Capítulo 41

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Narra Elloy

Había despertado de buen humor, y al parecer hoy había una importante visita a la que el Rey y algunos de sus colaboradores debían asistir.

Por mi parte, decidí quedarme para realizar un pequeño plan que tenía para pasar un tiempo lindo de calidad con Vanea y si, aún sentía algo por ella, y no precisamente las ganas de ser su amigo toda la vida.

Así que, le dejé una nota con Darío para citarla dentro de 20 minutos en el lago.

Me sentía muy nervioso, demasiado diría yo. No era normal que me sintiera así por una chica. Aún que... ¿A quién engañaba? Ella era bellísima, inteligente, graciosa, amistosa, humilde y, una heroína.
Algo que hacía que estuviera, básicamente, fuera de mi alcance.

Los minutos parecían años, siglos, milenios; tan eternos como las noches de insomnio y el sufrimiento en silencio.

-Lamento si te hice esperar- había llegado. Me levanté y le sonreí.

-No llevo mucho tiempo aquí- mentí.

-Me alegro- se sentó en un tronco.- Este lugar es asombroso... Es... Perfecto- me miró.

-A mí también me gusta- no me refería en nada al lugar.

-Me gustaría tener más días de calma como este- asentí.- Es muy reconfortante- soltó su suspiro.

-¿Puedo preguntarte algo?- estaba jugando nerviosamente con mis manos.

-Claro- tragué saliva.

-Pues... Hmm... Yo... Quería saber si tú... Ya sabes...- me miraba con mucha atención. Era muy posible que estuviera dándose cuenta de cómo me sentía.

-Si yo...- dijo a modo de hacerme terminar mi oración.

-Si tú quisieras acercarte más al lago. Ya sabes, en aquellos troncos- le señalé. Aún que, de igual forma mentía. Esa no era mi pregunta.

-Si, claro- sonrió.

Estuvimos jugando entre los troncos y juncos del lago, riendo y corriendo como un par de niños jugando a las atrapadas.

-¡No!- gritó ella entre risas cuando después de tanto perseguirla la había atrapado.

-Te atrapé, Vanie- la tenía entre mis brazos dándome la espalda.

-No es justo- rió.- Tropecé con esa cosa- señaló una rama.

-¡Tienes hasta la cuenta de tres para correr!- advertí riendo.- Uno... Dos...- ya se había hechando a correr, pero ahora, en dirección a la plaza.

Corrí detrás de ella tratando de alcanzarla. A decir verdad, era rápida.

-Tu eres hombre, Elloy. Es obvio que me vas a alcanzar- gritó.

-Lo sé. Así que sigue corriendo- advertí entre risas.

Seguimos comiendo hasta que de repente, todo fue tan rápido. Caímos al no darnos cuenta de que había un árbol derrumbado a la mitad de nuestro terreno de carrera.
Para su suerte y la mía, cayó encima mío.

-Hola- rió. Después sonrió y me miró fijamente con aquellos ojos miel.

-Hola- no me molestaba en nada. Vanea era Vanea. Y cualquier cosa que hiciese o no, era por algo.

-Lo siento- puse un mechón de cabello detrás de su oreja.

-No importa- nos quedamos un pequeño instante así; hasta que ella rodó a mi lado.

-Me gusta ver las nubes- señaló.

-Es gracioso encontrarles forma- asintió.- ¿Quieres ir a la plaza?- la miré.

-Si- me levanté y le tendí mi mano para ayudarla a pararse.

De camino mientras caminábamos, reíamos de tonterías y disparates. Me empujaba y yo a ella. Todo era broma y jugueteo.

Incluso si le pedía, estaba seguro de que creería que era una broma.

Cuando llegamos a la plaza, todo estaba iluminado y adornado. Parecía un lugar mágico.

-Asombroso...- mirábamos todo.

-Bastante- le di la razón.

-¡Vengan, vengan. Que el baile empieza!- un chico tomó a Vanea del brazo y una chica me jaloneo.

Comenzó a sonar la música y todo el mundo comenzó a bailar.

Nos mirábamos y reíamos a carcajadas por la situación.

En una pequeña oportunidad que tuvimos. Cambiamos de pareja.

-Ya era hora- me dijo.

-Concuerdo- sonrió.

-Vamos, hay algo que quiero mostrarte- asentí. Salimos corriendo del centro de la plaza.- Es un lugar cerca de aquí. Te encantará- era posible. Pero no más de lo que ella lo hacía.

Caminamos un poco y ahí estaba. Una hermosa y enorme cabaña que parecía inhabitada.

-¿Dónde estamos?- le pregunte con mucha curiosidad.

-Bueno, pues esta es mi casa- suspiró.- Mi hogar... El lugar donde crecí- la miré.

Estaba bastante asombrado. Al parecer, sabía menos de lo que creía sobre Vanea.

-Es un bonito lugar, Van- me miró.- Si no quieres entrar o que yo lo haga, está bien. Si te trae malos recuerdos no te obligaré a traerlos de vuelta- sonrió.

-Gracias- susurró.

Estaba oscureciendo, así que decidimos ir de vuelta al Palacio.

-Vanie... Oye, Vanea... Yo...- se detuvo y me miró.

-¿Si?- respiré hondo. Me acerqué a ella con toda la decisión del mundo. Puse mi mano en su mejilla. Quería besarla, pero no era tan valiente.
Así que solo le di un beso en la comisura de los labios.

¿Cómo han estado? ¿Me extrañaron?
Si, si. Sé que me tarde con el capítulo pero se me había ido la inspiración por unas ciertas cosillas.

Gracias a @ManicomioParaCuerdos que es una de mis mejores consejeras -y que me dio la idea para este capítulo- 🙌🏻

Así que, aquí se los dejo.

Una heroína para el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora