13. El Heredero.

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El Heredero.

Elliot se vio sacado de su trance abruptamente al sentir un golpe directo en su mejilla derecha. Elsa le había propinado una bofetada poderosa con el fin de hacerlo quitarse la idea estúpida de hacer un trato.

-¡Deja de pensar tonterías Elliot!, Esa no es una anciana común y corriente. Confía en nosotros. ¿No te hemos ayudado bastante antes? – La chica intentaba hacer que él se sacudiera las dudas y evitar que hiciera algo de lo que después podría arrepentirse por el resto de su vida. Lo tomó de las manos y las apretó con fuerza mirándolo directamente a los ojos -, No estás solo y tampoco es que estemos atrapados. Tenemos forma de salir de esto y no lo haremos de la manera más fácil. Si, en efecto Josephine pude sacarte de aquí, pero puedo asegurarte que no será agradable -.

El chico sacudió la cabeza al fin y asintió casi sin querer hacerlo. Por un lado quería irse, dejar todo a un lado y volver a su vida normal y tranquila, pero por otro también era muy cierto que gracias a los hermanos era que seguía con vida aun, hasta ese momento no se habían equivocado en nada de lo que habían dicho. Su corazón quería hacer un trato con Josephine pero su sentido común le advertía que lo mejor era seguir a sus amigos y era gracias a experiencias anteriores, que él sabía que seguir la voz de la razón era lo mejor.

Entonces un fuerte golpe resonó en la entrada principal provocando que todos giraran la vista en su dirección. Había algo intentando entrar desde el otro lado y el tiempo se estaba terminando.

-Parece que tienen visitas. No tienen que pasar por esto queridos, yo puedo ayudarlos – Josephine seguía insistiendo en que la única salida posible radicaba en hacer un trato con ella. Ese era su modo de operar, esperaba hasta las últimas consecuencias cuando las personas ya no tenían ninguna esperanza de seguir adelante, justo cuando su voluntad estaba más que rota y estaban indefensos ante su persuasión.

-Cierra la maldita boca y lárgate de una vez Josephine. Nadie aquí te necesita, ahora. O desapareces de mi vista o yo mismo te hare desaparecer – Ennio sonaba molesto y parecía hablar en serio, incluso si no tenía el conocimiento para deshacerse de ella. Josephine simplemente se limitó a reír un poco.

Comenzó a guardar sus cosas en la mochila y cuando estaba a punto de recoger aquel libro que les había servido de ayuda, alguien lo tomó por el brazo para detenerlo.

-Espera, déjame ver eso – Hesper tenía una mirada de concentración que no había mostrado antes. Su compañero le cedió el libro mientras recargaba su arma preparándose para lo que fuera que estuviera por entrar en el lugar -, Yo he visto este dibujo antes. Ese pedazo de madera, el primer cimiento… Está en la casa donde estábamos atrapados. Es uno de los soportes del granero – El chico finalizó casi incrédulo de no haberlo notado antes.

-Pues entonces ya sabemos a dónde ir, ¿Ves Josephine?. No te necesitamos. – Ennio sonrió ampliamente pero su semblante cambio por completo cuando las puertas de la iglesia cedieron dejando ver a una multitud de gente sombra armados con todo tipo de cosas peligrosas que iban desde machetes hasta enormes hachas. Todos ellos hacían ruidos incomprensibles al oído humano, ya no hablaban como antes, ahora solo abrían las bocas para dejar salir estruendosos rugidos endemoniados.

Ennio levantó su arma sin titubear y soltó un disparo contra el primero de ellos que estalló en un resplandor de luz pero casi de inmediato volvió a reconstruirse. Sus balas especiales ya no tenían ningún efecto sobre sus enemigos.

-Justo como lo pensaba. Por favor díganme que hay una salida trasera – Elsa sostenía su cuchillo en mano aun sabiendo que no tendría ninguna oportunidad de defenderse.

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora