XII.

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—¿Qué haces aquí de todos modos? —Me crucé de brazos mientras sus ojos seguían examinando el apartamento e incluso observé como su camisa negra, del mismo color que sus pantalones, se encontraba un tanto desabrochada, dejando ver sobre su pectoral izquierdo una especie de armadura ardiendo.

—La familia, Harris, la jodida y podrida familia. —Se encogió de hombros como si estuviese diciendo algo obvio.

—¿La familia? Yo pensé que...

—Pensaste que estaban muertos, sí, ya me dijiste que habías leído el artículo —contestó entre dientes con su dura voz y fruncí el ceño ante aquello—. No me mires así, realmente están muertos, pero la familia... es una puta mierda, ¿sabes?

—No, la verdad que no lo sé —francamente respondí pues no tenía ni idea de a qué estaba refiriéndose y sus profundos y negros ojos se centraron en mí, analizándome.

—¿Entonces por qué actúas como si lo supieses? Juzgándome por simples hechos.

—Esos simples hechos son acusaciones de asesinato en un periódico. —Holden no pudo morderse la lengua y abrí los ojos girándome a verle con reclamo.

—Tu amigo necesita cerrar la boca —pronunció Miles de manera lenta mirando con ira a Holden, sus nudillos estaban blancos de la presión que estaba utilizando para cerrar sus puños, y observé como su mandíbula se encontraba tensa.

—¿Por qué no te sientas y te hago un café? Te vendrá bien. —Y, sorprendentemente, Miles no se opuso cuando le guié con mi mano en su espalda al sillón de cuero, haciéndole que se sentase allí. Cerró sus ojos y apoyó la cabeza en el respaldo para después abrirlos y pillarme mirando su tatuaje.

—Tienes un tatuaje —hablé y sus manos fueron rápidamente a los botones de su camisa abrochándola.

—Muy observadora. —Ladeó la cabeza mientras me observaba durante unos segundos, y no sabía como era posible que su mirada casi pudiera paralizarme, nunca podría acostumbrarme.

—¿Qu... Qué significa?

Ares. —Fue la única palabra que salió de sus labios y mi ceño se frunció, siendo que estaba más confusa y curiosa que antes.

—¿Qué simboliza el fuego consumiendo la armadura? —me atreví a preguntar y enarcó una ceja mientras una expresión divertida aparecía en su rostro, sonriendo de lado, e intenté reprimir mi sorpresa ante aquel gesto, nunca le había visto sonreír de aquella manera, o sonreír siquiera, y mentiría si dijera que no le hacía más atractivo de lo que ya era.

—No significa nada —contestó encogiéndose de hombros después de unos segundos, pero sabía que aquello no era cierto, sabía que el fuego significa mucho más de lo que él estaba dispuesto a decirme.

—Iré a hacerte el café, solo... No destroces nada, ¿está bien? —dije caminando hacia la cocina decidiendo que mi vena curiosa con él se estaba excediendo.

—Haré lo que pueda. —Le escuché responderme y sonreí suavemente mientras negaba con la cabeza, sacando la leche de la nevera para verterla en el vaso.

—¿Qué le ocurre a ese tío? —Holden entró en la cocina rápidamente seguido de Cara y les miré con confusión.

—¿Qué hacéis aquí? ¿Le habéis dejado solo en el salón? —quise saber a pesar de que ya sabía la respuesta, miré por encima del hombro de Holden, viendo únicamente el respaldo del sillón en el que había dejado a Miles sentado, pero podía ver una de sus piernas recolgando en un lado.

—¿De verdad crees que nos íbamos a quedar ahí con él? Está muy bueno, pero no puedo negarte que es un tanto aterrador —Holden pronunció rápidamente en un murmuro y reí mientras calentaba el vaso.

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora