|Bleach: LA ESPECIE EXTINTA|

CAPITULO 6: UN PASADO SOMBRÍO.

Hace varios siglos...

Los Hikurei fueron una raza muy poderosa, creada por una persona a la que ellos llamaban EL DIOS. Su alma estaba compuesta por dos almas fusionadas por completo; una humana y una shinigami.

—Ustedes servirán a un Amo y lo amaran incondicionalmente, su amor por ellos será tan grande que no dudarán en dar su vida por ellos y solo ellos podrán disolver el lazo con ustedes a demás de la muerte, pero a cambio eso les dejará una dolorosa cicatriz. Su tiempo de vida se acortará o disminuirá depende de sus acciones. Si son heridos su vida aumentará, pero si mueren se les restaran diez años a su vida— les había dicho EL DIOS.

   Estos seres poseían un poder inmenso, habilidades regresivas del tiempo para sanar heridas, la capacidad de viajar al mundo real o a la Sociedad de Almas y un profundo amor por sus Amos. También tenían una cadena del destino o como ellos la llamaban Lazo Eterno, era una cadena que les permitía enlazarse alma con alma así ellos dos podrían permanecer juntos y solo el Amo podía renunciar a ese lazo diciendo: Yo renuncio a ti, xxxx, o con la muerte.

   Pero con el tiempo se convencieron que querían algo más que solo servir a los humanos o shinigamis. Querían su libertad. Gracias a su vinculo con EL DIOS, cada uno de ellos poseían un sello, un sello que les prohibía actuar en contra de su creador. Lo único que ellos querían es su libertad.

   Así que decidieron crear a un ser capaz de liberarlos de aquel sello. Alguien tan poderoso que sería imparable. Verdaderamente indestructible.

***

Konoe Tora, era lo que se podría llamar el líder de los Hikurei. Tenía el cabello rubio cenizo y los ojos de un extraño púrpura pálido. La segunda al mando era Izumi Takada, llevaba su larga cabellera rubia cenizo atada en un elegante moño, sus ojos eras grandes y de color azul. Y por último pero no menos importante, Akita Sayuri, de rasgos hermosos, bonita cabellera negra y pequeños ojos igualmente negros, tenía la actitud más inmadura de los tres a tal grado de hacer rabietas innecesarias pero su poder era extraordinario, superior al de sus compañeros ya que ella poseía un Hollow.

   Los tres estaban reunidos en lo que parecía ser un laboratorio. Sayuri comía un pastel de crema mientras jugueteaba con la cadena que salía de su pecho, con un movimiento rápido la cadena se enroscó y volvió a su pecho.

—Te he dicho que juegues con tu cadena dentro del laboratorio, Sayuri-chan —la reprendió Takada, como una madre severa.

—Izumi-dono, te quejas demasiado, nunca he roto nada. ¡Konoe-dono, dile que me deje en paz! —chilló Sayuri.

   El rubio las miró fríamente con un portapapeles en una mano y un bolígrafo en la otra. Las miraba por encima de sus modestas gafas.

—Takada-san, no molestes a Sayuri-san. Y tú, Sayuri-san, deja de hacer tus rabietas, conoces las reglas— dijo el rubio.

—¡Aaaah! ¡Eres malo, Konoe-dono!— bramó Sayuri, tallándose los ojos como si estuviera llorando.

   Un sonido proveniente del enorme tubo de cristal de cinco metros de altura y tres de diámetro y que contiene un raro líquido rosado les llama la atención. Existe una criatura dentro de ella, parece una niña y está en posición fetal.

—Creo que se movió Tora-san —dijo Takada.

—Ha avanzado muy rápido —comenta el rubio.

—¿Cuándo despertará —preguntó Sayuri.

   El rubio se toco ligeramente la barbilla y después miró a la pequeña.

—Con estos impresionantes avances, quizás hoy o mañana. Será como un bebé así que tenemos que enseñarle todo.