Capítulo 23

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El Big Ben marcaba las 8:25 cuando pasamos por la avenida. Saqué mi cámara y aproveché para tomar una fotografía. Sonreí satisfecha al haberla tomado en el ángulo perfecto.

El coche aparcó frente al edificio que tanto ansíabamos ver. Nada parecido al exótico rojizo en Nueva York. Este era un inmenso rascacielos totalmente de espejos, con las iniciales doradas de N&Y en lo alto. Las puertas se abrieron automáticamente. Por dentro era aun más impresionante, muebles neoclásicos de lujo, pinturas modernas e incluso cuadros de portadas de películas en las que colaboramos, el mostrador y el suelo eran de mármol pulido. Todo mostraba un aura de excelencia, elegancia y pudor.

Los ascensores eran tan espaciosos que no me sentía asfixiada. La sala de juntas donde entramos tampoco se quedó atrás. Mesa de granito inoxidable en forma de media luna, asientos acojinados y los ventanales de cristal dejando ver la perfecta imagen de la ciudad y en su lejanía el Támesis. Sin duda, hermoso.

El señor Arthur inició la reunión con una calurosa bienvenida, seguida de estruendosos y largos aplausos. Examinamos asuntos acerca de la documentación que debe enviarse a hacienda y aparte los arreglos para la inauguración.

Apuntaba en mi libreta, atenta, pero no ajena a lo que me tenía sensible.

John:¿Qué te ocurre?

Leí el mensaje por debajo de la mesa y contesté.

Yo: Nada.

Respondió enseguida.

John: Ese "nada", alude a tantas cosas posibles que te sucedan. No estoy conforme, pero debo atender la reunión. Hablamos luego.

Resoplé molesta. Si algo me enojaba más que mi melancólica actitud, es que los demás se den cuenta cuando algo anda mal y me atosiguen hasta lograr hacerme hablar.

Bueno, al menos todavía quedaba mucho tiempo para que la reunión acabara; más tarde ya me las apañaría de alguna manera para no hablar con John.

Conseguí evadir sus constantes preguntas en lo que bajamos al vestíbulo, pero algo que destaca a John Twin es la determinación y cuando quiere algo lo obtiene, casi todo. Jenna y yo ya estábamos fastidiadas, ni siquiera nuestras indirectas tan directas para hacerlo callar funcionaban.

—Tu cara miente—afirmó—. Te conozco, Katherine.

—Yo creo que no. Si de verdad me conocieras cerrarías la boca, porque en cualquier momento te daré una bofetada que hasta te acordarás de mí por el resto de tu vida—amenacé.

—Mejor hazle caso—agregó Jenna—.  ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? Llevamos más de una hora aquí parados y me estoy perdiendo de mi fantasía en esta preciosa ciudad.

—Ella tiene razón, vamos a recorrer la ciudad.

No muy convencido terminó aceptando. Nos subimos al coche de John, quien sería nuestro guía porque él ya había venido antes.

A donde quiera que volteaba, podía admirar la heterogénea arquitectura londinense. Esta parte de la ciudad se destaca mucho por sus fachadas encaladas. Cuando llegamos al centro, John nos explicó que las estructuras antiguas casi se perdían por completo debido al incendio, pero aun prevalecen algunas como la Torre de Londres. Lo que más me impresionó fue el Monumento al Gran Incendio, una columna que se levanta en la City y tiene unas espectaculares vistas. Ya ni se diga el Marble Arc y el Arco de Wellington.

No podía creer que nos hubiera dado tiempo de ir desde el centro hasta el norte y al sur de Park Lane en pocas horas. Lo que más me gustaba eran los jardines, pero me hubiera encantado verlos de cerca.

Mi caballero inglés (PAUSADA) (Tom Hiddleston Fanfiction) (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora