CAPÍTULO 32.- primer fragmento

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—Vamos que tienes que comer algo.

—No quiero nada.

Jae se tapó totalmente el cuerpo con la manta y Evangeline volvió a jalarla.

—Vamos —Evangeline se sienta en la cama cerca de él—. Tienes que seguir, ya pasó una semana.

—Ahora mismo me quiero morir.

—No exageres.

—Vete —la miró con resentimiento—. Tú también eres una traidora.

Evangeline puso los ojos en blanco.

—Ya te pedí disculpas.

—Las dos se burlaban de mí, lo supiste todo el tiempo y no me lo dijiste.

Volvió a ponerse boca abajo y hundió su cabeza. Evangeline suspiro mirando a su amigo, no había salido hace una semana de su cuarto, no comía, no paraba de llorar y si no fuera por ella que le traía agua cada vez que venía a verlo, ya se hubiera muerto de deshidratación.

De un solo empujón, Jae cayó de la cama.

—¡Déjame morir en paz!

—¡Si no te bañas en estos momentos, yo misma te desnudaré y te meteré a la ducha!

—¿Por qué te importa tanto? —él se levantó lentamente del piso, se notaba lo débil que estaba—. ¿Por qué no me dejas en paz?

—Porque te quiero Jae —Evangeline lo abrazo—. Siento mucho haberte ocultado la verdad, no he sido una buena amiga para ti cuando tu me has apoyado tanto... — Evangeline no quería llorar, pero su voz temblaba—. Lo siento tanto, pero no voy a dejar que tu ultimo mes en la isla sea así de deprimente, después de que te vayas, tal vez no te vea en años, no quiero que tu último recuerdo mío sea así

Jae le correspondió el abrazo y volvió a llorar en su hombro, aunque ya no tenía muchas lágrimas. Cuando se calmó le hizo caso a Eva y se fue a bañar.

—¿Qué tal si vamos a comer? —le sonrió Evangeline—. Vamos por tu batido de fresas favorito, ¿Sí?

—Aja—dijo Jae asintiendo.

Los dos subieron al auto de Oliver, Evangeline había heredado la manía de Lucy de usar los preciados autos de su hermano solamente para molestarlo, manía que siempre divertía a Jae, pero ese día estaba tan triste que no lo noto.

Pasearon un momento por el centro de la ciudad, Jae miraba con melancolía las calles, todo le recordaba a ella, todas las tiendas que visitaron juntos, las veces que habían paseado en bicicleta o simplemente caminaban de la mano en silencio disfrutando la compañía del otro. Él se torturaba repasando en su mente una y otra vez los recuerdos que tenía junto a ella, para poder buscar algún signo de mentira, tal vez ella siempre fue infeliz a su lado y él no lo había notado o tal vez había estado tan cegado que no noto que todo fue un engaño.

3 años, repetía en su mente, ¿Quién miente tanto tiempo?

—¿Exactamente cuándo te vas?

—En dos semanas —dijo Jae—. Un día después de la graduación.

—Tu cumpleaños es pasado mañana —Evangeline aclaró su garganta—. Puede..., puede que tengas tiempo de encontrar a tu mate.

Jae mira a Evangeline, la observó de verdad después de tanto tiempo, noto que tenía un brillo diferente. Ya no era la Evangeline amargada, triste y demasiado delgada que él había conocido, cada día parecía que tenía mucha más vida, se veía realmente feliz.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora