Era la mañana más tranquila y resplandeciente de todo el año cuando terminaba de verificar que mi equipaje estuviera listo.
—Tom llegó, linda—dijo Jenna detrás de mí.
Después de escuchar eso no podía dejar de sonreír.
—Enseguida voy. Por favor, te encargo mucho a mis bebés, su comida está en la alacena y tapa su jaula en la noche.
—Ya, anda. No te preocupes, yo me encargo—me abrazó—. Que tengan un buen viaje.
—Gracias.
En un instante ya estábamos en el aeropuerto, atravesando por el pequeño acceso para abordar. Fue una verdadera suerte que ningún paparazzi supiera que Tom saldría de viaje, así no tuvimos ningún contratiempo.
Nos acomodamos en nuestros respectivos asientos después de guardar el equipaje. Tom se sentó en el asiento del pasillo y yo en el de la ventana. Los pasajeros comenzaban a subir al avión. Miré a Tom.
—¿Emocionada?—me preguntó.
—Mucho. Estoy contenta de que me acompañes—le respondí.
—Sobre todo yo, por poder hacerlo—musitó, al tiempo que entrelazaba nuestras manos.
El avión empezó a moverse hacia la autopista, los motores rugieron y poco a poco se iba elevando hasta que estuvimos en el cielo.
Fue un vuelo rápido hasta donde tomaríamos otro para llegar a Toronto. Cuando desembarcamos en nuestro último destino, un coche nos esperaba en la pista, seguramente mi padre lo mandó. Las puertas de este se abrieron, y mi madre junto con la abuela, salieron corriendo hacia nosotros con los brazos abiertos.
—¡Hija!—exclamó mi madre con los ojos llorosos.
Las tres estábamos envueltas en un fuerte abrazo, perdidas en el momento, que no recordaba a mi acompañante.
—¿Quién eres tú?—preguntó la abuela May.
—Mi nombre es Tom Hiddleston—dijo, besando el dorso de su mano—. Es un placer, madame.
—Oh, muchacho. Llámame abuela May—murmuró, sonrojada.
Reímos por el comportamiento de mi abuela.
—Yo soy la madre de Katherine, pero puedes decirme Sarah—se presentó esbozando una sonrisa.
—Mucho gusto, Sarah—la saludó de igual manera.
El auto se fue por la pequeña autopista que nos conduciría al muelle. Adentrándonos al pueblo, esta parte de Toronto se ve repleta de negocios, pero era como la versión humilde y sencilla del pasillo de negocios en Manhattan. Mi madre envolvió a Tom en una interesante conversación sobre el teatro. El coche se detuvo, señal de que ya habíamos llegado.
El muelle había cambiado por completo, estaba más viejo y nuevo a la vez. Bill, el encargado de la lancha se acercó para saludarnos. «¿Esta es la pequeña Kathy Kat?». Fue lo primero que dijo cuando me vio y luego me estrujó en un fuerte abrazo. Estaba tan roja y avergonzada, pero el rostro de mi querido Tom parecía feliz y divertido.
Tom ayudó a la abuela a subir, luego a mamá y por último me tendió la mano a mí; estaba muy sonriente, más de lo habitual.
—No sabía que teníamos que cruzar un lago para llegar hasta tu casa—dijo, mientras se abrochaba el chaleco salvavidas.
—¿Te da miedo?—pregunté, molestándolo.
—No, en realidad me encanta—sonrió.
En el trayecto, el viento había logrado despeinarme por completo, siendo así la burla de los tres. Pero no importaba, yo disfrutaba de mi alrededor. De pequeña adoraba salir en lancha con papá, a los dos nos encantaba ver el lago en el atardecer, cómo la luz se disipaba en él y brillaba como estrellas. Observé detenidamente el paisaje que nos rodeaba, y mi mirada terminó posada en Tom, que al igual que yo no dejaba de impresionarse con la majestuosidad del lugar.
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Mi caballero inglés (PAUSADA) (Tom Hiddleston Fanfiction) (Editando)
Fanfiction(PAUSADA) Katherine Rose cometió, lo que podría ser, el peor error de su vida: enamorarse de Tom Hiddleston. Y es que ambos pertenecen a mundos totalmente distintos, sus vidas fluyen por la corriente adversa de la sociedad. Todo comenzó como una in...