Navidad. Primera parte.

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Capítulo corregido.

14. Navidad. Primera parte.


P.V. Hermione.

Después de recibir la carta de Draco la misma tarde del comienzo de las vacaciones, no podía parar. Se lo había contado mi madre, y ella había incentivado a mi subconsciente a responderle aquella carta, poniéndole que por supuesto que aceptaba. Con Ginny me comunicaba todos los días vía lechuza, y, por tanto, habíamos quedado en que un día de los que estuviera en la madriguera nos pasaríamos por la casa de Pansy.

Había llegado el fatídico día de Navidad. Todavía estaba en la cama, boca arriba, intentando no pensar en lo que se me venía encima.

-Hermy -la cabeza de mi madre asomó por la puerta- Se está haciendo tarde, tu chico va a llegar y tu sigues en la cama.

-Mi chico se llama Draco, mamá -reí, sentándome en la cama y frotándome los ojos- Me arrepiento muchísimo de haberle dicho que iba.

-¡No seas así, Hermy! -se sentó conmigo en la cama, mientras me pasaba una mano por el pelo.

-Sus padres me odian... -susurré, cubriendo mi cara con las manos.

-Dúchate -sonrió mi madre, levantándose y acercándose a la puerta- Iré a por el traje que me puse en la conferencia que conocí a tu padre.

Diciendo esto, salió de mi cuarto, cerrando la puerta. Pesadamente, saqué mis pies por el borde de la cama y alcé mis brazos, como si pudiera tocar el cielo. Con los hombros hundidos me dirigí al baño, donde me di una relajante ducha. Salí, refregué mi pelo con una toalla y enrosqué otra en torno a mi cuerpo. Salí del baño descalza y allí estaba mi madre, con un traje negro colgado de una percha, acompañado de un foulard blanco.

-Pruébatelo -rio mi madre, tendiéndolo hacia mí. Con dedos temblorosos cogí la percha y me dirigí al baño. Una vez dentro, me puse la camisa blanca, la abroché hasta el valle de mi pecho, como me había enseñado Ginny, la acompañé con los pantalones negros de algodón elástico, acampanados, que marcaban mi figura. Me miré al espejo, iba demasiado elegante, pero me gustaba. Salí del baño, y mi madre tenía tres cajas de zapatos encima de la cama, junto con dos cintos finos en las manos.

-Me encanta, mamá -reí, acercándome a ella para darle un ligero abrazo.

-Pues terminemos el conjunto -rio, abriendo las cajas de zapatos- Yo llevé estos.

Indicó sacando unas sandalias marrones, con un tacón de vértigo. Examiné el resto de las cajas, me enamoré de unos zapatos beis, cerrados, miré la caja, mis manos temblaron. Mi madre, al ver mi reacción, se rio.

-Puedes quedártelos, ya no me valen -terminó, sacando el par de zapatos y tendiéndomelos- Un caprichín puede tenerlo cualquiera. Además, seguro que si te los pones te ves preciosa.

Hice caso a lo que me dijo, enfundé mis pies con los zapatos, creciendo catorce centímetros. La miré a los ojos y la sonreí. Nos fundimos en otro abrazo más, y cuando nos separamos bajé a desayunar. Mientras me preparaba un café sonó el timbre de la entrada. Supliqué para que no fuera él, pero el saludo de mi madre me dio a entender, perfectamente, que estaba equivocada.

-Debes de ser Draco Malfoy -saludó mi madre, cerrando la puerta- Dame el abrigo chico, no te quedes ahí.

-Vengo a por Hermione -respondió él, siguiendo a mi madre que entraba a la cocina. Cuando entró, nuestras miradas se encontraron, y un escalofrío me recorrió de arriba a abajo.

-Hola, familia -saludó mi padre, que entraba con el periódico en la cocina. Dio un beso a mi madre, otro a mí, y le estrechó la mano a Draco- Un placer volver a verte, hijo.

Dejamos el Pasado Atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora