001 ←

6.1K 202 18
                                    

Brook.

— ¡Monja! — se burló Kennedy nada más al verme llegar, le vi y rodeé mis ojos al verle con su sonrisa sarcástica. 

—  Vete a la mierda y déjame en paz al menos un minuto — rogué, mientras picaba el botón del ascensor y esperaba a que las puertas se abrieran para salir huyendo y no verle más. 

Me esperé a la vez que me cruzaba de brazos, mordí mi labio inferior, ya que sentía su mirada sobre mí y eso me ponía ansiosa, sólo quería salir corriendo e irme a mi departamento para descansar un largo rato. 

— ¿Sabes? me gusta hacerte enojar, monja — dijo entre pequeñas risas — anda, voltea a verme — no hice caso y seguí con mi mirada hacia las puertas del ascensor, esperando que éstas se abrieran — ¡hey, monjita!

— ¡Ya no soy una monja! he acabado el instituto religioso hace como un año, así que deja de llamarme así — le pedí, esta vez viéndole.

— Vaya, tienes carácter — solté un bufido — y eso me excita, así como cuando te veía con tu traje de monja — miré como tocaba su pene sobre encima de su pantalón. Eso acabó con mi paciencia.

— ¡Eres un maldito guarro! — le miré asqueada, éste se río.— eres asqueroso, por Dios. Ni se porque te hago caso...— me di la vuelta — mejor subiré las escaleras para irme de una vez y no ver la cara de estúpido que tienes. 

Ni siquiera podía estar en mi departamento a gusto, él era mi vecino, así que tenía que soportarlo cada día a cada momento. Yo ya no podía seguir viviendo a su lado, me vuelve loca del coraje. He intentando cambiarme de departamento pero simplemente ya no hay cupo, y bueno, no hay otro edificio cerca de la universidad, así que no por él me iré a un lugar más lejos. 

Me recosté en mi cama, cerrando mis ojos a la vez que sentía mis párpados pesados. De pronto, música de rock pesado inundó todo el pasillo, haciendo un enorme escándalo. Abrí mis ojos, para luego soltar un grito de coraje. Me levanté de la cama y comencé a golpear la pared a la vez que le gritaba para que se callara. Pero obviamente no me hacía caso y dudo que oiga mis golpes por el molesto ruido.

— ¡Bájale a la música! ¡intento dormir! — grité, pateé la pared con mi pie por la desesperación, pero luego me arrepentí porque me empezó a doler — ¡mierda!

Me senté en el sofá y sobé mi pie. Solté un suspiro, y comencé dar quejidos, pero no por el dolor, sino por la rabia.

Conocí a Kennedy hace casi un año. Un mes antes de terminar mi último año de preparatoria -ya que tuve que volver a cursar de nuevo el último año- tenía que conseguir un departamento que estuviese cerca de mi universidad, había conseguido éste lugar y pareció ser una buena idea al principio. Tan pronto como llegué; conocí a Kennedy. Un chico alto, amante de la música rock y vestimenta negra. Jamás lo había visto usar otro color que no fuese negro. Me vio con mi uniforme de monja aquel día y no tardó en burlarse de mí, y ahora cada maldito día me ataca con eso. Y yo ya no lo soportaba. Era bastante ruidoso con su música, se ponía a tocar su guitarra eléctrica todas las noches, golpeaba mi pared todas las madrugadas, y entre otras irritantes cosas más. 

De pronto, la música paró por lo tanto solté un suspiro de alivio, pero quité mi sonrisa nada más al oír de nuevo su música. Él había cambiado de disco. 

— ¿Por qué a mí? — chillé. 

Temprano en la mañana, bajé las escaleras hasta llegar a la planta baja del edificio. Eran vacaciones de invierno, por lo tanto, tenía mucho tiempo libre y podía salir a donde sea. Ahora que estaba viviendo en Liverpool, todo era tan desconocido para mí, aún sabiendo que ya casi llegaba a los dos años de vivir aquí. Sentía que todavía no lo conocía del todo bien.  

Antes de salir, entré al baño de mujeres que estaba en el primer piso de recepción. Me quité el suéter sin botones que tenía puesto y de paso la otra blusa que tenía debajo. Iba a dejarme solo el suéter. Me vi en el espejo por un segundo, hasta que mis ojos bajan hacia mis costillas, mirando mi primer y único tatuaje que tenía. Con mis manos temblorosas lo toqué y antes de reaccionar la puerta se abre. Me pongo el suéter rápido y me giro a ver al quien entró, y era nada más y nada menos que Kennedy.

— ¿Qué estás demente? ¡es el baño de mujeres! — le grité, él encogió sus hombros sin importarle. 

— Lo sé, pero supuse que estabas aquí.

— ¿Qué quieres de mí? — dije cansada.

— Nada, nada — ocultó su sonrisa burlona — ¿no te da ganas de un polvo aquí?

— Eres un maldito — rodeé mis ojos, tomé mis cosas y salí del baño. 

Salí del edificio, el aire chocó contra mi rostro. De pronto, quise llorar. Odiaba mi vida, no me siento completa, siento un enorme vacío por dentro.

— Brook, perdóname — lo oí a mis espaldas, su voz sonaba como si estuviese muy arrepentido.

— Tú no lo sientes — le vi, él sonrió.

— Estás en lo cierto, no lo siento — se burló escandalosamente.

— ¿Sabes? adiós contigo.

Me di la vuelta de nuevo y comencé a caminar.

— ¡No, ya en serio, Brook! — me detuvo, tomándome del brazo. Se puso frente a mí y me dedicó una pequeña sonrisa. — Te llevaré a pasear. Se que no conoces muy bien Liverpool. 

— ¿Por qué debería confiar en ti?

— Anda, no te violaré si es lo que piensas.

— Tu deseo es follarme, ¿Cómo quieres que no piense eso?— alcé una ceja, él rió.

— Estás en lo cierto de nuevo, pero no lo voy a hacer.— le miré dudosa — no por ahora — rió, y yo bufé.

— Y si acepto, ¿A dónde piensas llevarme? — pregunté, sonando curiosa.

— Te gustará — sonrió sinceramente — venga, vamos a mi moto que está en el estacionamiento.

— ¿Qué? ¿moto? — le miré alertada y él asintió confuso — lo siento, yo no voy en motos — crucé mis brazos y luego murmuré: — ya no más. 


Untouchable | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora