XI.

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Volví a donde había dejado a mi amigo después de la pelea con Sehun, buscándole por todas partes hasta que noté como un cuerpo rozaba contra el mío y me giré para ver quién coño se atrevía a tocarme así.

-Xiumin.- Suspiré aliviado, encontrándome con un Xiumin sonriente y totalmente ebrio que parecía querer bailar conmigo bajo todo concepto, incluso después de pelearse con Sehun.

-LULUUUU, ¿qué te parece si bebemos unos chupitos?-

-¿Cuántos te tomaste ya, Xiuminnie?-

-Siete chupitos, tres mojitos, dos cervezas y luego una bebida rara que me dio Tao.- Se rió echándose encima mía, ¿debía aguantarle así toda la noche? ¿en serio? ¿Qué he hecho para merecer tal sufrimiento? -Aunque, pensándolo mejor, volvamos a casa.- Parecía haber caído en la cuenta de que había bebido demasiado, y agradecí que fuera de tal modo ya que no me apetecía pelearme con él para conseguir llevarlo a casa.

Al llegar a casa, mi amigo se tumbó en mi cama nada más llegar, intenté moverlo para llevarle a su cama, pero mis esfuerzos eran inútiles contra un borracho con ganas de dormir. Cuando ya me estaba dirigiendo yo a su cama, noté como me agarraba la muñeca con su mano, consiguiendo que me parara para ver si necesitaba algo.

-Duerme conmigo.- Susurró con su cara sobre la almohada, ni siquiera era capaz de mirarme. Me dio mucha ternura así que accedí a dormir con él. Me acosté a su lado y él pasó uno de sus brazos por mi cintura, haciéndome estremecer. Su agarré aflojó y entendí que se quedó dormido, por lo que decidí dormirme yo también, fue un día agotador y ya deseaba que se acabara. Mi estancia en París estaba siendo completamente horrible.

Me desperté con los rayos de sol que se colaban entre las ventanas de mi departamento. Mi giré sobre mi cama hasta prácticamente chocar contra la cara de alguien. Contra la cara de alguien. Abrí mis ojos como platos al darme cuenta de lo que acababa de pensar y vi allí a mi amigo y compañero de cuarto, Xiumin, durmiendo placidamente. El pequeño cara ardilla se despertó debido a mi repentino movimiento, y me sonrió como un bebé. Dios, este chico era la ternura en persona. Le di un beso en su frente y me levanté lentamente de la cama, desperezándome. Vi cómo él se quedaba en mi cama, intentando conciliar el sueño de nuevo, seguro que tenía una jaqueca tremenda, con todo lo que se tomó ayer no me extrañaba nada. Me fui al baño, cerré la puerta con pestillo al entrar y me quedé un buen rato mirándome en el espejo que se encontraba encima del lavabo. Abrí el grifo y el agua empezó a correr, llevé mis manos bajo el chorro de agua para mojarlas y luego bajar mi cabeza hasta que mis manos chocaran contra mi cara y mojar esta también. Me erguí de nuevo, colocando una de mis mojadas manos sobre el lavabo, abrí mis ojos y me encontré con el espejo nuevamente y coloqué mi mano libre sobre este, tocando mi reflejo.

-¿Por qué... Por qué tengo este extraño sentimiento?- Miraba y tocaba mi reflejo recordando mis momentos con Sehun, recordando mis peleas con él, recordándole. Debía sacarle de mi cabeza, este idiota me mataría.

Salí del baño y no me encontré a Xiumin en mi cama ni en ninguna parte de la habitación, supuse que había salido así que comencé a vestirme, necesitaba tomar el aire y distraerme un poco, necesitaba sacar a Sehun de mi cabeza.

Ya cuando estaba en la calle me decidí por ir a dar una vuelta, sin rumbo alguno, tan sólo me centraría en la música que salía de mis auriculares. Sin darme cuenta el ritmo de mis pisadas aumentaba, mis delgadas piernas se movían con rapidez por las largas calles de París. Estaba corriendo, y estaba corriendo sin rumbo alguno cuando me paré en seco, buscando una bocanada de aire para mis pulmones. Mi cuerpo se echó para delante y mis manos tomaron sitio sobre mi rodillas, encontrando equilibrio para no caerme. No sé que me ocurría, tan sólo quería escapar, quería escapar de sus juegos mentales, maldito Sehun. Maldita su sonrisa, malditos sus ojos, maldita su suave piel, maldita su arrogancia, maldita su sensualidad, maldito él y toda su persona.

-¿Qué Luhan? ¿Haciendo carreritas?-

Di media vuelta buscándole con la mirada, pero allí no había nadie, ni siquiera tenía idea de dónde estaba.

-Luhannie, te espero a la salida.-

Otra vez su voz. Mis ojos se abrieron como platos cuando volví a buscarlo y no estaba, ¿qué me pasaba? Llevé mis manos a mis oídos, intentando dejar de escuchar su voz.

-Lu-Luhan...-

Mis rodillas cayeron al suelo en cuanto un ronco gemido fue lo que escuché, como la vez que me llevó a su casa, como nuestra primera vez. Mi cuerpo cayó al suelo completamente, con mis manos tapándome los oídos, como un completo loco.

-Loco por mí.-

-¡YA CÁLLATE!- Grité, grité a la nada, era consciente de que le gritaba a la nada, pero no aguantaba más, su voz se volvía más real con el tiempo.

-¡Hey! ¿Qué pasa, Luhannie?- Otra vez, su voz, más real que la vez anterior.

-¡NO! TÚ NO ERES REAL.-

-¿Cómo que no soy real? ¿Eres idiota, ciervito?- Me tocó. ¿Qué me estaba pasando? ¿También me imaginaba su tacto o realmente estaba allí? -¿Estás bien?-

Levanté la vista y, sí, en efecto, él estaba allí, tocándome y con una expresión de confusión y preocupación en el rostro.

-Dios, Sehun.- Me abracé a él como un niño asustado, como si le hubiese estado esperando toda mi vida, como si él fuera el soporte de mi vida.

«Lo era

I met him in Paris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora