Capítulo 14: Adiós papá.
-¿Qué? – Pregunté mirándolo a los ojos.
-Creo... Cr-creo que me gustas, Natalie.
-Adam... - Suspiré. - Estas confundido. Solo somos amigos y por esto de venir a Londres no fue buena idea.
-S-sí. – Se paró. – No sé en qué estaba pensando. Creo que mañana nos iremos.
-Vale... - Y se fue.
Me quedé mirando a las estrellas por varios minutos y reflexioné.
Sí, me gusta reflexionar.
¿Saben? Hay veces en las cuales pasas de estar en una situación completamente diferente a la que te encuentras ahora y piensas "¿Cómo pude tardar tanto?" Creo que en parte, pienso eso.
¿Cómo pude tardar tanto en salir de mi zona de confort?
Nunca pensé que conocería a Adam, un chico tan... Extraño. Pero al mismo tiempo increíble, amable, gracioso, y mil adjetivos más que no me alcanzaría el tiempo para mencionarlos todos. Pero también me pregunto... "¿Es Adam lo que yo quiero?"
No lo sé.
Pero si algo he aprendido en estos últimos meses es que quedarse esperando no sirve de nada, si quieres algo tienes que ir a por ello y es fácil decirlo, como lo hago yo ahora, pero en el momento no sé si pueda ir por lo que yo quiero.
Y no sé si lo que yo quiero venga a por mí.
***
Luego de que Adam y Ollie sacarán las maletas de la casa y las metieran en la parte trasera del auto, su madre empezó a conducir hacía el aeropuerto.
Y me di cuenta de algo estúpido.
¿Por qué las señales de tráfico de repiten innecesariamente el hecho de que te vas de su ciudad o país?
En cada letrero te indicaban que estabas más y más cerca del aeropuerto y eso estresaba. O al menos a mí, porque Adam estaba apoyando en mi hombro.
Miré varios carteles y cada uno me hacía extrañar ya Londres. No sé si era por qué ya no podré tener a tanta gente británica cerca de mí o por qué extrañaría estar así con Adam.
Últimamente no sé nada.
Oh, y cuando llegamos Adam quiso ir a por café en el aeropuerto antes de irnos. Así que nos despedimos de su familia e intercambié números con su adorable prima, ¿Lauren?, creo que así se llamaba. El punto es que me cayó muy bien.
Entramos a una tienda de café y ordené un café americano, como cualquier persona, y un muffin de chocolate. Nos sentamos y me tomé varias fotos para mis redes sociales, que cabe resaltar eran poco importantes pero... Estaba demasiado cansada y aburrida.
Empecé a sentir que el café me caía un poco mal, me dolía el estómago y tenía ganas de vomitar así que me fui al baño.
Y efectivamente, vomité. Grandioso.
Al parecer tarde mucho tiempo ya que cuando seguía vomitando Adam entró en el baño y cogió mi cabello en una cola para evitar que lo manchara y empezó a acariciar mi cabeza para que me relaje.
-Odio este aeropuerto con mi vida. – Dije mientras jalaba la palanca del inodoro.
-Gruñi, deja de ser tan gruñona.
-¡Voy a demandar a esa cafetería! – Grité mientras me lavaba la cara y Adam reía. – Te odio.
-Siiiiiiiii, me odias. – Me dio un pedazo de papel para secarme mientras yo seguía con mi cara de odio el mundo. - ¿Segura que estás bien?
-Nunca dije que estaba bien, Adam.
-Entonces, vamos a la sala de embarque. – Asentí aún con la respiración agitada.
Caminé por todo el aeropuerto jalando mi maleta con mi peor cara, sentía que cada paso que daba hacía que el mundo rebotara. Parecía que Adam se dio cuenta así que agarró mi maleta y mi mochila y me dijo que a lo mejor sería buena idea que volviera al baño, y así lo hice pero esta vez no vomité.
Me lavé la cara y me hice una cola alta para que no me muera de calor. Me quedé sola en el baño unos segundos reflexionando nuevamente, creo que el irme de Londres ha sacado mi lado sensible.
Salí del baño y vi a Adam sentado en una banca con las maletas y mirando a su celular, cuando me vio se paró y se acercó a mí.
-¿Estás mejor? – Asentí levemente.
-Eso creo... - Intenté tomar mi maleta y mochila pero Adam no me dejó.
-Natalie, estás débil, mejor yo cargo las cosas.
-Solo quieres presumir tus músculos. – Rio.
-Ahora que lo dices. – Alzó su brazo dando a notar sus músculos y rodé los ojos.
-Vamos a la sala de embarque de una buena vez, Adam.
Ignoré el intento de conversación que estaba haciendo Adam y me puse a pensar nuevamente.
¿Cómo serían las cosas de regreso en Los Ángeles?
Supongo que ignoraremos todo lo sucedido en Londres, pero a lo mejor no. Uno nunca sabe y eso a veces hace las cosas mejores o peores.
Después de que nos inspeccionaran viendo que no teníamos droga y a Adam le hicieron sacar los zapatos, porque el señor tenía una cara de odiarlo. ¿Cómo no odiarlo? Cualquier señor mayor o joven le tendría envidia, es guapo, alto, británico, atlético, lindo, gracioso y ¿de qué me perdí?
Estuvimos sentados en la sala de embarque por varios minutos hasta que llamaron a nuestro vuelo.
Subimos al avión y sentí a Adam tomar mi mano y luego susurró.
-Adiós papá. – Y sonreí un poco pero él no lo vio.
***
Twitter: @xLovelyComplexx
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El Chico De La Cafetería
RomansaNatalie cambió su vida. A veces te cansas de la rutina y haces cambios drásticos sin pensar. Pocas veces llega todo lo que necesitas en bandeja de plata, pero nada en esta vida es gratis. Adam aceptó ese cambio. A veces muestras tus debilidades a...