•Lα cαrtα• ||Alan Navarro •CD9•||

23→ " Nunca realmente puedes reparar un corazón"

Narra _____:

Después de todo lo sucedido, llegaron las chicas y se sentaron a mi lado. Ninguna decía nada y un silencio se había apoderado de todo el patio.

Yo tenía el corazón roto y lágrimas resbalándome por las mejillas. No tenía ganas de hablar y lo único que quería era irme a casa para poder llorar sola allí.

-_____...- Comenzó a hablar Marian- ¿Quieres hablar de esto?- Preguntó.

-No- Murmuré con la voz entrecortada.

-¿Quieres un abrazo?- Me preguntó Dulce.

-Claro- Me sequé las lágrimas y Dulce me abrazó.

Entonces me quebré en llanto.

Enserio me dolía. Yo debería estar en el lugar de América ahora. Yo debería ser la chica de la que Alan se había enamorado.

Yo era su anónima.

Alan pasó a lo lejos tomado de la mano de América. Definitivamente estaba rota, triste, decepcionada... Todo.

Me levanté del césped soltándome del abrazo de Dulce y caminé lejos. Lo que más quería en este momento era estar sola.

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Al salir del instituto, encontré a mi madre afuera, esperándome y cuando llegué hasta ella, su sonrisa se borró.

-¿Por qué te vez tan triste?- Frunció el ceño.

-Me duele la cabeza- Desvié la mirada y me encontré con Alan dándole un beso a América, así que volví la mirada- ¿Podemos irnos ya?

-Claro- Me contestó con el ceño fruncido y yo solo abrí la puerta del auto para que no viera mis ojos rojos.

En el camino me puse mis audífonos y entonces se reprodujo "Fix A Heart" de Demi Lovato. Me mordí la lengua para evitar llorar y cerré los ojos.

«Yo solo quiero lo mejor para ti, y si yo no soy lo mejor para ti entonces estás perdido»

En este caso, yo quería lo mejor para Alan, pero estaba claro que lo mejor no era yo, era América. Y ¿Cómo no? Ella era más bonita, más popular y más agradable que yo. Ella tenía que ser la chica perfecta para Alan, no yo.

«Nunca realmente puedes reparar un corazón»

Unas cuantas lágrimas resbalaron por mis mejillas, pero las sequé rápidamente para que mi madre no se diera cuenta.

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Toda la tarde estuve recibiendo llamadas de las chicas, pero no estaba de humor para contestarlas, así que mejor apagué el teléfono.

Mi madre había estado preocupada porque dijo que tenía cara de «odio al mundo», pero le dije que solo me sentía un poco mal y que a lo mejor me había resfriado. Por supuesto que no me creyó, pero igual me dejó sola.

Todo esto era mi culpa, yo era la única responsable de que Alan creyera que América era su anónima.

Tal vez si yo le hubiera dicho a Alan antes, ahora estaría en el lugar de América. Y al darme cuenta de lo estúpida que era, empecé a llorar.

Tenía el corazón roto. Alan había roto mi corazón.

Nunca realmente puedes reparar un corazón.

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