CAPÍTULO 10.- tercer fragmento

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—¿Tienes algo que contarme, Elizabeth? —detesto cuando me ocultan cosas.

—No, alteza. Robert se cayó jugando fútbol, eso es todo.

—Bueno, en ese caso, espero que se mejore. No quisiera ser grosero, pero tengo cosas que hacer. —Tengo que llegar antes que Rosali.

—Alteza, si no es una imprudencia, ¿le puedo preguntar algo?

—Por supuesto —¿ahora qué quiere?

—Quisiera saber, ¿por qué canceló la búsqueda de su esposa?, ¿es que acaso ya encontró a su mate?

Claro, mi padre estuvo buscando candidatas para ser mi esposa y Elizabeth encabezaba la lista por ser la única hija de los alfas de las 10 grandes manadas que aún no estaba casada. Ella es muy hermosa y una buena amiga mía y de Lucy, pero yo ya encontré a Rosali. Fue un error mío desesperarme y querer casarme con alguien que no es mi mate.

—No, pero cambié de opinión, deseo esperar a mi mate, así aparezca dentro de mil años. —Me mira con enojo. ¿Cuántas lobas estarán enojadas porque cambie de opinión?

—En caso que vuelva a cambiar de opinión, quiero que sepa que siempre estaré esperándolo. —Me sujeta la mano, pero se la quitó rápidamente.

—No deberías. Mi decisión está tomada Elizabeth, así que no esperes nada. Si no me equivoco, cumplirás 18 dentro de unos meses, así que no se te ocurra rechazar a tu mate por mí. —Sus ojos empiezan a cristalizarse. ¿Va a llorar?

—Oliver, yo... yo te quiero y estoy segura que cuando cumpla 18 mi loba me dirá que eres mi mate —Por la diosa luna ¡Está llorando!

—Elizabeth, no digas tonterías. Si fueras mi mate, hace tiempo lo hubiera sabido. No hagas esto ¿sí? Te conozco desde niña, eres amiga de mi hermana y lo que sientes por mí solo es un amor pasajero, un capricho que pasara cuando conozcas a tu mate —¿Por qué nunca me di cuenta de sus sentimientos?

—Oliver, por favor... yo... yo... —Me sujeta la mano de nuevo.

—¡Basta, Elizabeth! —le quito la mano de nuevo.

—Oliver...

—¿Sabes? hace un tiempo te dije que me llamaras por mi nombre, en vez de alteza o príncipe, pero desde ahora ya no quiero que hagas eso. Gracias por acabar con nuestra amistad.

Le di la espalda y empecé a caminar buscando la florería, definitivamente esto fue muy raro. No es la primera vez que rechazo a una chica (no es que sea de los tipos que van haciéndole daño a las mujeres, ¡pero soy un príncipe! Muchas han querido ser mi pareja solo por el título), pero creo que ella sí fue sincera al decirme que me quiere. Solo espero que supere esto tomando, comiendo helado y saliendo con muchos chicos en vez de querer que su manada deje la alianza.



***






✽✿✽



Llegamos a la azotea de la escuela. Dylan ya está recuperado.

—¿Me puedes decir desde cuando eres amiga de este hechicero? —me pregunta Alan muy molesto.

—¿Hechicero? Dylan, ¿tú no eras médico o chaman?... algo así me dijiste.

—Rosali, es lo mismo —me responde Dylan—. ¿Por qué te preocupa tanto que sea hechicero?

—¿Le contaste todo verdad? —me pregunta Alan—. ¡Contéstame, maldita sea!

—Sí —le respondo a punto de llorar. Odio que me griten.

—¡No llores, maldita sea! ¡Lloras tanto que podrías abrir tu propia compañía de agua! —grita Alan.

—No le grites más que la alteras. ¿No deberías tenerle más respeto? Es tu futura luna —le responde Dylan.

—Me vale mierda que sea mi futura luna, es una estúpida que solo sabe meterse en problemas. ¿Sabes a quien golpeé hoy? A un puto futuro alfa, la verdad me vale mierda él también, pero esto podría traerle problemas a Oliver. —Alan está demasiado enojado.

—Yo no les hice nada, ellos me odiaron solo por ser una omega —le dije a Alan.

—Pero, ayer me podrías haber dicho la gravedad del asunto. ¿Sabes qué hubiera pasado si te golpean tanto hasta matarte? ¡Una guerra de manadas! Oliver buscaría venganza y los chicos de esta escuela son futuros alfas.

—Rosali, creo que Alan tiene razón. Yo mismo te dije que le contaras a Oliver —me dice Dylan.

—Pero Alan ya solucionó el problema, no es necesario molestar a Oliver. No quiero que sufra por gusto.

—Perra hipócrita, si quisieras que Oliver no sufra, no deberías estar de regalada con todos —me dice Alan—. Tú y tu hechicerito se pueden ir a la misma mierda.

Alan se va y yo me acuesto en el piso. Mi vida de verdad apesta.

—¿Estás bien? —me pregunta Dylan.

—No estoy bien desde hace meses. Si sigo así me suicidare, lo juro.

—Deja de hablar idioteces y ponte a pensar en cómo solucionaras tus problemas. El de la escuela ya está solucionado, con el susto que les dio Alan, ni un pelo te tocarán ahora.

—Eso espero, la verdad es que solo quiero que el tiempo pase rápido y que todo lo que estoy viviendo ahora, solo sea un recuerdo.

Estoy muy cansada de todo esto, me voy a volver vieja con tanto estrés. El día en la escuela fue eterno, ya nadie me molestaba, pero todos murmuraban de nosotros.

Regresar a la mansión (o castillo, como me corrige Dylan) fui directo a mi cuarto para dormir, la verdad no tengo hambre y no deseo hablar con nadie. Cuando entro a mi cuarto me doy con la sorpresa de que en mi cama hay un hermoso osito hecho de florecitas blancas y de color rosa. ¡Es precioso! Es la cosa más tierna que visto

—¿Te gusta?

Volteo y me encuentro con Oliver con un ramo enorme de rosas rojas.

—Si no te gusta el oso, talvez te gusten estas —me dice acercándose a mí.

Yo rápidamente lo abrazo con todas mis fuerzas, ¡por Dios, como lo quiero!

—¿Por qué lloras? Si no te gustan las flores las votaré y te daré otra cosa.

—No seas tonto, ¡Me encanta! Lloro porque estoy muy, pero muy, emocionada.

—Te amo, Rosali.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora