Miré a Miles mientras conducía hasta la dirección que Denix nos había indicado, él no separó su vista de la carretera, manteniendo todo el tiempo su mandíbula tensa y observé como sus nudillos se tornaban blancos debido a la presión con la que estaba agarrando el volante. Quise decir algo, quise intentar tranquilizarle, pero ni siquiera podía intentar tranquilizarme a mí, aunque fuese por una milésima de segundo. Eché la cabeza hacia atrás apoyándola en el asiento mientras cerraba los ojos fuertemente, respirando suavemente, queriendo tranquilizar mi respiración que se encontraba descontrolada. Después de unos minutos Miles aparcó frente a un edificio abandonado y golpeó el volante con fuerza sin aún girarse a verme.
—Miles... —susurré sin saber qué debía decir y negó con la cabeza antes de que yo pudiese continuar.
—No vas a entrar ahí —sentenció provocando que frunciese el ceño ante sus palabras.
—Denix quería que yo fuese, no voy a dejar a Shawn ahí —reproché y cerró los ojos volviendo a tensar mi mandíbula.
—No vas a entrar ahí —repitió nuevamente como si yo no hubiese dicho nada.
—Estás loco si crees que...
—Escúchame, ¿sabes cómo acaba esto? Con todos los que entren muertos, ¿me oyes? —sus palabras provocaron mi cuerpo se sintiese mareado y casi entumecido.
—No... —pronuncié negando con la cabeza sin mirarle y sus manos sujetaron mi cara para que centrase mis ojos en los suyos.
—No puedo dejar que nada te pase, Indie, nadie más tiene que morir por mí —susurró juntando su frente por la mía, y sentí como una lágrima descendía por mi mejilla.
—Estamos juntos en esto —afirmé, a pesar de que me encontraba temblando de miedo.
—Indie...
—Por favor, realmente no sabes lo que va a pasar.
—Sé lo que seguramente pasará —habló.
—Me niego a perderos, a ninguno de los dos, Miles, ¿me escuchas? Vamos a entrar ahí juntos, y vamos a salir los tres. Prométemelo.
—No puedo hacerlo.
—Prométeme que vamos a intentarlo —presioné y sentí como sus manos temblaban contra mis mejillas.
—Está bien —susurró finalmente y besé sus labios lentamente, siendo que estos se vieron mezclado con mis lágrimas. Me separé de él y limpié los restos de estas que quedaban por mi rostro.
—Wes estará fuera por si las cosas salen mal —Miré llegar el coche de Wes tan pronto como pronunció esas palabras y temblé para seguidamente suspirar. Miles tomó mi mano dando un fuerte apretón en esta para seguidamente caminar hasta su maletero y abrirlo, cogiendo la pistola y guardarla en la parte trasera de su pantalón. Observé como Wes salió del coche y caminó hasta nosotros con una expresión neutral en su rostro y vi como sus manos se encontraban a los lados de su cuerpo fuertemente.
—Willow —saludó cuando llegó y negué con la cabeza con una vaga sonrisa, incluso en aquellos momentos aún tenía algo de su característico humor—, ¿de verdad vas a entrar ahí?
—No voy a dejar a Shawn, estoy en esto —volví a afirmar y observé ahora una pequeña sonrisa en su rostro.
—Realmente me sorprenden tus jodidas agallas suicidas —confesó—, bastardo con suerte —se refirió a Miles y caminó hasta él para darle una palmada en la espalda.
—Dame la tuya, sé que tienes otra en el coche —le dijo a Wes que le miró frunciendo el ceño pero no cuestionó su orden. Sacó una pistola del mismo lugar en el que Miles había encontrado la suya y me la tendió.
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Inferno.
RomanceÉl era líricamente frío, y poéticamente destructivo. Podía tomarte en sus brazos, dándote calidez y seguridad por unos instantes para luego arrojarte al vacío sin esfuerzo. Miles McCartney podía tener unos ojos de ángel, pero estos pertenecían al m...