I.

205 19 0
                                    

-¡Mamá!- Y ahí estaba yo, regañando a mi madre por ser tan exageradamente sobreprotectora. No paraba de preguntarme si llevaba todas las cosas que necesitaría para este trimestre que estudiaría en París.
-Ay, mi hijito se me va. Cuídate mucho, ¡y sobre todo aliméntate bien! Que si no te hago yo la comida, a ver quién te la hace. ¡Y estudia mucho! Que para algo vas. Por favor, mi niño, llámame cada semana.- Y ahí estaba ella, colocándome bien la bufanda que llevaba puesta al rededor de mi cuello para luego peinar mi cabello con sus dedos. Era tan protectora que a veces resultaba molesto.

-Me voy unos meses, no un año.- Susurré para luego soltar una risa suspirada, como si fuera más bien una respiración algo fuerte. Mi madre sonrió apenada por mi ida, pero ella comprendía que quería pasar mi último trimestre de escuela en París, aprendiendo arte en una de las mejores escuelas del mundo.

Pasó él tiempo y yo ya me encontraba sentado en el avión, con un libro entre mis manos y mis auriculares bien puestos en los oídos. Poco a poco me fui quedando dormido, ya que él trayecto entre China y París era un poco largo, pero bueno, merecía la pena, eso sin duda alguna.

-Señorito.- Oí una voz dulce, notando como la única palabra de su boca, salía con un tono de incomodidez. Mi cabeza de movía y la voz femenina volvía a repetir esa palabra, ahora añadiendo un por favor al final de la oración.

-Mhm...- Sí, me había quedado dormido y mi cabeza se cayó al punto de quedarse en su hombro, haciendo que se sintiera incómoda. Cuando mi di cuenta me erguí rápidamente, apartando mi rostro somnoliento de su hombro ya más que entumecido por mi culpa, dios, me sentía avergonzado y mal. Ya deseaba llegar a París.

-Lo siento, me dormí.-

-No se preocupe, quería avisarle de que hemos llegado.- ¡Oh! No me había dado ni cuenta de que ya estaba en París, la chica que se encontraba a mi lado había sido muy amable conmigo, aguantó el peso de mi cabeza sobre su hombro durante quién sabe cuánto y además se toma la molestia de avisarme que ya llegamos a nuestro destino.

-Oh, muchas gracias.- Ya me encontraba de pié junto a ella, haciéndole una pequeña reverencia en forma de agradecimiento y además, de despedida ya que debía ir a la universidad a inscribirme lo más rápido posible.

Al llegar a la universidad pude divisar varios grupos de gente de mi edad o por ahí, tal vez habría algunas personas menores que yo. Me acababa de dar cuenta de algo en lo que no había pensado; todos tenían su grupo, sus amigos, y yo estaba ahí sólo, además de que era de otro país y sería el rarito. Oh, no, otra vez no.

Dejé de pensar en las amistades que podría o no hacer, y me centré en ir a la recepción de la universidad y rellenar los papeles que me pidió la secretaria.

"¿Qué viene buscando?"

¿Y cómo se supone que debo responder a esa pregunta? Vengo buscando conocimientos, arte, es para lo que vine. Hasta tan lejos, para estudiar el último trimestre que me quedaba este curso. Es obvio, ¿no?

Entregué los formularios a la secretaria, una señora mayor, algo gordita y bajista, muy tierna y dulce. La gente de por aquí estaba siendo muy agradable, eso sin duda. Ahora sólo me quedaba conocer a los que serían mis compañeros hasta final de curso, ya que me iré a graduar a mi país, junto a mi madre. Me daba miedo la idea de conocer gente nueva, gente que ni siquiera habla mi idioma materno, ni tiene mis rasgos, ni mi cultura. Gente tan distinta a mí que me asusta la idea, ¿haré amigos?

-Mira por dónde vas, chinito.- Una chica alta y rubia había chocado conmigo por el pasillo cuando me soltó eso. Bien Luhan, empiezas bien el trimestre. A mí se me había caído los papeles que me entregó la secretaria así que me dispuse a recogerlos en cuanto me disculpé ante aquella rubia descerebrada y racista.

-Lo siento, yo...-

-¡Hey! ¡Avalanna!- Se escuchaba la voz de un chico gritando mientras se acercaba a mí, o eso creía. Se acercaba a la rubia descerebrada, oh, bueno, a Avalanna.

-Hola, Sehun. ¿Esta noche irás a la fiesta en la casa de Mich?- Me quedé embobado mirando a aquel chico. Sinceramente, mi boca se hacía agua con tan sólo ver esa sonrisa que le regalaba a Avalanna. Dios, ahora mismo parecía un acosador. Luhan no seas estúpido y levántate del suelo.

Mantuvimos contacto visual, tres segundos en los que sus ojos rasgados y marrones se mantenían sobre los míos. Iguales pero diferentes a los suyos.


Su nombre se quedó grabado en mi cabeza como la más bella melodía.

I met him in Paris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora