Narra Vanea
Hacía mucho tiempo en que me sentía sola, no tenía en nadie en quien confiar realmente. Pero ahora, sabía que contaba con algunas personas de buen corazón.
Realmente se me hacía extraño todo lo que estaba pasando, probablemente algo empezaría a ocurrir, de eso estaba segura.Me acosté en mi cama y miré el techo, era lo más entretenido por el momento.
Hacía frío y la noche estaba más oscura de lo normal, perfecta velada para contar historias de terror.Casi no tenía sueño, llevaba al menos 30 minutos tratando de conciliar el sueño, pero no podía.
Todo se tornó negro y de la nada vi un resplandor...
Estaba en un campo lleno de pequeñas manzanillas, un olor a fruta y el sonido de miles de aves cantando.
Traía puesto un vestido color rosa pastel, con un pequeño toque de listones plateados.No recordaba haber salido de la cama.
-Esto es un sueño...- trate de convencerme de que todo lo que pasará en este sueño era falso, nada real.
Seguí caminando hasta un frondoso árbol, era inmenso.
Tenía gravadas unas iniciales "J&V" ¿J&V? Solo conocía a una persona con "J".-Reina mía- gritó con emoción una voz a mis espaldas.- Te he buscado por todo el reino- era Javier, el príncipe.
-¿Reina? ¿De qué hablas?- le pregunte, estaba confundida.
-Si, Vanea. ¿Acaso ya olvidaste nuestros votos de amor?- lo miré confundida.
-Yo jamás me casaría contigo- le dije entre susurros.
-Lo hiciste, y ahora tenemos a dos hermosos herederos- me quedé atónita.- Charles y el pequeño Ethan- este era un sueño loco.
-¿Hijos?- grité.
-Si, cielo. Desde que Elloy murió...-
-¿Qué?- eleve mi tono de voz. Esta era una horrible pesadilla.
-¿Lo olvidaste? Él se fue hace un par de años- sentí que mi mundo se derrumbó.
-¡No!- desperté.- Solo fue un sueño- me dije a mí misma.
Me acomodé y trate de dormir de nuevo, daba vueltas en mi cama.Ahora estaba en un pasillo, ese pasillo era sin duda del palacio.
Ahora parecía unos 6 años más joven, traía puesto uno de mis vestidos favoritos.Por alguna razón sentía que ese momento ya lo había vivido antes.
-Vaneadeth- miré con asombro a la persona que me había llamado. Era la reina, la madre de Javier.
-Hola, alteza- pronuncié por dificultad.
-¿Has visto a Darío?- preguntó. Yo negué con la cabeza.- Bueno, te veré en la cena-
-Si- sonreí. Seguí caminado porque, de alguna forma sentía que esto era una escena pasada.
-No...- recordé. Tenía que despertar antes de que el recuerdo volviera. Pero esta vez me armaría de valor.
Busque la antigua habitación de Darío, una puerta café con una raya hecha con navaja.Me paré frente a ella y escuché aquellas frases que me habían roto el corazón.
Todo se tornó negro.-¿Por qué?- miré hacia la ventana. Ya casi amanecía.
No entendía porque había soñado con mi "futuro" y con el pasado.Al amanecer, iría a ver a Elloy para contarle mi pesadilla.
¡Hola! Ya estoy de regreso con este sensual -y pequeño- capítulo. Lamento ya no ser tan frecuente, pero haré lo posible por volver a serlo.
-EscritoraLoca
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Una heroína para el corazón
FantasyEn el Reino de Treneville, el rey y sus colaboradores decidieron que era conveniente nombrar un defensor de los derechos y libertad de su pueblo y de los reinos vecinos; así que nombró uno muy en particular. Que tendrá aventuras a lo largo de esta h...