Capítulo 28

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Se escuchó el ruido de una puerta cerrarse, y el sonido del grifo y el agua me despertaron por completo. La luz del sol através de las persianas golpeó mi cara en un instante; quise levantarme, pero un repentino dolor de cabeza me debilitó y me quedé acostada.

En lo que recuperaba mis sentidos, inspeccioné el lugar: era una habitación bastante pulcra, con estantes llenos de libros y... Un momento. Este no era mi cuarto de hotel, ¿dónde diablos estaba?

Di un vistazo más para tratar de adivinarlo, pero el maldito dolor de cabeza no me dejaba ni pensar. Entonces, el golpeteo del agua cesó y escuché unos pasos aproximarse; mis alertas se activaron y me hundí en la cama, tapándome con las sábanas. Esperé unos segundos, miré por el rabillo del ojo y me topé con lo inesperado.

¿Qué rayos hacía Tom aquí? Más bien, ¿qué hacemos los dos aquí, juntos? Pero bueno, eso se contestaría después, ya bastante absorta y sorprendida estaba con lo que veía. Confieso que no fue mi culpa, lo juro.

Era testigo de una magnificencia, algo irreal y divino. Tom estaba parado enfrente del armario, con el torso desnudo y una toalla amarrada a la cintura. Finas gotas de agua caían de su cabello y se deslizaban por su atractivo pecho. Esta era una porción mayor a lo que acostumbraba ver en un hombre. Oh, a quién engaño, es al primero que veía de esta manera. Aparté la mirada por un momento, espiarlo era incorrecto, una invasión... ¿Qué está haciendo? ¿Por qué...? Oh, no. No lo va a hacer, ¿verdad? No lo... ¡Dios, no!

La respiración me falló en cuanto esa toalla tocó el suelo.

¡Tom estaba completamente desnudo!

El corazón me latía con fuerza y mis ojos no daban crédito a lo que veían. Tom poseía un cuerpo de un dios griego, esculpido a la perfección, era alto, de cintura delgada y músculos marcados. Mi mirada descendió un poco, admirando sus posaderas, pero cuando quedó de perfil, llevé una mano a mi pecho y otra a mi boca... ¡Madre santa! El hombre estaba increíblemente dotado.

La impresionante vista pudo ocasionarme un desmayo, y en mis más recónditos pensamientos, lanzarme sobre él enseguida. No era dueña de mis emociones y deseos. La excitación tomó pleno control de mí.

«¿Qué debería hacer ahora? ¿Hablarle? Sí, claro. Después del caluroso espectáculo. ¿Entonces?»

Tenía que hacer algo, esto era una terrible falta de respeto a su persona. Pero cualquier intento fue en vano. Tom ya se había puesto los pantalones, aún así, el calor en mi cuerpo no se esfumaba. Salió de la habitación poniéndose una camisa y al alzar los brazos, los bíceps y músculos de su espalda se contrajeron... ¡Bendito Señor!

Respiré profundo y una risita traviesa se escapó de mi boca. No podía creer lo que acababa de ver, pero ahora era esclava de un mórbido deseo por Tom. Oh, Dios. ¿Cómo iba a dirigirle la palabra o si quiera verlo a los ojos sin sonrojarme? Ya bastante difícil era tener sentimientos románticos por él, y ahora sumenle un deseo erótico. Tan solo pensar en sus bíceps, su abdomen y su... ¡Basta! Esto era deplorable.

Dejé de pensar en la imagen exquisita de Tom, hacerlo me ayudaría a responder qué hacía aquí. Entonces, un balde de agua fría cayó sobre mi cabeza. ¿Tom y yo...? No no no no. Eso no.

Me revisé debajo de las sábanas, traía puesta una playera larga y mi ropa interior intacta. ¡Diablos! ¿Qué pasó anoche y por qué tengo este insoportable dolor de cabeza? Volteé a la izquierda, encima de la mesita había un vaso con jugo y dos aspirinas, y una nota:

«Tomalas, te sentirás mejor».

Oh, Katherine... ¿qué has hecho?

Ya que las tomé, me senté en la cama para estabilizarme y me levanté. Caminé descalza, echando un vistazo por el lugar. Habían pinturas clásicas y modernas en la pared del pasillo; bajé las escaleras y llegué a la sala de estar, era grande y todo allí era sencillo y elegante también.

Mi caballero inglés (PAUSADA) (Tom Hiddleston Fanfiction) (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora