Llego a mi casa agotado, tanto física como mentalmente, y me tiro en la cama. Pumba se acurruca a mi lado y ronronea.
—Maldito gato —Farfullo, aunque lo acaricio y sonrío, escuchando como sus ronroneos aumentan de intensidad.
Hoy me siento más solo que nunca.
Sé de sobra que es una locura, pero aún tengo el sabor de Blas en mis labios. Saco el móvil y rebusco en mis contactos hasta encontrarlo. Niñato. Junto a un corazón que adorna su nombre.
Pulso la tecla de llamar y espero pacientemente. Uno, dos, tres toques. Al cuarto, Blas descuelga y puedo escuchar su voz adormilada.
—Dime, Álvaro.
—Veo que no borraste mi número —Sonrío, aunque sé que no puede verme.
—Veo que tú el mío tampoco —Murmura.
—Claro que no lo hice, niño.
—Álvaro, mira, no puedo hablar, yo...
—James está a tu lado, dormido, probablemente te ha hecho el amor —Afirmo.
—¿Qué? —Susurra.
—Cuando hacíamos el amor y tú pensabas que me había quedado dormido, si alguien te llamaba, usabas ese mismo tono de voz —Explico, y me da una punzada en el pecho— Lo único que no sabías era que no podía dormir después de hacerte el amor. Quería quedarme en esos momentos para siempre.
—Álvaro, yo...
—Seguro —Lo interrumpo— que te ha limpiado los restos de semen antes de echarse a tu lado. Recuerda que yo nunca lo hacía. Me dejaba caer encima tuya sin importarme quedar manchado o pegajoso, niño, porque lo importante era estar cerca.
—Álvaro, para... —Susurra.
—Ven a mi casa. Ven a mi casa ahora. Haz esa locura por lo que llegamos a ser algún día. Si después no quieres volver a verme, está bien, te dejaré en paz. Pero ven ahora. —Digo mi dirección y cuelgo, sin esperar una respuesta.
Nada más colgar sé que lo que he hecho está mal. No quiero volver a lo de antes y joder, Blas tiene novio, y ni parece un mal chico.
Pasan veinte minutos y casi pienso que no va a venir, pero el timbre suena.
Abro la puerta y no me da tiempo de asimilar nada porque noto las manos de Blas enredadas en mi pelo y sus labios empujando los míos con fuerza, casi con desesperación. Ni siquiera lo dudo un segundo antes de agarrar su cintura y apañármelas para cerrar la puerta con el pie.
Rompe el beso menos de tres segundos, lo justo para sacarme la camiseta. Tiro de la suya sin dejar de besarlo y lo llevo hasta mi habitación.
Lo empujo sobre la cama y me pongo encima, con las rodillas a cada lado de su cintura. Saco su camiseta despacio, tratando de que mis ojos y los suyos se encuentren el mayor tiempo posible. Quiero grabarme esta escena en la mente por si no se vuelve a repetir.
Pero de pronto pienso en James, y me da una punzada en el estómago.
—Le estás haciendo lo mismo... —Susurro.
— ¿Qué?
—Le estás haciendo a James lo mismo que me hiciste a mi —Digo, mientras me levanto de encima de él.
—Eso no es así, Álvaro —Me dice, incorporándose y poniendo una mano en mi hombro—Yo no quiero a James como te quería a ti. Contigo lo que hice fue un error. Con James es de forma consciente. Nunca antes lo he engañado. Pero... Eres tú, joder. Somos nosotros.
—No —Niego, observando mis manos como si de repente fuesen lo más interesante del mundo— Ya no hay un nosotros, Blas. Dejó de haberlo hace mucho. Dejó de haberlo cuando yo decidí hacerte daño acostándome con Jose una última vez. Cuando tú me engañaste con él. Cuando... Cuando te fuiste—Digo, tratando de que la voz no se me quiebre al final, pero es inútil.
Noto cómo la cama se hunde por el peso y sé que Blas está de rodillas detrás de mi cuando sus brazos se juntan en mi pecho y me abraza.
—Tú y yo no teníamos que haber acabado así —Susurra en mi oído—Lo nuestro era como un sueño.
—Pero acabó.
—Te sigo queriendo, Álvaro —Dice, y yo giro la cabeza buscando sus ojos.
—Tú y yo nunca nos hemos querido, Blas. Quererse era algo muy simple, y lo nuestro siempre fue muy complicado. Probablemente porque nosotros lo hicimos así. Dime una cosa —Suspiro— Si pudieras volver atrás... ¿Qué cambiarías?
—Todo. Todo... Menos haberme enamorado de ti.
—Sigues siendo un niño, Blas. Sigues haciendo daño a las personas que te quieren —Digo, regalándole una sonrisa triste, sabiendo que no soy el más indicado para hablar.
Veo como él deshace el abrazo, agarra su camiseta y se la pone.
—Un mes, Álvaro.
—¿Qué? —Pregunto, sin entender.
—James estará un mes de promoción aquí antes de volver a Nueva York. Tienes un mes.
—¿De verdad piensas que voy a buscarte, Blas? No soy yo el que tiene novio. No soy yo el que se fue.
Blas se acerca a mí y me agarra de la barbilla, subiéndola suavemente, obligándome a mirarlo. Deja un beso suave en mis labios y lo siguiente que escucho es la puerta principal cerrándose, antes de que mis lágrimas empiecen a caer.
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Hermanastro | blálvaro.
Fanfiction"Estoy dispuesto a fallarle al mundo entero por ti". Advertencias: Blas y Álvaro como PAREJA. Autoras: @ReyesEndless_ y @lovegango (twitters).