Narra Vanea
Dejé a Centella en el establo y subí corriendo las escaleras, tratando de encontrar lo que podría estar mal.
Escuché muchas voces que provenían del cuarto del Rey.
Entré y vi que casi toda la corte estaba aquí.
-Hola, Vanea. ¿Dónde estabas?- se veía enfermo.
-Buen día, su Alteza. Estaba asegurándome de que todo estuviera en orden- mentí.
-Me alegro- asentí.
-Tienes que registrar todo el personal- susurró el Príncipe Javier.
-¿Qué le ha pasado a tu padre?- pregunté.
-No lo sabemos. Está enfermo, pero, no de algo que conocemos- me quedé pensando.- Te ordeno que averigües que está pasando-
-Así será- me di media vuelta dispuesta a irme.
-Vanea- me llamó y yo me giré.- No lo hagas por mí, hazlo por el reino- asentí.
Me fui a mi habitación en busca de un traje un poco más cómodo.
Al salir de mi habitación pude ver al caballo de Elloy.
-¡Hey! Tranquilo...- trataba de calmarlo. Estaba muy agitado.- ¿Dónde está Elloy?- me miraba.
Lo dejé en el establo y me dirigí al bosque.
¿Por qué Elloy no había llegado al mismo tiempo que yo? ¿Dónde estaba Darío? Eran muchas preguntas las que invadían mis pensamientos.
-¿Hola?- solo es escuchaba el silbido de las aves y el viento mover los árboles.
Todo estaba demasiado calmado, en exceso.
-¡Vanea!- gritó alguien.
-¿Darío?- estaba frente a mi.- ¿Dónde estabas?- estaba agitado.
-Yo... Estaba aquí, perdí el camino de regreso- ¿qué? Como había perdido el camino.
-¿Qué está pasando?- pregunté.
-Creo que es hora de que lo sepa- agregó, una segunda voz.
-Tú...- la señalé.
-¿Yo?- rió.- ¡Ay! Vanea querida, me duele tener que hacer todo esto- no entendí que estaba pasando.
-¡Ya basta de juegos, Alerim!- grité.
-Yo no estoy jugando- se acercó a Darío y le plantó un beso. Sentí náuseas.
-¿Qué esta pasando?- grité.- ¡Dímelo!- me estaba frustrando.
-Cuando creías tener la delantera ante mi, perdiste ciertos detalles- caminaba de un lado a otro.- Creíste que nadie se daría cuenta de que veías a Melchor-
-Tu lo mataste- susurré.
-Pensabas que habías roto mi hechizo- la miré.- Estabas segura de que todo estaban bien- se puso en frente de mi.- Pero no es así, Vanea-
-¿Por qué haces esto? ¡Eh! Dímelo- exigí.
-Por diversión- sonrió.- Quería ver de lo que eras capaz-
-¡Basta! ¿Si? Déjalos en paz, a todos. Esto era entre tú y yo, nadie más- aclaré.- ¿Qué te han hecho ellos?- sentía un nudo en el estomago.
-El rey y la reina siempre te apoyaron. El príncipe Javier te quería como su reina. Darío te adoraba y Elloy...- una sonrisa estaba en su cara.- Elloy te amaba demasiado- negué con la cabeza.
-¿Acaso te molesta que las personas me estimen?- pregunté.- ¿Qué quieres que haga?-
-Que te rindas por una vez-
-Y si no lo hago ¿Qué?- la reté.
-Vas a desear no haber nacido- amenazó.
-Bien. Pues que así sea, porque no me voy a rendir antes ti. Jamás, Alerim- trataba de mostrarle mi indiferencia.
-De acuerdo. Vamos a ver quién resulta más herido al final- fruncí el ceño.- Hasta pronto, heroína- se esfumó, yo me espanté.
-¿Vanea?- cerré los ojos.
-¿Por qué me haces esto, Darío? ¿Qué te hice?- pregunté casi al borde del llanto.
-¿De que hablas?- lo había olvidado. Él no se iba a acordar.
-Olvídalo. Necesito ir a buscar a Elloy- seguí caminando sin mirar atrás. Darío corrió hasta mi lado.
-¿Estás bien?- lo miré.
-Si, solo necesito buscarlo- me abrazó.-Lo siento-
-¿Por?-
-Por no poder ayudarte todos estos años y creer que las cosas serían iguales- susurré.
-No sé de qué hablas, Vani. Pero te puedo asegurar que has hecho un trabajo excelente- sonreí.- Ahora, vamos a encontrar a Elloy- asentí.
Desde ese momento, ninguno pronunció ni una sola palabra.
Estábamos en silencio, revisando cada rincón del bosque.Algo me decía que estábamos cerca.
-¿Elloy?-
-¡Vanea! ¡Vanea!- gritó.
-¿Dónde estás?- no lo veía.
-Aquí arriba- ambos miramos hacia el árbol. Estaba ahí.
-¿Cómo llegaste hasta allá?- le interrogó Darío.
-No lo sé. Estaba muy tranquilo tratando de regresar al palacio y de la nada... Alguien me golpeó, y desperté aquí- se encogió de hombros.- El lado bueno es que tengo una vista interesante del reino- reímos.
-Me alegro por eso, pero... ¿Puedes bajar de ahí?- pregunté.
-Eso creo- se iba agarrando de las ramas y relieves de aquel árbol. Tardó un poco en bajar, pero al final lo logró.
-¿Todo bien?- le preguntó Darío.
-Si, si. Todo en orden- sonrió.
Ahora los 3 regresaríamos al palacio. Y de nuevo, el silencio reinaba entre nosotros.
-Alcancé a escuchar lo que pasó, Vanea- me susurró Elloy.
-¿De qué hablas?- pregunté sin entender.
-Escuché lo que hablabas con Alerim- lo miré sorprendida.- No te preocupes, no le diré a nadie- asentí.
-Gracias- me sonrió.
Cuando llegamos les expliqué a ambos la situación del Rey. Se habían comprometido a ayudarme, cosa que no quería, pero en fin. Tenía que tenerlos cerca de una manera u otra.
Y bueno, este es el 3/3 del maratón. Espero que les haya gustado este capítulo.
Nos leemos la próxima, chicos.
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Una heroína para el corazón
FantasyEn el Reino de Treneville, el rey y sus colaboradores decidieron que era conveniente nombrar un defensor de los derechos y libertad de su pueblo y de los reinos vecinos; así que nombró uno muy en particular. Que tendrá aventuras a lo largo de esta h...