Capítulo 2: Nuevo Trabajo

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Capítulo 2: Nuevo Trabajo

Otro día, otra cafetería.

Como todos los otros días, había poca gente. Pero la mayoría ejecutivos.

Tengo que admitir que el olor de café me empezaba a fastidiar, nunca había sido fan del café honestamente.

La fila seguía avanzando y yo seguía con mi mala cara. Odiaba las mañanas, odiaba el café y odiaba al hijo de puta que tenía enfrente de mí ahora mismo.

-Hola Na-

-¡VETE A LA REVERENDA MIERDA! – Grité captando la atención de todos en cafetería. – PUTO PSICÓPATA.

-Natalie. – Me volteé, mi jefe. – Despedida. – Sonreí nerviosa y puse cara de perrito mojado.

-Yo...

-Sal de mí vista ahora mismo. – Suspiré y rodé los ojos. – Ahora.

Le di una última mirada asesina al tal Adam y luego miré a Sam. Acababa de perder el único empleo que tenía, todo por culpa de "Adam Dunne", imbécil ¿Cómo pagaría el departamento ahora? ¿Cómo sobreviviría en Los Ángeles sin un empleo y sin estudios? Todo por la culpa de un chico que ni conozco.

Tomé mis cuatro cosas de la sala de empleados y salí de la cafetería siendo perseguida por las miradas de todos los presentes.

Caminaba rápido, quería llegar a mi departamento y llorar, mudarme fue la puta peor idea que pude haber tenido.

-Natalie. – Adam se paró enfrente de mí y le tiré una cachetada. – Ok, me lo merezco, pero déjame ayudarte.

-Ya me ayudaste bastante. – Seguí caminando.

-Puedes trabajar en mi casa. – Me jaló del brazo.

-No soy una empleada.

-Serás mí... Asistenta personal.

-Empleada. – Me di media vuelta intentando soltarme de su agarre. – Ya me jodiste la vida ¿Qué más quieres?

-Mira, lo siento. – Se puso serio y soltó mi brazo. – La cagué y te estoy ayudando ahora, por favor acepta. – Suspiré.

-¿Cuánto me pagas? – Sonrío.

-¿Cuánto te pagaban en la cafetería? – Rodé los ojos.

-No lo sé, porque gracias a alguien ¡No llegué ni al mes! – Sonrío tímido.

-Vale... ¿800 dólares al mes? – Rodé los ojos ¿Tenía opción?

-Ya que.

-¿Aún tienes mi tarjeta? – Pensé unos segundos.

-En mi casa, supongo.

-Ok, ten. – Me dio otra tarjeta y escribió algo en ella. – Esta es mi dirección, ven hoy para conocer todo, ve en... Una hora. – Tomé la tarjeta y me di media vuelta.

Empecé a caminar un poco más tranquila, pero la verdad seguía nerviosa, ansiosa y preocupada ¿Quién es este tal Adam Dunne?

***

Caminé por algunos lugares cerca a la playa de Los Ángeles buscando la calle que había escrito el tal Adam. Me choqué con mucha gente e incluso tropecé porque pise mal y mi pie se atascó en una grieta del pavimento, pero esa es otra historia.

Después de veintiocho mil años, que en realidad fueron 40 minutos, llegué a un edificio de aproximadamente 15 pisos. Y por lo que él escribió vivía en el piso 9.

El Chico De La CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora