Capítulo 7: Padres.

544 34 1
                                    

Capítulo 7: Padres.

La foto era de él con su padre, parecía de hace unos seis años aproximadamente. Adam miró la foto unos segundos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas una vez más, suspiró y empezó a hablar.

-Mi padre falleció. –Lo miré asombrada.

-Lo lamento, yo... Yo no sabía. – Tomó mi mano y miró a la foto.

-Tenía quince años, un amigo mío había cumplido dieciséis y quiso celebrarlo. – Tragó saliva. – Me invitó a su fiesta junto a mi hermano, pero mi padre nos prohibió ir, yo no le hice caso y fui. Tomé mucho y cuando regresé a casa mi mamá estaba preocupada por mí, demasiado preocupada. – Me miró mientras lloraba. – Mandó a mi papá a comprar una pastilla a la farmacia, eran las tres de la mañana. Tomó el auto y se fue, nunca regresó.

-Adam...

-Murió por mi culpa. – Lo abracé y él hizo lo mismo. – Tuvo un accidente por mi culpa, y nunca pude decirle lo mucho que lo quería antes que se fuera.

-Lo siento, de verdad. – Me abrazó más fuerte.

-No es tu culpa, perdón por haber sido así... hace rato. – Me separé y le sonreí.

-Tranquilo, lo merezco. – Rio.

-No, Nat, fui un idiota. – Se limpió las lágrimas y suspiró. – Bueno, ya está. Me siento un poco mejor.

-Me alegro. – Soltó mi mano y dejó la foto en el cajón. – Creo que debería ser honesta contigo también.

-¿Qué? – Dijo mientras se limpiaba las lágrimas.

-Mi padre engañó a mi mamá por mucho tiempo, diez años siendo exactos. – Reí sarcástica. - Mis padres separaron cuando tenía trece, todo estaba mal, mi madre sufrió mucho y... - Puse mis manos en mi cara y miré al techo para no llorar. – Mi mamá lo perdonó, solo para que pueda ir a verme y me sienta mejor. Llego un momento en el cual su otra familia era más importante que su hija, me dejo de ver por años, no me llamaba ni por mi cumpleaños y vivía en Miami. Incluso... – Empecé a llorar. - ... Cuando nos encontrábamos en la calle nos ignoraba. No fue a mi fiesta de dieciséis, y para mí era importante. Luego quise venir aquí, mi mamá no tenía problema pero él se enteró porque mi madre le dijo, ella aún no consideraba cuando se trataba de mí. Dijo que no podía venir, que aún era menor de edad y que sin su consentimiento no podía, pero mi mamá me ayudó y vine. – Me abrazó.

-¡Soy imbécil! – Reí. – Perdón, gruñi.

-¡Deja de decirme gruñi! – Reí separándome de él y se mordió el labio.

-Creo que ambos dijimos cosas que nos herían. – Asentí y nos quedamos mirando por unos segundos.

-Voy a ir a ordenar la sala, creo que hoy dormiré ahí. – Me paré y él asintió.

Salí de su oficina y a decir verdad me sentía mejor, decir todo eso me ayudó bastante. Siempre guardé todo eso dentro de mí y me hacía daño, decírselo a alguien que no era mi madre me hizo sentir liberada. Y Adam también debe sentirse bien, o al menos mejor. Sabía que había algo raro con él, que escondía algo detrás de esa mascara de chico alegre y sin problemas, y eso era su padre.

Empecé a acomodar las sábanas y almohadas en el sofá, luego cerré el paquete y escribí la dirección en un papel el cual pegué a la caja. Limpié un poco la sala y me senté en el sofá a mirar mi celular, sentí que alguien se sentó a mi costado, era Adam vestido de pijama. Traía un polo sin mangas que dejaba ver sus músculos, un pantalón de algodón gris y unas babuchas.

-¿Qué tal? – Dijo mirándome y deje el celular para mirarlo también.

-Bien, supongo. – Puso su brazo atrás de mi cuello y se acomodó.

El Chico De La CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora