23. Ultimo deseo.

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Ultimo deseo.

Elliot se encontró a sí mismo en medio de la nada, rodeado por nada más que oscuridad. No podía ver absolutamente nada, tampoco entendía lo que estaba pasando. Lo último que recordaba era haber sido golpeado por una de las esferas sombrías de Hesper. A partir de eso todo estaba borroso.

Sintió su respiración acelerarse poco a poco mientras la desesperación aumentaba a cada segundo en el que no conseguía comprender lo que sucedía. Abrió y cerró los puños un par de veces en un intento vano por tranquilizarse, entonces escucho una voz más que conocida que parecía provenir de todos lados y de ningún lugar a la vez. El sonido era seguido por un eco redundante que se desvanecía y aumentaba con cada nota.

-No puedo con todos. Tienes que matarme. Hazlo por todos – Hesper repetía una y otra vez en medio del vacío, invisible entre toda la obscuridad.

-¿En dónde estás?, Tiene que haber otra manera. No voy a dejarte así nada mas – Elliot respondió intentando seguir el rastro auditivo de su contraparte con pasos torpes, sin embargo era inútil. No había a donde ir porque estaba perdido en un paisaje de pesadilla en el que todos sus sentidos parecían no responder correctamente.

Estiró los brazos para intentar poder hacer contacto con algo sólido pero nunca llegó a lograrlo. Entonces sintió el guante cubriendo su mano. Cerró los ojos y al abrirlos invocó una esfera de luz sobre su palma que se fue haciendo cada vez más grande hasta iluminar todo a su alrededor. Revelando un lugar totalmente diferente.

Se encontraba en la cima de una enorme torre de mármol rosa, muy cerca de la orilla. De no haber sido por su acción probablemente hubiera caído sin control por el borde. Miró hacia abajo y sintió el vértigo apoderarse de sus emociones, sin embargo se las arregló para guardar la calma. Al fondo no había más que un inmenso bosque frondoso que abarcaba hasta donde su vista lograba a observar. Por encima de él se alzaba el imponente cielo azul despejado de nubes. Como hacia un tiempo no lo veía.

-Esto es lo que haces Elliot. Iluminas a todo aquel que se acerca a ti con obscuridad en su corazón. Puedes sanar hasta a la más impura de las almas. Incluso pudiste salvarme a mí – Aquella voz volvió a romper el silencio y cuando el chico se dio la vuelta pudo ver a Hesper parado al otro extremo de la torre con los brazos extendidos en el aire. Tenía una apariencia apaciguada, feliz, no esa última que había visto en él, sombría y malévola.

-¿A qué te refieres?, Dejemos los juegos y salgamos de aquí, Ennio y Elsa nos necesitan – Dijo sin prestar mucha atención a las palabras del ente. Nunca le había gustado hacer caso a los cumplidos.

-Yo ya no puedo regresar. Ese cuerpo corrompido contra el que pelean ya no me pertenece más, ¡Y deja de ignorar lo que digo! –, Hesper sonrió de lado a lado divertido y como si nada le preocupara más – A decir verdad, al principio yo era todo lo contrario a ti, como se supone que debería ser. Quería ayudar a los demás a causar daño y dolor a todos los que eran originales y no solo simples copias como todos nosotros. Todo era parte del plan hasta que te conocí, me diste una identidad propia. Algo que pensé no tener y que no hizo más que acrecentarse cuando aparecieron Ennio y Elsa. Entonces me di cuenta de que no soy un nadie, soy Hesper, tu primo inventado y también soy parte de ti. Incluso cuando todo haya terminado y las sombras no reinemos más sobre sueño tardío, voy a seguir viviendo dentro de ti -.

-Deja de decir estupideces, prometo que voy a sacarnos a ambos de aquí – Elliot intentó evadir la conversación pero resulto inútil. Sabía bien a donde se dirigía todo aquello.

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora