VI.

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              VI.

—Necesitas explicarme que acaba de pasar. —Miré a Miles mientras señalaba la puerta por la que acababan de salir aquellos hombres.

—¿Por qué has venido, maldita sea? —gruñó incorporándose de la pared con una mueca de dolor en sus facciones.

—Escuché ruidos y golpes, solo...

—¿Y con un palo de golf? —Observé su rostro, Miles miraba divertido el palo, un tanto doblado, que aún mantenía en mis manos, incluso pude ver un indicio de sonrisa en sus labios.

—Es lo primero que he pillado, solo... No podía venir aquí sin nada —aclaré mordiendo mi labio un tanto avergonzada.

—Oh, ¿y qué mejor arma que un palo de golf? —Le señalé escudriñando los ojos ante sus burlas.

—Estás bien gracias a mí, te haya salvado con un palo de golf como si hubiese sido con un paraguas, lo he hecho, y lo único que quería era una explicación para todo esto, no que me acribilles con tu irritante sarcasmo.

—Vaya. —Pestañeó mirándome con curiosidad.—Creo que esta es la primera vez que te veo enfadada.

—¿En serio, Miles? —me exasperé puesto que le estaba reprochando su falta de información sobre lo que acababa de pasar y seguía evadiéndolo.

—Estas cosas están fuera de tu alcance, Harris, solo no te preocupes, ¿está bien? Me encargaré de que te dejen fuera de esto.

—¿Qué es esto? —Caminó hasta la cocina y le seguí, decidida a no marcharme de allí sin respuestas.

—Si lo he llamado esto es porque no quiero decirte de que va, ¿no puedes solo mantenerte al margen? —preguntó abriendo un cajón de la habitación y cogió un botiquín para luego mirarme antes de dejarlo sobre la mesa—.Ni siquiera sé por qué te lo pregunto, lo poco que te conozco me da para saber que eres una entrometida.

—Sólo estoy preocupándome por ti. —Las manos de Miles que se encontraban abriendo el bote se paralizaron durante unos segundos para después seguir con lo que estaba haciendo.

—No puedes preocuparte por mí.

—Se llama empatía, sé que tú no tratas con ello, pero yo sí, y sé que algo grave está pasando, quiero ayud...

—No sé la cantidad de veces que te he dicho que no necesito tu maldita ayuda, ¿no estoy siendo lo suficientemente claro?

—Hace un rato cuando estabas siendo golpeado por esos tíos, no parecía lo mismo.

—Yo no te la he pedido. —Rodé los ojos mientras veía como se llevaba un algodón que había empapado con alcohol al labio roto.

—Eres exasperante. —Me acerqué a él cuando oí su pequeño gruñido ante el escozor que debía causarle el alcohol sobre la herida abierta, si algo como aquello me hubiese pasado, me encontraría llorando en el suelo y sin embargo, Miles solo fruncía el ceño ante el dolor, parecía acostumbrado a aquello. Le arrebaté el algodón y él intentó cogerlo de vuelta.

—Dame el puto algodón, Harris, no he necesitado una jodida enfermera estos últimos años y no voy a necesitarla ahora —ordenó tendiendo su mano para que le devolviese el algodón y  me acerqué a él para después darle un manotazo en el brazo tendido.

—Me da igual lo que hayas necesitado o no estos últimos años, cállate.

—No piensas darte por vencida, ¿cierto? —Me miró con irritación pero supe que iba a ceder y negué sonriente mientras le mostraba el algodón, bufó furioso y lo tomé como una victoria.

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora