Capítulo 17: Secuestrada

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Capítulo 17: Secuestrada

Después de varios días ayudando a Adam con nuevos papeles de negocios que le pedían que le hiciera una página web, Adam y yo cuidábamos del gato y yo seguía chateando con Lauren.

Incluso a veces teníamos que volver a actuar como novios porque video chateábamos con su madre. Las cosas se ponían tensas después de despedirnos de ella con un beso y apagar la laptop, pero siempre ignorábamos el tema.

Hoy dejamos a Maddie en el veterinario para su chequeo mensual, así que Adam y yo estábamos solos. Luego de ayudarlo con el diseño de una página de una universidad, Adam se fue a dar una ducha y yo me quedé mirando una película en la sala. Mientras miraba cómo Rapunzel lloraba por su amado, era la quinta vez que veía esta película, el timbre de la casa sonó y yo fui toda alegre a abrir la puerta. Lamentablemente, toda esa alegría se fue cuando vi a la persona detrás de la puerta.

Un señor con el cabello marrón lleno de canas, de una estatura promedio pero más alto que yo, con los ojos azules como los míos y lentes de pasta negra me miró unos segundos e intentó abrazarme. Lo empujé un poco mirándolo sorprendida.

¿Cómo me encontró?

-¿Qu-qué haces aquí?

-Vine por ti, hija. – Intentó agarrar mi mano pero la jalé.

-¡VETE DE AQUÍ! – Grité y un asustado Adam salió de la habitación, con solo un jean puesto.

-Gruñi... ¿Quién es él? – Mi padre lo miró de pies a cabeza.

-Me voy un rato y ya te lanzas a un hombre. ¿Cómo tu madre pudo hacer un trabajo tan malo? – Adam lo miró confundido.

-Adam es mi novio. – Mentí y Adam asintió. – Y lo haga con mi vida no te importa, nunca importó.

-Sí me importa, Natalie. – Suspiré. – No puedes vivir con un cualquiera y hacer cosas de... adultos. Eres una niña y estas bajo mi custodia.

-Nunca te importé, ¿por qué vienes ahora a arruinar mi felicidad?

-Señor, le pido que se vaya por favor. – Adam le indicó la salida y mi padre lo miró con desprecio.

-Vine a ver a mi hija, vine a llevarme a mi hija a Miami, donde tiene que estar. Con su padre. – Tomó mi mano y la jalé empujándolo.

-¡No me iré contigo a ningún lugar! ¡Vete a la mier...- No pude terminar la frase porque me tiró un cachetada callándome y la furia de Adam se desató.

-¡No se atreva a tocarla! ¡NUNCA MÁS! ¡¿ME ENTENDIÓ?! – Adam lo empujó contra la pared y mi padre lo miraba con frialdad.

-Haré lo que yo quiera. – Sonrío sínicamente y Adam lo tiró al elevador y cerró la puerta de la casa.

Se acercó a mí con los brazos abiertos para darme un abrazo el cual yo recibí. Me apretó contra su pecho desnudo y acarició mi cabello mientras yo seguía llorando en silencio.

Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, pensando en miles de posibilidades para saber cómo encontró mi dirección. Ni mi madre la sabía y él la descubrió, ¿cómo? Sabía que mamá no lo pudo haber ayudado, se lo imploré y ella siempre me ayuda cuando sabe que lo necesito.

Adam siguió acariciando mi cabeza y empezó a susurrar que todo estaría bien.

***

Y ahí estaba.

Sentada en la mesa de un café enfrente de la playa con mi padre mirándome.

Tomé un sorbo de mi café y lo miré de reojo esperando que diga por qué me citó aquí, pero al parecer no tenía que decir.

-Perdón por lo de ayer. – Se atrevió a decir después de un silencio abrumador. – Sé que estuvo mal.

-¿Eso es todo? – Negó.

-No. Hija, tu sabes perfectamente que para que puedas hacer lo que quieras tienes que tener 21 y tienes 19. – Asentí levemente. – Tus padres tienen que cuidarte hasta que llegas a los 21.

-Mi madre tiene mi custodia. – Sacó un papel y lo dejó en la mesa.

-No más. – No tuve que leerlo para saber que era una carta del juez, mi padre le ganó a mi madre por mi custodia. – Tienes que venir conmigo a Miami hoy mismo.

-N-no. – Mi corazón empezó a palpitar tan fuerte que sentía que iba a desmayarme en cualquier momento. – No me voy a ir.

-Entonces hija, me obligas a hacerlo del modo duro. – Unos señores de traje negro aparecieron. – Y que conste que yo te lo pedí de buena manera.

-¿Qu-qué? – No pude decir más porque uno de los señores puso un trapo en mi nariz provocando que caiga en un sueño profundo.

Me estaba secuestrando.

Adam's POV

Empecé a dar vueltas en la sala. Ya eran las 10 de la noche y Natalie no llegaba del encuentro con su padre.

Me empecé a imaginar lo peor.

Pero vamos. Esto no es un libro de acción o novela. Es la vida real y sé que ella no se dejaría domar por su padre, porque en el fondo sé que ella no quiere dejarme... Dejar Los Ángeles, perdón.

Empecé a mandarle mensajes a su celular pero ninguno era respondido o visto por ella, incluso la llamé pero no contestó.

Mis nervios aumentaron y no me aguanté.

Salí de la casa dejando a Maddie sola. Tomé mi chaqueta negra y las llaves con mi celular en mano. Seguí marcando el número de Natalie pero no contestaba. Me acuerdo perfectamente la cafetería en la cual se iban a ver, pero cuando llegué no había rastro de ninguno de los dos.

Me acerqué a la cajera y le pregunté por si había visto a Natalie o su padre.

-Sí, vi a una jovencita y su padre en la tarde. – Señaló a las mesas de afuera. – Pero se fueron hace un buen tiempo, la joven se iba con él y un par de señores más que la escoltaban.

-¿Sa-sabe a dónde? – Negó. – Bueno, gracias.

Esta vez si la perdí.

Nadie sabía dónde estaba ella, ni su padre y mucho menos esos dos hombres que la escoltaban.

A lo mejor la llevo al hotel donde se está quedando. Pero no sabía dónde era.

¿Y si se la llevó a Miami?

No.

No puede llevársela sin un permiso firmado por sus padres, aunque tuviera su firma necesitaba la de su madre para poder arrastrarla por todo el país. Pero era la última opción que tenía, así que conduje hasta el aeropuerto y en recepción pregunté nuevamente por ella. Esta vez con nombre y apellido.

-La señorita Gómez acaba de tomar un vuelo a Miami. – Respondió sonriente la recepcionista que se mordía el labio y me guiñaba el ojo.

-¿Hace cuánto? – Miró a su computador.

-Hace ya tres horas. – Suspiré. – ¿Algo más que deseé?

-Sí... Dame el primer vuelo para Miami mañana en la mañana. – La señorita asintió y después de varios papeleos tenía mis boletos. – Gracias.

-A usted.

Me di media vuelta y conduje de vuelta a casa. No dormí mientras preparaba mis maletas y llamé a Sam para que cuidara a Maddie, porque si no regresaba con ella Maddie era lo último que tenía para recordarla.

***

Twitter: @xLovelyComplexx

El Chico De La CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora