XXIV.

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Me encontraba en el sofá mientras el pequeño Troy me miraba fijamente, Valerie me había prohibido levantarme de allí y cada vez que hacía un intento de esto, aparecía en el salón, obligándome a sentarme nuevamente.

—Estoy preocupada por Miles —murmuré cuando Valerie se asomó al salón para comprobar que aún seguía en reposo.

—Es Ares —se encogió de hombros—, siempre sabe cómo apañárselas.

—Pero Denix... Le he visto golpear a Miles, sin piedad, venciéndole.

—Si hubieses visto su cara cuando te trajo y luego se fue, no dudarías que posiblemente, Denix se encuentre enterrado bajo diez metros de tierra. —Miré hacia otro lado temiéndome lo peor, comprobando cada dos por tres el móvil para ver si tenía alguna llamada suya, pero nada. Troy se acercó a mí después de una hora entera manteniéndose en la distancia y tocó uno de los moratones que tenía en la cara, provocando que gruñese de dolor y él se alejase un poco. Me miró con precaución y ladeó su cabeza, analizándome para seguidamente volver a llevar el dedo al moratón, pero esta vez se lo impedí.

—Mi dolor no va a entretenerte esta tarde, pequeño diablo —bromeé revolviendo su pelo rubio y la sonrisa traviesa que me dio, me confirmó que me había entendido totalmente.

—¿Jugar? —pronunció mientras extendía la mano para que la cogiese y, riendo hice caso a lo que decía, guiándome por el salón hasta salir de este, siendo que Valerie ya estaba al acecho.

—¡Troy —gritó—, deja a Indie descansar!

—Por el amor de Dios, Valerie, solo han sido un par de golpes, no me han disparado —quise convencerla para que dejase de tratarme como si mis huesos estuviesen hechos de cristal.

—Si algo te pasa, Ares se ocupará de q...

—Nada va a pasarme, y en el imposible e hipotético caso de que sucediera, Miles jamás te tocaría.

—Me resulta raro escucharte llamarle Miles —añadió con una pequeña sonrisa

—Y a mí escucharte llamarle Ares. —Me encogí de hombros. —Parece que todo el mundo puede llamarle de esa forma excepto yo.

—Oh. —Negó con la cabeza. —Él odia que le llamen Ares, yo solo seguí insistiendo hasta que al final aceptó que no dejaría de llamarle así por muchas pistolas que presumiese tener.

—¿Contigo también utilizó las amenazas de la pistola? Realmente necesita controlar su ira. —Valerie rio durante unos segundos.

—Eres buena, Indie —pronunció dejándome sorprendida—, ¿qué haces metida en este mundo de mierda?

—Hablas como si tú lo merecieses.

—Yo no tuve otra opción. —Y en ese momento la puerta de casa se abrió mientras Troy continuaba tirándome de la patera del pantalón para que fuese a jugar con él.

—¿Ahora tenemos criada? —Fueron las primeras palabras que dijo el chico rubio que entró en la casa mirándome con desconfianza añadiéndole un toque de arrogancia.

—Es Indie —pronunció Valerie, pero solo hizo que aquel chico, que supuse que sería su marido Wesley, elevase una ceja.

—Bueno, criada Indie. —Se acercó a mí como si así fuese a entenderle mejor. —No puedes quedarte, nosotros no tenemos dinero para pagarte. —Señaló con la mano la salida de la casa. —Puerta.

—Wes... —Negó Valerie riendo entre dientes. —Es la amiga de Ares.

—Ares no tiene amigas. —Su desconfianza aumentó, y se acercó a mí, queriendo hacer su presencia intimidante.

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora