11. Desatando el infierno.

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Desatando el infierno.

Debieron haber recorrido el pasillo por alrededor de quince minutos. Casi todo el camino era en línea recta a excepción de una ligera vuelta a la derecha que tomaron algunos metros atrás, se trataba de una ruta directa y sin escalas hasta el hotel del pueblo. Al final del recorrido encontraron una compuerta idéntica a la que usaron para entrar. Ennio se apresuró a quitar los seguros y entonces la levantó para abrir su salida. No entró mucha luz al interior del túnel.

Ambos salieron con la mayor cautela posible, aun alumbrando con sus linternas pues el hotel de Sueño Tardío estaba tan abandonado como todos los demás edificios del pueblo y si bien se colaba un poco de luz por la puerta principal, no era suficiente como para poder ver todo a la perfección.

A los ojos de Elliot el lugar parecía demasiado elegante como para estar ubicado en medio de un pueblo tan falto de tecnología y aparentemente bajo de recursos económicos. Las paredes estaban arregladas con mosaicos de color durazno muy tenue y en las orillas tenían un bonito diseño de cuadros bicolores que resaltaban a la perfección. El suelo estaba cubierto por una alfombra de color café y algunos detalles con círculos del mismo color que las paredes. Todas y cada una de las entradas y ventanas del lugar tenían una línea hecha con sal para no permitir la entrada de la gente sombra. Además alguien había pintado símbolos de protección en algunos de los muros. Todo el mobiliario estaba sucio y cubierto de polvo.

Se suponía que Allan y sus compañeras estaban en la parte más alta del hotel, lo cual no era mucho considerando que se trataba de un edificio de apenas cinco pisos de altura.

-Al menos tengo que decir que saben escoger los lugares más acogedores para quedarse. Claro que no se compara con mi camper – Ennio hizo una pausa como si en verdad le lastimara saber que su casa rodante no volvería a ser la misma jamás –Si tenemos buenas ganancias voy a comprar uno el doble de grande -.

-Suponiendo que todo salga como lo planeamos – Elliot respondió desde el otro extremo de la habitación mientras abría una puerta junto a los elevadores, dada la falta de electricidad tendrían que subir utilizando las escaleras – Creo que es por aquí, ¿no se supone que seamos no se… más silenciosos? – Finalizo para llamar a su compañero.

-Que va, seguramente ya nos están observando con alguna cámara oculta, en realidad me sentiría decepcionado si no lo hicieran – Ennio avanzó hasta el chico y le dio una palmada suave en la mejilla como si se tratara de un niño de tres años – Tienes mucho que aprender pequeño bastardo. Ahora vamos, nos están esperando para una reunión un trio de payasos-.

A medida que subían las escaleras, Elliot sentía la presión aumentar dentro de si mientras los latidos de su corazón se aceleraban como advertencia de que se estaba metiendo en algo peligroso. Tenía miedo, no podía esconderlo. Las manos le sudaban y un ligero temblor repentino apareció en sus piernas, como si estuviera en un lugar muy frio, solo que la temperatura no había bajado un solo grado.

Cuando llegaron a la plataforma del tercer piso Ennio se detuvo y giró para mirar a su acompañante, había algo raro en su rostro, no era la forma usual en que se mostraba, lucia más… amable que de costumbre.

-Recuerda, no vamos a atacar a nadie, lo único que quiero es a mi hermana y tu primo de regreso. Vamos a darles lo que quieren y a esperar que todo salga bien, no tengo ánimos de ganarme más problemas con lo estresado que he estado últimamente – Incluso el tono de voz de Ennio sonaba extraño, como si estuviera a punto de echarse a reír después de decir una broma.

¿Estresado?, pero si hacía apenas solo algunas horas había estado cantando a todo volumen y conduciendo como un maldito loco mientras fumaba un cigarrillo sin el menor síntoma de preocupación.

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora