El día esperado llegó. Todo marchaba como se planeó; el banquete, el bar, la música y el lugar estaban acorde a la ocasión.
Volví al hotel, donde Jenna ya me esperaba para maquillarme, y no paraba de quejarse por mis ojeras, pues eran bastante notorias por la mala noche que había pasado. Kilos de maquillaje después, quedó satisfecha con su obra. Ya listas, cogimos nuestros bolsos y esperamos a los chicos en la estancia.
La espera me ponía más nerviosa, con todo lo sucedido era difícil hasta respirar. Jenna notó mi actitud, estuvo preguntándome a cada rato sobre qué me pasaba; era aún más difícil mentirle a ella.
—Tú traes algo, y no cualquier cosa—dijo—. Katherine, dime lo que pasa. ¿Algo sucedió con Tom?
—Estoy bien, y nada sucede con él—mentí—. Por favor, no insistas.
—Cómo quieres que deje de insistir si me preocupas. Eres mi mejor amiga, mi hermana, te conozco bien y sé que algo ocultas.
—Estás imaginando cosas.
—Katherine, ¿le dijiste lo que sientes?—volteé a otro lado, jugando nerviosamente con mis manos—. No lo hiciste, ¿verdad?—negué y agaché mi cabeza—. ¿Por qué? Estabas tan decidida y... ¿Qué fue lo que pasó?
—No quiero hablar de eso.
—Esto no se puede quedar así. Se trata de lo que sientes...
Siguió insistiendo, pero antes de siquiera hacerme hablar, John apareció. Se quedó pasmado: «Flamante», fue lo que dijo al verla; sonrojada, se fue con él, no sin antes darme una mirada amenazante. No tenía escapatoria.
Entonces sentí unas manos posarse en mi cintura, mi primer pensamiento fue sobre la identidad del dueño de esas manos, pero al voltear toda idea posible de que fuera Tom se esfumó. Robert me sonreía cálidamente y me tendió su brazo para tomarlo.
—Estás preciosa.
—Gracias. ¿Nos vamos?
Llegamos y todo era un mar de gente; habían personas del medio y empresarios. Los reporteros no podían faltar, y perseguían al señor Arthur. En cuanto nos vieron, se acercaron para hacernos preguntas personales. Robert se encargó de dejar en claro que no era el momento para hablar de nosotros; y me quedé sin palabras al ver su cambio de actitud, esta vez no permitió que nadie me faltara al respeto.
La ceremonia inició. Arthur dio el discurso de apertura, cortaron el lazo y hubieron muchos aplausos y fotos. Oficialmente el nuevo edificio quedó inaugurado.
En el salón todo deslumbraba. Las personas sonreían y se divertían. A nuestra mesa se acercaban muchos para felicitar por el proyecto, otros más interesados en saber qué es lo que seguía.
—¿Todo salió como esperaba?—le pregunté a Arthur, luego de un rato.
—No—respondió—. Fue mucho mejor.
—Casi me da un ataque. Me alegra que así fuera, es un impulso para la evolución de N&Y.
—Tenlo por seguro, Katherine. Por cierto, qué guapa te ves—mencionó y se dirigió a Robert—. Eres un muchacho muy afortunado.
—Lo sé—sonrió, juntando nuestras manos.
—Bueno, no hemos tenido tiempo para hablar, pero ¿cómo te has sentido? El doctor...
—¡Estoy bien, papá! No tienes que decirlo—furioso—. Con permiso.
Se retiró aventando la servilleta sobre la mesa. No entendí su tono y menos a lo que Arthur se referirá. Dijo algo sobre un doctor, ¿acaso Robert estaba enfermo?
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Mi caballero inglés (PAUSADA) (Tom Hiddleston Fanfiction) (Editando)
Fanfiction(PAUSADA) Katherine Rose cometió, lo que podría ser, el peor error de su vida: enamorarse de Tom Hiddleston. Y es que ambos pertenecen a mundos totalmente distintos, sus vidas fluyen por la corriente adversa de la sociedad. Todo comenzó como una in...