Capítulo 19: Larry Dunne.
Me miré en el espejo de mi habitación.
Mi padre me hizo usar un vestido blanco por arriba de la rodilla, me maquillaron haciendo que aparente una edad mayor y peinaron mi cabello en una trenza francesa de costado. Traía unos tacones altos negros y mis labios estaban rojos por el lápiz labial.
La misma señora que me peinó abrió la puerta indicándome que era hora de bajar.
Baje las escaleras cuidando que no caerme ya que nunca había usado tacones tan altos.
En la sala habían varias personas, entre ellas mi padre, mi medio hermano, un chico rubio de ojos verdes y mi madrastra. El primero en recibirme fue mi medio hermano, me dio un abrazo y un beso en la mejilla al cual respondí intentando ser amable.
-Natalie... - Suspiré. - Soy Michael, tu hermano.
-Un gusto. - Se hizo a un lado para que avanzara y me encontré al rubio.
-Soy Alejandro. - Dijo con su acento latinoamericano. - Tu prometido. - Besó mi mano y yo seguí seria mientras mi padre me veía.
-¡Hija! - Mi padre me abrazó. - Él es tu futuro esposo.
-Lo sé.
-¿Cuántos años tienes? - Preguntó Alejandro y antes que respondiera mi padre habló.
-Veintiuno. - Él asintió sonriente.
-¿Usted?
-No llames así, y tengo veintiséis. - Intente sonreír, pero aun no entendía. ¿Mi padre me quiere casar con un hombre que es siete años mayor que yo?
-Vamos a cenar, cariño. - Mi madrastra habló y todos caminamos al comedor.
-Intenta sonreír ¿quieres? - Susurró mi padre y yo asentí.
Todos nos sentamos alrededor de le mesa mientras mi madrina hablaba sobre la comida y que tenía cada una de ellas. Todos iban vestidos elegantemente, como si esto fuera una gala con el presidente y no. Era simplemente la primera cena de mi vida como una esclava.
Me senté al costado de Michael, mi padre estaba a mi lado derecho mirándome, cuidando que no haga nada que eche a perder su súper plan.
Miré lo que decoraba la casa y eran fotos de Michael, mi madrina y mi padre. Todas eran momentos que nunca vivió conmigo, ni mi graduación, ni mi fiesta de dulces dieciséis, ni siquiera cuando me fui a Los Ángeles.
En una estantería habían varios trofeos y un balón de futbol americano, supuse que eran los trofeos que Michael ganó.
-Y... ¿Has estudiado algo Natalie?
-Estudió contabilidad. - Asentí sonriendo y mi padre hizo lo mismo.
-¿Es complicado, no?
-Un poco, solo por los números. - Mentí. - ¿Tú que has estudiado?
-Administración de empresas, voy a controlar la empresa de petroleó de mi padre. - Y entendí todo, tienen mucho dinero y por eso mi padre quiere que me case con él.
Toda la cena fueron preguntas de parte de él y mentiras de parte de mi padre. También uno que otro comentario inadecuado de mi madrina que parecía le faltaba una neurona.
Mi padre le mintió diciéndole que había ido a Los Ángeles de vacaciones con mi madre. Sabía que si le decía la verdad él no iba a querer casarse conmigo.
Al acabar de comer, todos fuimos a la sala. Me quedé parada mirando a la ventana hasta que Alejandro tomó mi mano y me llevo fuera de la casa.
Ambos nos sentamos en las escaleras de la entrada.
-Eres muy bonita.
-Gracias. - Miré alrededor y me encontré con Adam escondido en un arbusto, me miró e hizo una mueca que me hizo soltar una risita.
-¿Pasa algo?
-No, no.
-Me alegra casarme contigo, eres mucho mejor que mi antigua esposa. - Ignoré su comentario y volví a mirar a Adam, el cual seguía haciendo muecas. - ¿Eres virgen, no?
-Ehm... S-sí. ¿Por qué? - Estúpido. ¿Qué clase de persona le pregunta a alguien que apenas conoce si es virgen?
-No me gustaría casarme con alguien... usada. - Fruncí el ceño. - Pero ya veremos en la noche de bodas si no mientes. - Me dio nauseas tan solo pensar en ese momento.
-Yo no miento. - Él suspiró.
-Bueno.... - Tomó mi barbilla obligándome a mirarlo y empezó a acercarse, no podía hacer nada al respecto así que solo cerré los ojos fuertemente esperando lo peor.
-¡Alejandrooooo! - Llamó mi madrastra y le agradecí por tener esa voz tan chillona.
Alejandro se levantó dándome una mirada lujuriosa y entró en la casa.
Miré hacia el arbusto y vi a Adam mirándome seriamente, seguro que había molestado. Así que con el gran sigilo que me caracteriza caminé a paso rápido hacía los arbustos del jardín.
Adam me miró aun serio y yo rodé los ojos tomado su rostro entre mis manos y besándolo.
-Eso nunca podrá pasar con ese. - Dije después del beso y él sonrío.
-Más te vale. - Apoyé mi cabeza sobre su hombro mirando a las estrellas. - No quiero que te cases.
-Y yo no quiero casarme.
-¿Puedes prometerme algo? - Asentí. - Déjame ser el primero y último. - Me sonrojé y lo volví a besar esta vez de manera más relajada y dejándome llevar por el ritmo de mi corazón.
-Te quiero. - Confesé y él sonrío.
-Yo también, gruñi. - Sonreí.
-¡Natalieeee! - Mi madrina volvió a gritar y maldecí en voz baja.
-Te tienes que ir. - Suspire dándole un último beso.
-No te olvides de mí.
-Nunca.
Me paré y volví a caminar con mi sigilo hasta la puerta. Limpié mi vestido antes de entrar y miré hacia el arbusto donde Adam me lanzó un beso volado, rodé mis ojos y fingí que lo tomaba con mis manos para luego ponerlo en mis labios y él rio.
Entré y todos me miraron sonrientes.
-¿Qué pasa? - Mi padre se acercó.
-La boda se adelantó, te casas el sábado. - Me quedé inmóvil.
-¿Este sábado? Ósea en... ¿tres días? - Él asintió contento.
-Sí, hija. Será mejor para los dos. - Miré a Alejandro el cual sonreía de manera macabra.
-¿Mamá sabe de esto?
-Si lo sé. - Hablo mi madrina y le lancé una mirada retadora.
-Hablo de mi verdadera madre, mi madre biológica.
-No... Y no creo que quiera ir, al final me dio tu custodia porque se cansó de ti. - Suspiré y miré al suelo.
-¿Pu-puedo invitar a amigos?
-Sí. - Contestó Alejandro poniendo a mi padre alerta. - Todo por mi futura esposa.
-Gracias... - Caminé hasta las escaleras. - Quiero dos invitaciones, para mi madre y para... Larry Dunne.
-¿Larry Dunne?
-Sí, papá, Larry Dunne.
***
Twitter: @xLovelyComplexx
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El Chico De La Cafetería
Roman d'amourNatalie cambió su vida. A veces te cansas de la rutina y haces cambios drásticos sin pensar. Pocas veces llega todo lo que necesitas en bandeja de plata, pero nada en esta vida es gratis. Adam aceptó ese cambio. A veces muestras tus debilidades a...