CAPÍTULO 3.- tercer fragmento

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Miraba a todos lados buscando a Oliver y a sus amigos, pero nada no había rastro de ellos. Las chicas me preguntaron por mi hermano, me limite a responder lo mínimo. Estaba algo alejada, ni siquiera me he sentado con ellas porque notarían que he estado rara. No he podido dejar de pensar lo que paso ayer, he estado muy ansiosa.

—Rosali —me gritan desde el otro lado del comedor, volteo y me doy cuenta que es José acercándose.

—Hola —me limite a decir algo decepcionada, pensé que era Oliver.

—Hola, Rosali. Tengo que decirte algo —me dijo algo ansioso.

—¿De qué trata?

—Hace un rato me llamo Matt diciéndome que te llevara a su casa para que hablaras con Oliver...

¿Cómo? ¿Matt llamó a José?

—Espérate un momento. ¿Me puedes decir desde cuando tú y Matt son amigos?

Esto es muy raro.

—Desde ayer, es buen tipo —me dijo muy calmado.

¡Hombres!

—¿Y así como si nada me vas a llevar a su casa?, ¿Qué tal si él y sus amigos me quieren hacer algo? ¿ah? —le pregunto.

La verdad no desconfió de ellos tanto como para pensar que me harán algo, pero algo acá no me cuadra mucho.

—Por favor no seas tan desconfiada, además me voy a quedar ahí contigo —me dijo animándome.

—Está bien —dije no tan convencida.

La verdad, la idea de estar en la casa de esos cinco, no me atraía mucho. No los conocía demasiado, pero si José va a estar conmigo, no creo que me pase nada malo.

—¿Cuándo iremos? ¿Después de clases?

—Sería buena idea ir ahora, ¿no crees? —me propuso—. Así llegarías a tu casa a tiempo.

—Bien, vayamos por mis cosas —le dije levantándome de la mesa para ir a buscar mi cartera que estaba en mi locker.






***




Al llegar a su casa, o mejor dicho mansión, o como sea que se llame esa cosa enorme donde viven los 5, sentí un poco de miedo, ¿y si Oliver estaba tan borracho que dijo todo lo que dijo sin sentirlo? Porque cualquiera con sentido común no podría creer que un chico tan lindo y adinerado se fijara en mí, es simplemente imposible, eso solo pasa en las novelas mexicanas que ve mi mamá.

—¿Tocamos? —me pregunta José.

—No, ¡hay que irnos! —le dije con tono sarcástico.

—¿En serio?

—José, toca el maldito timbre —le dije un poco histérica.

—Me había olvidado lo odiosa que te pones a veces —dijo tocando el timbre.

Después de unos minutos nos abre un Matt muy risueño, pareciera que se estaba matando de risa antes de abrirnos.

—¡Bienvenidos!, pasen por favor.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora