XXXIX

28.7K 1.6K 295
                                    


Abrí los ojos cuando la luz entró por una de las ventanas de la habitación, me había quedado dormida pocos instantes después de que nos tumbásemos en la cama, aquel día había sido realmente intenso y la mano de Miles recorriendo mi espalda suavemente no ayudó para mantenerme despierta. Me giré y observé como su cabeza descansaba en la almohada mirando hacia mi lado y no pude evitar sonreír cuando observé su boca medio abierta, dejando escapar un suave ronquido. Decidí levantarme de la cama con la intención de ir a hacer el desayuno: café y unas tostadas. Llegué a la zona de la habitación donde se encontraban algunos electrodomésticos de cocina y una mini nevera. 

—¿Indie? —Escuché una voz ronca y me giré para observar como Miles miraba a los lados desconcertado por no encontrarme al lado. 

—Estoy aquí, estoy aquí. —Sus ojos negros llegaron a mí, pude ver como se relajaban al encontrarme allí y su ceño se frunció cuando observó las tostadas en un plato y el café en los vasos.

—¿Se supone que estás haciéndome el desayuno? —quiso saber y asentí, observando como la comisura derecha de su labio se elevaba. 

—¿Sí? 

—¿Qué clase de desayuno me has hecho que estás dudando de si lo es? —se burló y elevé una ceja observando su mirada divertida—, soy alérgico a la mermelada —añadió y mis ojos bajaron a las tostadas que tenía en el plato total y completamente repletas de mermelada.

—Mierda —mascullé entre dientes—, ¿no se te ocurrió decírmelo en este año que llevamos conociéndonos?

—La verdad que no, porque estaría mintiendo —confesó, dejándome saber que había continuado burlándose de mí. Gruñí ante sus constantes burlas y aquello le divirtió aún más. Era raro verle de tan buen humor, o simplemente de buen humor—, ven aquí, Harris. —Posicioné los platos en mi antebrazo y los vasos en cada una de mis manos caminando hasta él que me observaba sorprendido de mis "habilidades" de camarera, haber trabajado de ello en verano había servido de algo. Dejé los vasos en la mesilla de al lado y le entregué un plato mientras me sentaba a su lado y ponía sobre mis piernas el otro. Miles se incorporó dejándome ver su torso descubierto y sonreí mientras me llevaba una tostada a la boca para morderla. —¿Sabes? Realmente pensé que desayunar en la cama era más cómodo que esto —admitió Miles  después de un par de mordiscos a la tostada y me encogí de hombros—, es como que estoy más pendiente de no manchar las jodidas sábanas que de saborear la comida.

—No me pasa —confesé y, de nuevo, la comisura derecha de sus labios se elevó, me gustaba ver ese indicio de sonrisa más a menudo. 

—Porque no puedes manchar nada si engulles directamente la comida, no hay peligro —se burló encogiendo los hombros y llevé la parte de tostada que iba llevarme a la boca hacia su mejilla, estampándola allí, provocando que esta se pringase de mantequilla y mermelada. Fue un segundo en que observé sus ojos sin realmente saber cuál sería su reacción pues se tornaron neutrales, simplemente atravesando los míos, analizando qué acababa de hacer—. Vas a arrepentirte de esto —murmuró y fue cuando pegó su tostada a mi frente, provocando que un grito se escapase de mi garganta seguido de una risa. Retiré el resto de mermelada que había dejado allí y lo extendí en su otra mejilla limpia, gruñó y cogió mis manos, provocando que la tostada que sostenía se cayese en la cama y me puso boca arriba contra el colchón mirándome desafiante. Se las ingenió para que sus dos manos sujetasen mis muñecas mientras me agitaba debajo de él intentando deshacerme de su agarro. Su otra mano cogió una taza de café y la puso sobre mí bajo mi asustada mirada.

—No te atreverás —susurré observando como la balanceaba sobre mi cara y fue cuando sonrió mostrándome una hilera de dientes, desafiante, y lo siguiente que hizo fue el detonante para la guerra de comida que vino después, dejó caer el café sobre mi rostro. 

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora