CAPÍTULO 13.- segundo fragmento

94.2K 7.1K 1K
                                    




✽✿✽



Miraba la luz del día entrar por mi ventana mientras pensaba qué haría ahora. El día anterior había escuchado por la puerta del despacho de mi hermano como, de los propios labios de Alan, salían esas palabras: "sí", cuando Oliver le preguntó si yo era su mate.

Sentí que ahora ya todo tenía sentido. Mi amor incondicional hacia él tenía razón y motivo, pero la pregunta era, ¿por qué no me lo había dicho? No me quedé a escuchar toda la conversación porque se darían cuenta de mi presencia por mi olor, además ya no necesitaba escuchar más, ¡saber que yo era la mate de Alan era suficiente! Ya nada importaba, ni las veces que me había tratado mal ni lo que pasó cuando era niña. Él era mi mate y eso era todo lo que me importaba en estos momentos ¡Ahora mismo lo iré a buscar!

Me bañé como tres veces, me puse lo más linda que pude y fui directo a su casa. Sabía que mi hermano les daría el día libre por todo lo que paso ayer, así que él no vendría al palacio hoy para tomar desayuno, como todos los días.

Estacioné el auto de mi hermano, que tome sin permiso, en la puerta de su casa. Mi corazón latía rápido ¿Qué le diría? "Hola, mi amor. Ya se toda la verdad ¡casémonos!." Claro, se desmaya de la impresión. Supongo que él me hablara primero.

—¿Lucy? —me dice Alex soñoliento y en pijama abriéndome la puerta después de tocar el timbre como tres veces.

—Hola —dije entrando a su casa.

—¿Qué haces acá? —me mira confundido.

—Vine a hablar con Alan.

—Ah. —Después de un minuto reacciona—. ¿Qué? ¿Tú?, ¿hablar con Alan?

—sÍ —le contesto riéndome por su reacción.

—¿Y de qué quieres hablar con él? —parece asustado.

—¿Qué crees? —Alzo una ceja.

—¡Ay por la diosa luna! Ya te contaron ¿verdad? —grita todo dramático.

—Eso no importa necesito hablar con él o me volveré loca, Alex.

—No creo que sea buena idea, Lucy.

—O me dices donde está o yo misma lo busco por toda la casa —le advierto.

—Está bien —dice derrotado—. Pero te advierto que recién son las once de la mañana, seguro sigue durmiendo.

¿Quién duerme hasta esta hora?

Me llevo hacia su cuarto, abrió la puerta y me deja pasar.

—Hasta aquí llego, fue un placer conocerte —se despide de mí en la puerta.

Entro y me topo con un cuarto desordenado. Estaba lleno de libros por todos lados, las paredes estaban llenas de repisas para libros totalmente ocupadas, ¡no sabía que a Alan le gustara tanto leer! Había una cama al costado de una gran ventana, en ella se encuentra Alan dormido.

¡Es tan bello! ¡Por la diosa luna, que lindo se ve dormido!

—Tranquilízate, Lucy —me digo a mi misma mentalmente. Me acerco y me siento en la cama muy cerca de él.

—Te amo —le digo mientras le acaricio la cara— y no tienes idea de cuanto.

No sé cuánto me quedé contemplándolo, pero ya tenía que despertarlo.

—Alan. —Lo moví, pero él seguía dormido como piedra—. Alan. —Lo vuelvo a mover, pero nada.

—No molestes, Alex —dice y se pone boca abajo.

—¡Alan! —grito esta vez.

—¡Mierda!, que me dejes dormir Alex. —Con un brazo me empuja de la cama y yo caigo al piso provocando que me lastime el brazo.

—¡Au! —grito a medio llorar.

—¿Alex? —Levanta la cabeza y me mira—. ¡Oh por la santa mierda! —Me mira atónito mientras se levanta—. ¿Estás bien? —dice mientras me ayuda a levantarme y sentarme en la cama a su costado.

—Creo que me lastimaste el brazo. — Lo miro molesta.

—Lo siento —¿Alan se sabe disculpar?

—No te preocupes, me sanaré rápido —le contesto con una sonrisa.

Él me contempla unos minutos sin decir nada y yo solo lo miro algo asustada. ¡Acaso no me dirá nada!

—Lo sabes ¿verdad? —Su voz suena melancólica.

—Sí. —Le sonreí—. Estoy algo emocionada.

—¿Emocionada?

—Es un sueño imposible que se ha hecho realidad.

Su mirada se ensombrece y se levanta de la cama.

—¿Un sueño? —repite enojado agarrándose la cabeza con las dos manos—. No te han contado todo ¿verdad?

—¿De qué hablas?

—No, claro que no te contaron todo. —Se voltea y camina hacia la pared—. Sino, no hubieras venido.

—¿Alan? —le pregunto preocupada.

Él se voltea para mirarme, pero sus ojos me transmitían tristeza.

—Te voy a rechazar Lucy.

Y entonces todo se queda en blanco, sus palabras retumban en mi cabeza.

—¿Por qué? —No sé cómo logro gesticular palabra, pero lo hago.

—¡Soy un demonio, Lucy! —dice histérico—. Te puedo hacer daño en cualquier momento.

Mi cuerpo empieza a temblar y me inunda una gran ira.

—No. —Me levanto de la cama—. No te voy a permitir que me hagas esto.

Él me mira atónito y después niega con la cabeza.

—No sabes lo que dices.

—¡Tú eres quien no sabe lo que dice! —Me acerco a él mientras derramo lagrimas—. Yo te amado siempre y sé que tú también. Si crees por un instante que me proteges rechazándome estas muy equivocado. —Le sujeto las manos—. ¿No ves que me haces más daño haciéndome esto?

Él me suelta y camina hacia la cama mientras yo me quedo parada mirando la pared.

— Yo no voy a permitir que te quedes con un monstruo como yo para toda la vida. ¡Te mereces algo mejor! —Puedo escuchar como llora igual que yo.

Mis manos me empiezan a doler y me doy cuenta que tengo garras. ¿Me estoy transformando?

—Yo te amo, Lucy, es por eso que lo hago. —Mis manos vuelven a su normalidad mientras mi corazón se para al escuchar que él me ama —Yo, Alan Hoffman, perteneciente al escuadrón del príncipe, te rechazo a ...

—¡Nooo! —grito mientras corro y le tapó la boca—. ¡No me hagas esto, por favor! —le digo en un ataque de llanto.

—No hagas esto más difícil, por favor —dice el llorando mientras me sujeta de los dos brazos—. Si me amas déjame ir.

—¡Jamás! —Lo suelto—. ¡Tú te quedarás a mi lado, quieras o no!

—Yo, Alan Hoffman —dice intentando aguantar el llanto—, perteneciente...

—¡No! —lo interrumpo.

Me lanzo a él y le clavo mis colmillos de loba en el cuello, los cuales no sabía que podía sacar. Escucho como grita de dolor, pero yo sigo hasta sentir el sabor de su sangre y me separo de él.

—Mío —le digo al oído.

Estoy muy sorprendida de mi misma. ¡He marcado a Alan! ¡No lo puedo creer! Ahora ya no podrá separarse de mí jamás. ¡Oh por la diosa luna! ¡¿Qué he hecho?!

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora