.

-Haz lo que sientas que tienes que hacer... -Pone una mano en mi hombro y lo aprieta con suavidad. -Seguro que eso es lo correcto.

Dani tiene que llevarnos a casa porque Álvaro no está en condiciones de conducir. Cuando llegamos subimos a su habitación y nos desvestimos.

Me meto en su cama antes que él y sonríe al verme ahí. Me abraza por la espalda, dejándome acurrucarme en su pecho.

-Buenas noches, Álv.

-Buenas noches, enano.


Hermanastro | blálvaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora