9. Inamorak Mauthani

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Ennio levantó su arma y comenzó a caminar hacia el vehículo volcado. Estaba lleno de rabia y se odiaba a si mismo por no haber podido hacer nada al respecto más que observar como aquellas personas se llevaban a su hermana y pedían por ella un rescate que ya no poseía. Su mente entrelazaba ideas y generaba opciones sobre los pasos a seguir. Él nunca se daba por vencido, después de todo hasta la fecha, siempre se había salido con la suya.

Elliot sintió todos los músculos de su cuerpo temblar involuntariamente y se obligó a ponerse de pie para seguir a su compañero. La confusión se apropió de su cabeza y en realidad no sabía que era lo que debía hacer. Eran demasiados cambios en muy poco tiempo, es decir, hacia solo unos días se encontraba en su habitación jugando en línea y comiendo botanas hasta hartarse, ahora estaba atrapado en una historia que jamás pensó que pasaría. Todo aquello era irreal, demasiado obscuro para ser verdad, incluso a esas alturas no podía creer que fuese verdad.

-¿Quiénes eran ellos? - Preguntó al fin rompiendo el silencio que ahora reinaba el lugar. No quedaba rastro alguno de la multitud de espectros que estuvieron a punto de exterminarlos hacia unos minutos atrás.

-Viejos... conocidos. Ese tipo era Allan, él y su pandilla se dedican exactamente a lo mismo que mi hermana y yo, solo que son mucho más peligrosos y normalmente usan este tipo de tretas para salirse con la suya - Ennio sonaba muy tranquilo tomando en cuenta que su hermana acababa de ser secuestrada por un grupo de matones -, Voy a serte sincero Elliot. Esos tres hijos de puta no son cosa fácil, incluso podría fallar y morir en el intento si mi plan no funciona. La verdad es que necesito tu ayuda, pero es mi deber decirte que corres mucho peligro. Así que escoge ahora mismo. Ven conmigo o piérdete de una vez. Solo déjame decirte que yo iba a dejarte en esa casa del bosque con esos locos, Elsa fue la que insistió en ayudarlos, quizá podrías agradecerle un poco y ayudar en su rescate - Continuó hablando mientras se trepaba en la parte lateral del camper que ahora era el techo. Esa era su manera ridícula de pedir ayuda, nunca se le había dado bien el ser cortes. Aun así, esperaba muy dentro de su ser que el chico no estuviera demasiado asustado como para huir, no podría hacerlo todo por sí mismo.

Elliot suspiró y su mirada se perdió en el suelo bajo sus pies. Era el momento de tomar una decisión que casi no requirió de mucho pensar. Se había hecho la promesa de sacar a Hesper de todo ese embrollo y devolverle la vida que le había sido arrebatada. El solo mirar al chico y ver toda la destrucción que las circunstancias le habían causado provocaba una reacción en lo más profundo de su ser que lo obligaba a querer ayudarlo, a hacer algo para devolver la luz y la esperanza a su semblante marchito. Por otro lado, también Elsa estaba en problemas y a pesar de conocerla por tan poco tiempo también sentía que debía hacer algo al respecto para ayudarla, sobre todo sabiendo lo que Ennio acababa de confesar.

-La verdad es que – Elliot titubeó un poco, - Ya no quiero seguir corriendo. Estoy cansado de huir sin poder hacer nada para ayudar. No sé cuál sea tu plan pero voy a ayudarte hasta las últimas consecuencias, si salimos de esto vamos a salir todos juntos. Así que cuenta conmigo para lo que sea -, El chico sonaba muy decidido, quizá más de lo que había estado en toda su vida.

-Bien, entonces sígueme, hay un nuevo juguete que quiero enseñarte – Ennio bajo por la puerta del conductor y se introdujo en el vehículo a toda velocidad sin querer desperdiciar más tiempo del poco que tenían. Elliot lo siguió.

El frio de la noche aumento y la niebla rodeaba el terreno solitario en el que ambos se encontraban. Ennio extendió la mano y le entrego a su compañero un guante de lo más extraño. Estaba hecho de piel color marrón y en la parte superior tenía una enorme gema de color gris, debajo de esta la inscripción “RIP” resaltaba con letras negras que al parecer habían sido escritas con un marcador permanente común.

-Esto, pequeño padawan, es el guante de Mauthani. Fue una herencia de mi padre así que si te atreves a dañarlo aunque sea un poco voy a patearte las bolas – Ennio no sonaba como si estuviera bromeando -, Es un curioso artefacto que sirve para encerrar todo tipo de espectros, fantasmas, incluso demonios en cualquier objeto. Espero que no tengas sueño porque esta noche no vamos a dormir, estas por romper el record del menor tiempo en aprender a usarlo -.

Elliot miro el artefacto con curiosidad. La verdad se había estado imaginando que Ennio le mostraría algo más destructivo como una ametralladora o una bazooka. En cambio su “arma secreta” había resultado ser un viejo guante que por el momento no parecía tener una utilidad aparente, sin embargo con todo lo que había visto en los últimos días su mente comenzaba a acostumbrarse a que las cosas más inimaginables eran posibles.

-Inamorak Mauthani, quiere decir “Detenlo Mauthani” y esas son las palabras que tienes que aprenderte. Se trata de un conjuro capaz de paralizar a cualquier demonio por una cantidad relativamente corta de tiempo. Aunque claro, requiere más que solo pronunciar las palabras correctas, tienes que desear en realidad lo que estas pidiendo, creer que en verdad el guante va a detener a tu enemigo. Mientras más fuerza en tu deseo, más tiempo durara el efecto, aunque realmente solo necesito que sea por unos segundos. Lo suficiente para rescatar a mi hermana y tu primo – Una vez más Ennio sonaba como si estuviera hablando de lo más común del mundo cuando las palabras que salían por su boca parecían no tener sentido alguno.

-No estarás insinuando que Allan y esas mujeres son… - El corazón de Elliot se aceleró mientras en su mente corría la idea de que ahora estaban enfrentando demonios y ese tipo de cosas, como si la gente sombra no fuera suficiente problema.

-¿Demonios?, bah, ¡para nada!, ellos son solo un montón de idiotas. Sin embargo voy a hacer algo muy peligroso ya que me he quedado sin otra alternativa. Amigo mío, mañana voy a desatar el infierno en ese penthouse – Ennio termino con una sonrisa torcida en el rostro que a nadie le daría buena espina. Ni siquiera en las circunstancias más desesperadas.

Elliot decidió no seguir haciendo preguntas para no acobardarse. Solo quería saber lo que era absolutamente necesario y concentrarse en llevar a cabo su parte del plan de manera exitosa. Después de todo, un solo error podría costarle la vida a los cuatro según las advertencias de su compañero.

La noche se fue más lenta que de costumbre. Ennio obligo al chico a pronunciar las palabras una y otra vez, cada vez con más fuerza. Absolutamente nada sucedió. Según el experto, eso se debía a que no se encontraban en presencia de ningún ente maligno al cual detener pero cuando el momento adecuado llegara, todo debía salir a la perfección.

En una pausa para descansar, Ennio relató la historia del guante a Elliot. Según él. Se trataba de una de las posesiones más preciadas de un cazador de demonios de la mismísima época medieval llamado Mauthani. Su familia había sido arrebatada de la vida y llevada hasta el infierno por entes demoniacos y esto había fundamentado un odio tal en el cazador que aun después de muerto su viejo guante seguía utilizando su energía para conseguir volver a actuar en contra de sus objetivos. Jamás logro rescatar a sus seres queridos de su destino injusto y la leyenda contaba que el guante continuaría funcionando hasta que alguien completara su misión. Elliot sintió un poco de lastima por la historia de Mauthani y se dio cuenta de lo poderoso que podía llegar a ser el odio de una persona por primera vez. Incluso si se utilizaba para las razones correctas.

Pasadas las horas, la luz del sol comenzó a iluminar el claro y cuando Ennio salió de nuevo del camper armado hasta los dientes, Elliot supo que era hora de partir hacia su destino. Fuera cual fuera. 

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora