4. Los ojos del mal.

1.3K 112 13
                                    

4

Los ojos del mal.

Apenas entraron en la habitación, Elliot comenzó a hablar. Su corazón estaba latiendo tan rápido que podía sentirlo a cada palpitar como si fuera un animal salvaje intentando escapar de su pecho.

-¿Pero que demonios pasa con ellos?, tenemos que salir de aquí, es ahora o nunca Hesper, no podemos esperar a que llegue la mañana – Sonaba decidido, sabia de antemano por el poco tiempo que tenia ahí y por los hechos frente a él que Rosco no bromeaba con su amenaza. No podía permitir que su primo recibiera un castigo por su culpa. Ahora, después de lo que había hecho para salvarle el pellejo, tenia un mayor sentimiento de complicidad y confianza hacia él.

Hesper se mantuvo quieto en silencio, mirando a través de la ventana como en busca de encontrar esa pequeña chispa de esperanza que Elliot aun conservaba.

-Ya te dije que es imposible, no tenemos salida, estamos atrapados... vamos a morir aquí - Al fin respondió. Su voz sonaba abatida, era la manera en que una persona habla cuando pierde todas las ganas de seguir adelante. Cuando se da por vencida y se niega a buscar una salida a su problema. Estaba en ese punto en el que te resignas y no quieres hacer nada mas que esperar lo peor, rogar por que pase rápido.

Elliot se acerco a él y le dio un tirón por el hombro con todas sus fuerzas para hacerlo girar en su dirección.
-Escucha lo que estas diciendo, estas dándote por vencido y ni si quiera quieres intentarlo, Las veces anteriores estuviste solo, quizá entre dos tengamos mas suerte, no pienso quedarme de brazos cruzados y esperar a ver como ese loco te mutila, y estoy seguro de que tu tampoco quieres eso. ¡Vamos no tenemos tiempo que perder! -Elliot sonaba mucho mas entusiasta de lo que en verdad se sentía. Muy en el fondo tenia un lado pesimista que luchaba con todas sus fuerzas por sobrepasarlo y hacerlo resignarse al igual que su primo. Sin embargo, él no planeaba darse por vencido tan fácilmente, no sin haberlo intentado antes.

-Es que no lo entiendes Elliot, esta no es una situación de secuestro ordinaria, ellos no son personas normales, son... malignos. El bosque conspira a su favor y jamas permitirá que escapemos de aquí. No importa cuanto corras, cuanto te esfuerces por alejarte, siempre volverás a esta casa maldita. Ya lo intente demasiadas veces, yo se que no puedes creerme todo lo que te estoy diciendo pero es verdad, no lo intentes, solo empeoraras las cosas – Hesper hablaba en voz baja como si tuviera miedo de que Gloria y Rosco lo estuvieran escuchando a través de las paredes. Miraba fijamente la herida en su brazo, era un recordatorio cruel de que no debía desobedecer las ordenes de sus captores.

Elliot lo miro casi sintiendo pena por lo que el tiempo en ese lugar había hecho con él. Era un joven sin esperanza, reducido a ser la mascota de un par de sujetos que le habían hecho creer en cosas que no existían, que no eran posibles. Aun así, él no planeaba darse por vencido todavía, se juro a si mismo que haría lo posible por salir de ese lugar y aun mas que nada, por devolverle el gusto por la vida a su primo.

-Ok, te creo - Mintió -, Me cuesta mucho hacerlo pero confío en lo que dices y aun con todas esas cosas en contra nuestra, quiero intentarlo y necesito de tu ayuda. Dices que ya lo has intentado muchas veces, hazme un favor e inténtalo una vez más, no tienes nada mas que perder Hesper. Ademas de todos modos mañana te espera un día difícil, si crees que todo esta perdido entonces ¿que mas da?, al mal paso darle prisa – Elliot se sintió tan viejo como su padre por haber usado esa frase pero en realidad quedaba perfecta para la ocasión.

Hesper titubeo un poco y al cabo de unos segundos levanto la mirada hacia su primo, casi arrepintiéndose por lo que estaba a punto de decir.

-Esta bien, ¿que tienes en mente? -.

                                    ........................................................................................................

Las escaleras de madera amenazaban con rechinar demasiado fuerte a cada paso que daban. Elliot sentía la adrenalina correr por su cuerpo, sus sentidos se agudizaban ante la necesidad de permanecer alerta y su respiración se aceleraba poco a poco mientras visualizaba en su mente la siguiente acción a seguir.

Todas las luces de la casa estaban apagadas, los chicos habían tomado una linterna de la habitación de Hesper, sin embargo era muy pronto para usarla, no la encenderían hasta estar afuera en el bosque. Una vez que estuvieron en el piso de abajo, se dirigieron hacia la puerta.

-¿Iban a alguna parte? - Una voz en la obscuridad rompió el silencio y ambos sintieron como si les hubiesen arrojado una cubetada de agua helada encima. Era la voz de Rosco, sin embargo había algo perturbador en ella, sonaba como cuando enciendes la radio y hay demasiada interferencia como para escuchar con claridad.

Ahí, en medio de tanta invisibilidad, dos círculos luminosos de color rojo flotaban en el aire, eran sus ojos.

Elliot supo por primera vez en su vida lo que era el verdadero miedo. Ese momento en el que la realidad se distorsiona y lo imposible se muestra frente a ti, cuando tu mente entra en un lapso de frenesí en el que no le importa lo poco común de la situación y todo lo que escuchas es: lucha por tu vida.

No lo dudó ni un segundo, los habían atrapado pero eso no quería decir que todo estuviera decidido, tomaría cualquier oportunidad de escapar por mínima que fuera, incluso si las probabilidades estaban en su contra. De inmediato se movió hacia la puerta e intento abrirla, solo para darse cuenta de que estaba cerrada bajo llave. La sacudió una y otra vez con la esperanza de que cediera pero eso no sucedió.

-¡Malditos malagradecidos!, ¡voy a deshacerme de ustedes! -La voz de Rosco sonó aun mas distorsionada, era como si varias personas gritaran al unisono con palabras cargadas de odio y energía negativa, cualquiera que lo escuchara hubiese sentido su alma intentar escapar de su cuerpo en un intento desesperado por salvarse de ser arrastrada al infierno.

Elliot encendió la lampara de mano que tenia y la imagen que apareció bajo la luz fue lo mas perturbador que alguna vez se había cruzado por su campo de visión.

Rosco ya no era el mismo de hacia algunas horas, no era humano.

Sentado en el sillón principal lucia como una silueta hecha de humo y cenizas que danzaban manteniendo el contorno para formar una figura humanoide, sus ojos seguían siendo ese par de luces de tono rojo intenso. Lucia justo como la clase de criatura bizarra que solo vez en las películas de horror mas elaboradas. En su mano portaba su pistola, cargada y lista para disparar.

Hesper tomó el brazo de su primo y lo jaló mientras se echaba a correr en dirección a la cocina para tener un punto donde cubrirse. Un disparo resonó en la habitación justo después de que ambos se pusieran a cubierto. 

-Va a matarnos. ¡Te lo dije Elliot!, ¡Estamos perdidos! - Hesper estaba entrando en una fase de desesperación provocada por lo drástico de la situación.

-Cállate, solo cierra la boca, déjame pensar – Elliot respondió mientras su mente trabajaba a toda velocidad intentando hallar una salida a semejante trampa mortal. La presión no hizo mas que aumentar cuando los pasos de Rosco comenzaron a sonar, se estaba acercando lentamente.

-¡Vamos Elliot!, ¡ven con tu tío!, quiero enseñarte algo, algo que tu padre debió enseñarte hace mucho tiempo, necesitas que alguien te enseñe a respetar – El volumen de la voz de Rosco aumentaba y disminuía de manera irracional al tiempo que su tono se agudizaba y agravaba de igual forma, era algo inhumano. Resultaba imposible saber si estaba demasiado cerca o si seguía apartado de ellos.

Elliot miro a su alrededor y vio un cuchillo sobre una mesita. Hizo una señal a Hesper, tomo el arma y apago la luz de su linterna. Se paro justo a un lado de la entrada a la cocina, esperando a que ese par de ojos endemoniados cruzaran en cualquier momento. Ahora era matar o morir.

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora